Jeane Kirkpatrick, primera embajadora de EE UU ante la ONU
Formaba parte del sector más conservador de los republicanos
Demócrata en su juventud y republicana en su madurez, Jeane Kirkpatrick (Duncan, Oklahoma, 1926), la primera mujer que ocupó el puesto de embajadora de EE UU ante la ONU, falleció el 8 de diciembre a los 80 años mientras dormía en su casa de Bethesda (Maryland). Tenía múltiples amigos en el Gobierno de George W. Bush, que veían en Kirkpatrick una de sus inspiradoras reaganistas.
Fue de hecho Ronald Reagan quien elevó a Kirkpatrick a una esfera diplomática que a punto estuvo de culminar en una candidatura a la nominación presidencial republicana, que finalmente ganó en 1998 el entonces vicepresidente George H. W. Bush.
Kirkpatrick era profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Georgetown cuando recibió la llamada de Reagan para formar parte de su Gabinete y saltar inmediatamente a la representación de su país ante Naciones Unidas. En los años que pasó en Nueva York renunció a sus convicciones políticas demócratas y mutó su ideología hacia el Partido Republicano, del que luego se convertiría en una de las ideólogas del sector más conservador.
Kirkpatrick renegó del Partido Demócrata por los ataques de esta formación hacia la política de Israel. Ella fue, en efecto, la mayor defensora de Israel en el seno de la ONU. Años después de dejar el cargo, de regreso a su cátedra en Georgetown, Kirkpatrick todavía mantenía que la creación de un Estado palestino "sería un error catastrófico" que pondría en peligro la existencia de Israel y entorpecería la lucha internacional contra el terrorismo.
Paradójicamente, los modales de Kirkpatrick en la ONU, seca y arrogante, recuerdan mucho a los que ha mostrado el embajador actual, John Bolton, que recordó ayer entre lágrimas a su predecesora. Bolton y Kirkpatrick habían compartido un despacho en el American Enterprise Institute, uno de los think tanks conservadores de Washington con mayor peso en la escena política. "Aprendí mucho con ella, es una gran pérdida y un día muy triste para Estados Unidos", dijo Bolton, que deja su cargo a final de año.
Kirkpatrick también compartía con él su escepticismo hacia la institución en la que trabajaba. Consideraba que la Declaración de Derechos Humanos de Naciones Unidas era "una carta a Santa Claus", y lamentaba siempre que el organismo perdiera el tiempo con declaraciones en lugar de acciones.
El todavía líder de la mayoría republicana en el Senado, Bill Frist, dijo ayer que esa reputación de arrogancia era en realidad "una postura firme en defensa de los intereses de Estados Unidos y un consejo moral sobre la política exterior de Reagan".
Kirkpatrick tuvo su parte de controversia en esa política. Muchos consideran que uno de los puntos de inflexión del reaganismo se encuentra en un artículo de Kirkpatrick en el que diferenciaba entre Gobiernos autoritarios permisibles y Gobiernos inadmisibles, como el de la Unión Soviética. Ella participó de manera activa en el diseño de la política que cortó las ayudas al Gobierno de izquierdas en Nicaragua mientras apoyaba a la Junta Militar en El Salvador.
Después de regresar a Washington volvió a trabajar para el American Enterprise Institute. Recientemente, fue llamada a formar parte del grupo de estudio que acaba de publicar un informe sobre la situación y el futuro de Irak, pero declinó la oferta por sus problemas de salud.
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