Carmen se echa a la calle
La candidata socialista a la alcaldía de Valencia se lanza a tomar el pulso de barrios con conflictos como El Cabanyal
Ahora, El Cabanyal. La candidata socialista a la alcaldía de Valencia, Carmen Alborch, eligió ayer el barrio de los poblados marítimos para darse su segundo baño de masas tras el chapuzón de Patraix, donde el martes se reunió con la plataforma que se opone a la subestación eléctrica de Iberdrola, ubicada a escasos 12 metros de las viviendas de la zona. La elección de estos dos puntos como trampolín a una carrera electoral que pretende poner fin a 16 años de gobierno de la derecha evidencia la apuesta de la candidata por incidir en los problemas que han alimentado los movimientos ciudadanos con más peso: la instalación eléctrica y la situación de abandono que sufre parte del barrio de El Cabanyal.
Esta visita preelectoral despegó en las puertas del mercado y Alborch charló con los comerciantes entre apetitosos níscalos, gambas de la tierra y jugosos guiños: "Venga después y le venderé unos percebes que tengo por allí escondidos". Al séquito de concejales, asesores y periodistas que acompañaban a la diputada socialista se sumaron comerciantes y clientes que no quisieron perderse la oportunidad de una foto con la ex ministra de Cultura, saciar su curiosidad o sacar provecho de tan inesperado encuentro. "Pues yo ahora le voy a contar el problema que tengo", explicó un anciano visiblemente entusiasmado. "No me dejan sacarme el bono bus", le contó indignado.
Antes de empezar el recorrido por el bulevar de San Pedro y las calles afectadas por las obras de urbanización, así como por la prolongación de Blasco Ibáñez, Alborch se paseó por los puestos de ropa que visten las calles aledañas al mercado y efectuó su primera compra. Cinco euros por un jersey. "Si hasta la ministra me compra, como no vais a hacerlo vosotros", argumentó a grito pelado la comerciante, satisfecha por la venta.
La plaza de Cruz Canyamelar se encargó de poner un punto de inflexión a una visita que hasta entonces había nadado en la anécdota complaciente: coches inservibles y abandonados en plena calle, solares repletos de escombros y envejecidas fachadas. Según los planes del Ayuntamiento, contemplados en el PEPRI de El Cabanyal, la calle de San Pedro y la de Luis Despuig deberían convertirse en un amplio bulevar. Otro de los grandes proyectos del PEPRI es la prolongación de Blasco Ibáñez. Ambas intervenciones supondrían el derribo de 1.338 casas donde viven 1.761 personas. "Como no pueden ejecutar el proyecto -algunas de estas viviendas están protegidas- compran suelo y luego dejan que la zona se degrade. En algunos casos, derriban los edificios y dejan los solares llenos de escombros y en otros permiten que las casas sean ocupadas por personas que no contribuyen sino a empeorar el estado del inmueble", aseguró Faustino Villora, portavoz de Salvem el Cabanyal, en referencia al equipo que gobierna el Ayuntamiento. El líder de esta plataforma acompañó, en todo momento y junto con el vicepresidente de la Asociación de Vecinos Cabanyal-Canyamelar, Vicent Gallart, a la diputada en su visita al barrio marítimo. Alborch afirmó que el gran problema de El Cabanyal es la inseguridad creada a raíz de la posible prolongación de Blasco Ibáñez y que, si este proyecto se desestimara, habría un aumento de la inversión privada, más rehabilitación y un auge del comercio. Además, la candidata abogó por poner en marcha los equipamientos dotacionales incluidos en el mismo plan de El Cabanyal y se comprometió a reunirse con las asociaciones de la zona.
El concejal de Relaciones con los Medios de Comunicación, Miguel Domínguez, del PP, acusó a Alborch de no haberse preocupado por la ciudad en los últimos 15 años y aseguró que es incapaz de proponer medidas "positivas" a los vecinos para la mejora del barrio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.