_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Poemario

Pertenece Ángel Bofarull (Barcelona, 1957) a esa estirpe de creadores a caballo entre la plástica y la poesía, poetas visuales en la más amplia acepción del término, una deriva donde cabría remontarse, en lo local, a su paisano Joan Brossa, de quien le distancia una resonancia menos conceptual en favor de una dicción más intimista y decididamente lírica; como cabría hacerlo, en la memoria de la vanguardia, a ese universo "cornelliano", con el que Bofarull mantiene mayor afinidad.

Pequeños rituales en torno al objeto encontrado, así como collages, dibujos y gouaches que suman a menudo su propio énfasis objetual en la elaboración o el enmarcado, son los mimbres con los que el artista catalán ha tejido ese sutil poemario que despliega actualmente en el espacio de Depósito 14. Desarrolla ciertas obras a partir de percepciones cotidianas, como en la letárgica visión del gato enroscado en su sueño. Otras eligen sendas más enigmáticas, al modo de los dibujos donde desarrolla sus fabulaciones genéticas. Algunas, en fin, cobran una inquietante ambivalencia, como las que apelan a la imagen del muñeco basculante, pues se diría que contienen a la par los ecos prodigiosos del cuarto de los juegos y un reflejo descorazonador de nuestra propia efigie. Aun así todas ellas, por la escala del objeto, por la fragilidad y contención de los formatos, se diría que sitúan su entonación en el umbral del susurro. Pero es precisamente esa frágil intimidad lo que les confiere a la postre su más conmovedor e indiscutible aliento poético.

Ángel Bofarull

Depósito 14. San Agustín, 8. Madrid. Hasta el 15 de diciembre.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_