"El Ajax se parece al Barça"
Gabri y Roger disfrutan su experiencia holandesa a las órdenes de Cate, ex segundo de Rijkaard
Los futbolistas del Ajax, rival esta noche del Espanyol, se agarran de las manos y juegan al corro de la patata como unos niños en el patio del colegio. No hay más que verlos riéndose a carcajadas para comprobar que se divierten como críos. Su tutor, Henk Ten Cate, les ha dado una pelota para que se la pasen sin que toque la hierba. Cuando uno falla, abandona el corro y hace diez flexiones sin rechistar. "El fútbol no es sólo trabajo. Más que trabajo, es alegría. Si los futbolistas juegan con alegría y confianza, todo es más fácil. El trabajo solo no funciona", explica Ten Cate, el hombre que renunció al Barça para dirigir a un equipo en construcción -tercero en la Liga, a seis puntos del PSV- y que en pocos meses se ha ganado el aprecio de la afición por su fútbol ambicioso y un cierto regreso al estilo de juego típico de la casa.
"Hablo mucho con Henk y me dice que todas las mañanas va a trabajar con la sonrisa puesta. Eso significa que ha acertado. Me alegro por él", dice su amigo Frank Rijkaard. Klaas Jan Huntelaar es una de las dos principales figuras del Ajax, el primero en salir del corro y el único que no abandona su cara de mal genio en toda la mañana. Huntelaar, de 23 años, no está al nivel que le hizo ser el máximo goleador del curso pasado en Holanda -33 goles en 30 partidos- y para su entrenador aún tiene lecciones pendientes.
El juego avanza, el corro se mueve y un despiste excluye al futbolista más querido en el Amsterdam Arena. Desde los ocho años, Wesley Sneijder ha quemado etapas en el Ajax hasta convertirse a los 22 en el mejor de todos y el único cuya posible marcha causaría un dolor íntimo a una afición demasiado habituada a la emigración de los talentos. Entre risas y abucheos, el fortachón Heitinga reacciona a su eliminación enganchando a Cate del cuello. Y éste responde acercando su puño a la nariz del central antes de zanjar el tema con una cariñosa patada en el trasero: "Un entrenador tiene que ganarse su autoridad. Creo que puedo estar dentro del grupo y también por encima de él para poder mandar. Ésa ha sido la clave del Barça. Siempre tuvimos buen rollo con los jugadores".
Al final del juego del corro sólo pueden quedar dos y, casualidades de la vida, los supervivientes son Roger, el campeón final, y Gabri, el que mejor puede avalar las palabras de su entrenador. "Tengo mucho que agradecerle. Si no fuera por él, no estaría aquí. Ha sido fácil integrarse. Es un equipo joven y la alegría salta a la vista", dice Gabri, fichado por Cate luego de tres años de convivencia en el Barça. "Estamos muy contentos con los dos", asegura el técnico, que acostumbra a dejar Roger, de 29 años, en el banquillo y alinea a Gabri, de 27, como titular.
Junto a los españoles, el central Jaap Stam llegó en agosto para aportar, a sus 34 años, una madurez bien recibida en una plantilla inexperta. Desde el primer día, Gabri y Roger se han esforzado en dominar el idioma con el apoyo de Alfredo Arroyo, el español que dirige a los ojeadores del Ajax.
"Aquí nos entrenamos más. Se nota que los equipos son más fuertes físicamente. Y son más descarados que en España. Todos juegan con el 4-3-3", comenta Gabri tras el almuerzo mientras visita, junto a Roger, el museo del Ajax. "Se nota que es un club grande. El estadio se llena siempre y la afición es exigente. Aquí lo que se pide es buen toque, buena posición y buena circulación del balón. Se parece mucho al Barça", afirma Roger junto a la vitrina dedicada a Johan Cruyff, de quien ha heredado su emblemático número 14. "Sé lo que significa, pero no me afecta", comenta sin dejar de recordar que estará siempre agradecido al que fuera su mentor.
Antes de retomar el trabajo, el técnico del Ajax se detiene para hablar del futuro. "En dos años este equipo estará entre los mejores de Europa. Pero éste es mi último trabajo. Acabaré mi contrato [prorrogable a 2009] y después quiero disfrutar de mis hijas". El futuro guarda una estrecha relación con un pasado inolvidable: "Fueron unos tiempos fantásticos. Echo de menos a mis amigos y la vida en Barcelona. Nunca me podré olvidar de ella. Seguramente volveré allí a vivir cuando sea un poco más viejo. Como un pensionista".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.