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Grupo cubano con un Goya busca 'manager'

Habana Blues, sin representante ni discográfica, toca hoy en un concierto autogestionado

Daniel Verdú

En el salón de la casa de Dayan Abad, justo al lado de la televisión y medio escondido, está el busto "cabezón" que su grupo ganó en la última edición de los premios Goya. La música que hicieron para Habana Blues, de Benito Zambrano, se llevó el premio a la mejor banda sonora. Grabaron un disco y siguieron unidos en los escenarios.

Hoy, tocan en la sala Heineken de Madrid. Pero ni el premio, ni los más de 30 conciertos que han ofrecido en el último año, ni siquiera el hecho de que a estos músicos se los rifen los grandes artistas de este país, han impedido que hoy alquilen la sala con su dinero y que toda la promoción del evento haya corrido de su cuenta.

"Toda la noche pegando carteles, compadre", explica Dayan, guitarrista y compositor de la banda. "Las discográficas, hoy en día, quieren que se lo des todo masticado. '¿Queréis sacar un disco? Vale, hacedlo y vemos si nos interesa'. Es siempre lo mismo", añade.

El jueves por la tarde, seis de los ocho miembros de Habana Blues van llegando a casa de Dayan. Se conocieron en la Escuela Nacional de Arte de Cuba hace más de 15 años. Son íntimos amigos, "como hermanos". "Hemos tocado siempre juntos y nos fuimos trasladando a España cuando fueron saliendo proyectos", recuerda Eduardo, el pianista. Un día, hace tres años, José Luis Garrido, el productor musical de Zambrano, llamó a Dayan y a Kike Ferrer, y les propuso hacer la banda sonora de Habana Blues. Reunieron a los músicos y formaron el grupo.

El fenómeno es parecido al de Buena Vista Social Club: un grupo de músicos cubanos con un talento inagotable, que no alcanza el éxito hasta que un productor, en aquel caso Ry Cooder, se fija en ellos para hacer una película. "Bueno sí, tiene similitudes", admite Dayan con humildad. Quizá ellos no sean Compay Segundo e Ibrahim Ferrer, pero tampoco se explicaría que este proyecto musical no lograra escapar de la sombra de la película que lo alumbró.

"Aferrados a la película"

"Cuando salimos a tocar la gente todavía busca al mulato en el escenario", dice Dayan con cierta sorna. Los cantantes que aparecían en la película no eran miembros del grupo. "Eran muy guapos, pero no sabían cantar", recuerdan entre risas. Hoy, las voces de la banda son las de Boris Larramendi y Kelvis Ochoa, también compañeros de cuadrilla de la época en La Habana. "Nos aferramos con todas las fuerzas a la película, gracias a eso pudimos iniciar este proyecto", explica Kike, también compositor y baterista.

La banda es lo que más les gusta, pero no da de comer. Todos se ganan la vida con proyectos paralelos. Algunos han tocado con Rosario, Joaquín Sabina, Kiko Veneno o Raimundo Amador. "Nos ayudamos mucho, y afortunadamente hemos podido vivir de la música", dice Eduardo tocando el mástil de una guitarra. "Tocar para otros está bien, pero no es lo mismo. Hacer tu música es un sueño", dice Kike, que durante seis meses fue músico de calle en Tokio.

La casa de Dayan es un improvisado estudio de grabación. Entre fotos familiares y calles cubanas hay un mar de instrumentos y amplificadores. ¿Ensayos? "Hace un año que no los hacemos. El ensayo aplasta el deseo de hacer música. Así somos los cubanos", explica Eduardo.

Jazz, funk, rock, blues y música cubana son las influencias de este grupo que no tiene representante ni contrato discográfico. "Ahora estamos negociando con una oficina que nos ha organizado algunos conciertos", explica Dayan. Para el de hoy, han vendido más de la mitad de las entradas. "Ojalá se llene, compadre", dice Dayan despidiéndose.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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