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El futuro del BNG

Quintana conserva el liderazgo del Bloque a pesar de la división interna

Los militantes aceptan la propuesta de la dirección y ponen fin a 24 años de asamblearismo

Anxo Quintana, portavoz nacional del BNG y vicepresidente de la Xunta, logró ayer revalidar su puesto al frente del nacionalismo gallego con el apoyo del 62% de los militantes, el respaldo más modesto obtenido por un dirigente del Bloque en toda la historia de la organización. En la XII Asamblea Nacional del BNG clausurada ayer en Santiago, Quintana recibió el apoyo de la Unión do Povo Galego (UPG) y de sus afines, pero no pudo evitar que los críticos, con Xosé Manuel Beiras a la cabeza, se hiciesen con cinco de los 15 asientos de la Executiva, el órgano de gestión del Bloque.

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El resultado de las votaciones permite a Quintana y a sus socios controlar los máximos órganos de gobierno del Bloque pero supone un jarro de agua fría para el líder del BNG y sus aliados, que confiaban en sumar más del 70% de los votos para cortar el paso de los críticos a la Executiva, el máximo órgano de gestión.

El declive electoral del nacionalismo gallego desde el año 2001 así como las políticas impulsadas por Quintana desde la Xunta tras su entrada en el Gobierno, en agosto de 2005, además de los problemas de descoordinación entre la organización y el Ejecutivo han sido el caldo de cultivo del descontento de los tres grupos opositores que este fin de semana disputaron el control del Bloque.

Respaldo a Beiras

De todos ellos el que mas respaldo ha obtenido es la corriente Encontro Irmandiño, liderada por el ex portavoz nacional, Xosé Manuel Beiras, que ha conseguido el apoyo del 18% de los militantes y ayer apenas disimulaba su satisfacción. Tras él han quedado las corrientes A Alternativa, impulsada por el ex diputado Camilo Nogueira, y el Movemento pola Base, una candidatura de fuerte influencia sindical, cada una de ellas con el 10% de los votos.

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Todos los grupos críticos reprochan a Quintana no tener en cuenta suficientemente las decisiones del Bloque y no someter a la voluntad de los militantes su actuación como miembro del Gobierno de la Xunta.

La defensa que el propio Quintana hizo ante los militantes de su gestión durante los tres últimos años, la apelación a la unidad, la afirmación de que no permitirá que Galicia no tenga un Estatuto de nación y el reconocimiento de los errores cometidos no fueron suficientes para alcanzar el 70% de los votos que necesitaba como garantía de una dirección sin voces disidentes.

Y aunque los críticos estarán, finalmente, en la Executiva, en su discurso de clausura Quintana no dudó en considerar "misión cumplida" la tarea de cerrar la fractura interna de la organización. "La sociedad espera un BNG más unido y más fuerte" y "si somos capaces de ganar unidad y fortaleza", aseguró, se abre una gran posibilidad "de poner la nación en marcha".

"Puede que alguien estuviera frotándose las manos a ver si con tanta candidatura no éramos capaces de resolver nuestras cuestiones internas", afirmó, y así "decir que no podemos resolver las cuestiones del país. Van aviados", exclamó, "porque el BNG sí que sabe construir la unidad".

"La sociedad", explicó el portavoz nacional en la clausura, "esperaba una formación, más fuerte, con liderazgo responsable y capaz de actuar en nombre del conjunto de la organización".

Quintana y la UPG sí consiguieron, no obstante, sacar adelante una reforma del modelo de organización que pone fin a un cuarto de siglo de asamblearismo. A la próxima cita congresual del nacionalismo gallego ya no acudirán, como hasta ahora, los militantes que lo deseen, sino compromisarios elegidos en las asambleas locales y comarcales. De lo traumático de este cambio, que hasta ahora era una seña de identidad del Bloque Nacioanlista Galego, da idea lo apretado de la votación que refrendó la propuesta de la dirección, que salió adelante con menos del 60% de los votos.

El resultado de la asamblea redibuja el equilibrio interno de fuerzas del Bloque a pocos meses de las elecciones municipales, su primer gran compromiso desde que empezaron a gobernar junto al PSdeG-PSOE, y en plena negociación de la reforma del Estatuto, en la que el BNG ya no podrá apoyar otra fórmula que no incluya el reconocimiento de Galicia como nación.

Tensa negociación

Quintana no tuvo más remedio que ceder para evitar una nueva votación en el pleno que habría subrayado la división interna y, quizás, hubiese reducido los apoyos con que contó en la consulta para el Consello Nacional. Tras una tensa negociación, rota al menos en dos ocasiones, el portavoz aceptó a regañadientes incorporar a la Executiva a cinco miembros de los sectores críticos, entre ellos Xosé Manuel Beiras y Mario López Rico. Para ello tuvo que sacrificar la presencia de algunos de los dirigentes que le son más próximos, incluido el portavoz parlamentario, Carlos Aymerich, y echar por tierra el preacuerdo que tenía con la UPG para repartirse paritariamente la dirección.

La nueva Ejecutiva tiene diez miembros del sector oficial y cinco críticos. Entre los primeros, junto a Quintana, hay seis miembros de la Unión do Povo Galego o afines a esta formación (Francisco Rodríguez, Francisco Jorquera, Ana Pontón, Clara Millán, María Xosé Bravo y Alberto Ansede) y tres quintanistas (la conselleira Ánxela Bugallo, Roberto Mera y Rosana Pérez). Por parte de los críticos tendrán asiento Xosé Manuel Beiras, Cristina Amor, Mario López Rico, Rosario Fernández Velho y Amada Traba.

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