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Reportaje:

El estallido de la videopropaganda

Los partidos apuestan por lanzar sus mensajes con vídeos en la Red para evitar el filtro periodístico y obtener más repercusión

Andrea Rizzi

Una oleada de vídeos de partido se ha abatido sobre el escenario político español en las últimas semanas haciendo evidente, además de las abismales distancias que separan sus principales actores, un gran acuerdo general: esos vídeos son el futuro de la comunicación política. Si esta semana el protagonista ha sido La otra tregua, una grabación del PSOE que describe las gestiones y las declaraciones del Gobierno de Aznar con ocasión de la tregua de ETA de 1998, en fechas anteriores alcanzó el estrellato el PP, con una grabación sobre la inseguridad ciudadana; y CiU, con Confidencial Cat, sobre las luchas de poder en Cataluña. El año pasado, Tras la masacre -el vídeo sobre el 11-M de FAES, la fundación afín al PP- tuvo una notable repercusión. En conjunto, cuatro producciones muy polémicas y muy vistas: sólo La otra tregua tuvo más de 350.000 espectadores en el día de su lanzamiento, según el PSOE.

El vídeo del PSOE fue visto, según el partido, por más de 350.000 personas en un día

"Nos vamos modernizando, adecuando a los tiempos y a los soportes", observa José Luís Ayllón, secretario de comunicación y diputado del PP. "Los vídeos son herramientas mucho más atractivas de las convencionales". Difícil negar que 17 minutos de vídeo -los de La otra tregua- sean más digeribles que 17 de cámara fija sobre un político que arenga en un mitin u otros tantos de lectura de un panfleto.

Además, colgados en Internet, esos vídeos hacen posible enganchar a un sector de la población que a lo mejor no sigue habitualmente periódicos e informativos. "Internet es un horizonte en el que tenemos la mirada puesta desde hace tiempo. Por eso creamos PSOE-TV, en la Red", explican fuentes del departamento de comunicación del PSOE, los autores de La otra tregua. "La idea de los vídeos estaba allí flotando desde hace tiempo, pero la descarga de contenidos en Internet era muy lenta, y representaba un obstáculo. Ahora la banda ancha ha solucionado el problema y los vídeos ya no son el futuro de la comunicación política: son el presente", dicen las mismas fuentes.

Pero hay otro argumento, más polémico, que parece garantizar un buen futuro a los vídeos políticos. "Se trata de una herramienta que permite en cierta medida evitar la mediación de los periodistas. El mensaje político se cuelga en la Red, y el usuario lo recibe tal cual, sin el filtro, los cortes de los periodistas", reflexiona el profesor Carlos Barrera del Barrio, director del máster en comunicación política de la Universidad de Navarra. Una oportunidad apetitosa.

Nadie cuestiona que el formato permite llegar más directamente a la gente, entregando a los usuarios un mensaje político intacto, tal y como salió del gabinete de prensa. El ciudadano normalmente no lee la nota de prensa de un partido sobre un acontecimiento político: lee, ve u oye la noticia elaborada por los medios sobre el mismo. Sin embargo, un vídeo sí que llega directo desde el gabinete hasta el ciudadano. Éste, luego y a lo mejor, también leerá información sobre ello. Mientras, la política se asegura que el mensaje llegue lejos e inmaculado.

"Pero estos vídeos", precisa Ayllón, "no pretenden sustituir o evitar la intermediación periodística. Ni nosotros, ni los demás partidos, presentamos estos mensajes como si fueran información objetiva. Es el punto de vista subjetivo de un partido, es su opinión, pero expresado en un soporte diferente. Sobre ese soporte, al igual que sobre los convencionales, interviene la labor de los periodistas". Desde el PSOE subrayan que "la gente sabe perfectamente lo que tiene entre manos, de dónde viene. Y detecta fácilmente los contenidos manipulados, que se vuelven en contra del manipulador".

Barrera considera sin embargo que "la técnica tiene un potencial peligroso, porque permite vestir de información algo que no lo es, algo que, en el fondo, es propaganda". Un político hablando es evidentemente un sujeto que expresa su punto de vista. Un vídeo en cambio puede llegar a parecerse mucho a un reportaje. "Por eso hace falta que los usuarios tengan siempre bien despierto su sentido critico".

Kathleen Hall Jamieson, directora del instituto de la Universidad de Pensilvania que se ocupa de comunicación política, tiene una visión más positiva. Aunque sea ex post, "los periodistas en todo caso pueden ejercer su función sobre ese tipo de mensajes: escribirán y hablarán de ello como de cualquier otro mensaje político".

La académica, en conversación telefónica con este periódico, subraya cómo la tecnología digital e Internet están "abaratando notablemente los costes para alcanzar al público. Esto democratiza la escena política. Permite que más actores puedan comunicar. E incluye a más gente en el debate político".

"Intuyo que todo esto se hará cada vez con más frecuencia", dice Barrera. PP y PSOE advierten que volverán a utilizar la herramienta. Ambos cuentan dentro de sus equipos de comunicación con realizadores televisivos. Pero si los socialistas concibieron y produjeron integralmente La otra tregua ("salvo la posproducción"), los populares encargaron la realización de su vídeo sobre inseguridad ciudadana a una productora externa de la que no especifican el nombre.

A la espera de las próximas entregas, todos siguen observando lo que hacen los competidores y lo que pasa en el mercado político internacional. Sobre todo el europeo. "La estadounidense es una política y una sociedad demasiado lejana", coinciden fuentes de ambos partidos, que miran con especial atención hacia el Reino Unido y Francia. "Las últimas campañas de los laboristas y de Ségolène Royal han enseñado cosas interesantes...", comentan en la sede socialista.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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