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San Gil: "Vi la pistola y me dio tiempo a pensar 'menuda broma"

La dirigente del PP declara en el juicio contra Txapote por el asesinato de Gregorio Ordóñez

Fue un instante. La presidenta del PP en el País Vasco, María San Gil, cruzó su mirada con la del etarra Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, presunto autor material del asesinato de su entonces jefe y compañero de partido Gregorio Ordóñez, ocurrido el 23 de enero de 1995, en el bar La Cepa, de San Sebastián. Txapote desvió la vista. Era su octavo juicio en España, y el fiscal pide para él 30 años de prisión por asesinato, aunque ya está condenado a otros 179. En su declaración, Sal Gil dijo: "De repente, vi la pistola y me dio tiempo a pensar 'menuda broma macabra".

San Gil estaba presente en aquel almuerzo del bar La Cepa cuando el terrorista disparó a quemarropa y por la espalda a Ordóñez, entonces presidente del PP en Guipúzcoa, primer teniente de alcalde de San Sebastián y diputado en el Parlamento vasco. En 1995, San Gil era la secretaria personal de Ordóñez. Ayer tuvo que testificar en el juicio contra el presunto autor material y le buscó la mirada. Txapote había estado deambulando dentro de la pecera como un lobo enjaulado. Fue después de que San Gil declarara. Cuando ya abandonaba la sala, las miradas de ambos se cruzaron. Y Txapote desvió la vista.

Previamente, Txapote había dicho en euskera: "No reconozco la legitimidad de este tribunal y no voy a tomar parte en este teatro". Fue su única participación en el juicio.

El fiscal y las acusaciones particulares y populares solicitan para Txapote 30 años de prisión por el asesinato de Ordóñez, si bien, como ya está condenado a 179 años de prisión por varios asesinatos, como el del concejal popular Miguel Ángel Blanco o el del sargento de la Policía Municipal de San Sebastián Alfonso Morcillo, nunca cumplirá más de 40 años de prisión efectiva en España. La letrada del acusado, Arantza Zulueta, solicitó la libre absolución.

El terrorista será devuelto este mes a la justicia francesa para que cumpla los seis años de cárcel que tiene pendientes en aquel país por delito de asociación de malhechores con fines terroristas.

María San Gil relató lo ocurrido el día del crimen. Señaló que habían decidido ir a comer con otros dos compañeros, Enrique Villar y otra persona ya fallecida. "De repente vi la pistola y me dio tiempo a pensar 'menuda broma macabra", dijo San Gil, "porque era impensable, no teníamos la sensación de que podía pasar algo de ese tipo". "Inmediatamente se disparó. La cara de Gregorio, por supuesto, cambió completamente. En ese instante, la persona que le había pegado el tiro salió corriendo y yo salí detrás suyo. A la salida, el asesino se cayó en un escalón, y entonces me di cuenta: ¡qué hacía yo corriendo detrás del asesino! Entonces, volví a entrar en el bar".

Ni María San Gil, ni Enrique Villar, que declaró por videoconferencia, ni ninguno de los camareros que testificaron identificaron a Txapote como el autor de los disparos. Todos dijeron que el asesino llevaba un chubasquero con la capucha puesta y gafas oscuras.

Esos datos casan con la confesión ante el juez Baltasar Garzón del también etarra Valentín Lasarte, condenado anteriormente por el asesinato de Ordóñez. Lasarte acusó a Txapote y a Juan Ramón Carasatorre, Zapata, de haber cometido el crimen, ya que él les acompañó hasta las inmediaciones del bar La Cepa. Y como llovía, cedió su chubasquero a Txapote.

Ayer, Lasarte, sin embargo, dijo que no recordaba nada, salvo que era de ETA, que colaboró en el asesinato de Ordóñez. De Txapote, sólo que era un conocido de ETA.

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