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Entrevista:

La nostalgia de una campeona

"Cuando veo una competición, me aparecen mariposas en el estómago", dice Inge de Bruijn, que duda sobre su retirada de la natación

Vestida de negro, con un cuerpo escultural, Inge de Bruijn (Barendrecht, Holanda; 1973) regresó a Barcelona, "la ciudad de mis primeros Juegos", para lucir su nueva dentadura. Así, como modelo, ocupa parte de su tiempo -es también embajadora de KIKA, una ONG de niños con cáncer, y ha presentado programas de televisión- desde que, en 2004, abandonó Atenas con cuatro medallas olímpicas. Desde entonces, la reina de Sidney 2000 -tres oros y una plata- no ha vuelto a competir. Su retirada de la natación parecía un hecho. Ella dice no estar tan segura.

Pregunta. Hace dos años que no compite. ¿Qué pasa?

Respuesta. Aún no he decidido si voy a continuar o lo dejaré. No es oficial. Cuando veo una competición, me aparecen esas mariposas en el estómago. Me pasó incluso con la victoria de la patinadora Marianne Timmer en los Juegos de Turín. La vi y me dije: "Volveré a entrenarme".

P. ¿Es la decisión más difícil que ha tenido que tomar?

R. Sin duda. Mi vida es la natación. Está en mi corazón, es mi pasión. Es muy difícil despedirse.

P. ¿Qué más podría lograr si continuase?

R. Lo conseguí todo y ya no puedo superarlo. Si voy a Pekín y quedo quinta, será insoportable. Querré ganar, pero nadie me lo garantiza.

P. ¿Pero se sigue entrenando al máximo nivel?

R. Nado, voy en bici, corro, pero no ocho horas al día como antes. Ahora hago otras cosas estupendas que no se pueden combinar con la natación.

P. ¿Eatá igual de cómoda en la pasarela que en la piscina?

R. Una vez tuve que desfilar en Mónaco y estaba tan nerviosa que casi me hago pipí encima. Estoy más cómoda en las finales olímpicas porque no soy modelo, sino nadadora. Prefiero ir en chándal, pero está bien, a veces, mostrar tu otra cara.

P. Su caso se considera como uno de los más extraños de la natación. Se retiró en 1996 y, cuando volvió, batió 10 récords mundiales y ganó tres oros en Sidney. ¿Cómo lo explica?

R. Mucha gente no sabe que desde pequeña he estado entre las diez mejores. No surgí de la nada. Quizá era una nadadora normal que nunca había aprovechado su talento. Podía ir a los Juegos, los Mundiales y los Europeos, pero nunca me había entrenado fuerte.

P. Pero lo dejó y su vuelta fue espectacular.

R. En 1996 renuncié a los Juegos por voluntad propia. No tenía motivación y sentía que no estaba preparada para representar a mi país. Así que me retiré. Entonces, pensé que era un error, pero es el mejor que he cometido. Me abrió los ojos. Vi los Juegos por la tele, lloré y me dije que no había terminado como yo había pensado. Decidí entrenarme con Paul Bergen. Me aseguró que me convertiría en una campeona. Me pasaba nueve meses en Estados Unidos, sola, y me entrenaba ocho horas al día, lo que nunca había hecho. Mi único objetivo era ganar medallas en Sidney y encontrar la diversión en la natación, algo que perdí en el 96.

P. En Sidney ganó tres oros y una plata y surgieron los rumores de dopaje. ¿Era inevitable?

R. De algún modo, lo entiendo. Les sucede a todos los campeones. Siempre los acusan. Pero para mí era algo nuevo. Cuando gané cuatro medallas en Atenas 91, nadie dijo nada. Fue después, con los doce récords del mundo y las cuatro medallas olímpicas cuando se preguntaron de dónde salía esa niña de Holanda.

P. ¿Cómo manejó aquella situación?

R. Mi prueba eran los 32 controles pasados de mayo a septiembre. No tenía nada que esconder. Pero fue duro. Lloré y estuve a punto de no nadar la final de los 50 libres. Mi entrenador me convenció de que lo hiciera y gané. Soy fuerte. Tengo fuerza de voluntad. Ahora ni me molesta ni me importa. Sé que va con la vida de un campeón.

P. Su récord en los 50 libres, el de Popov en la misma distancia y el de Van den Hoogenband en los 100 son de 2000. ¿Está estancada la velocidad o eran récords avanzados a su tiempo?

R. Se batirán pronto. No sonreiré, pero los récords están para eso, a diferencia de los oros olímpicos. Si eres campeona olímpica, lo eres para siempre.

P. ¿Son su orgullo?

R. Sí; mis medallas olímpicas son mis bebés, mis diamantes. Una persona quiso una vez comprármelas por un millón, pero le dije que no estaban a la venta. Todo está ahí.

P. ¿Será Laure Manaudou la próxima reina?

R. Si no lo es ya, es una de las mejores, aunque puede mejorar. Tiene un cuerpo perfecto como nadadora. Me encanta verla nadar. Y, además, es una chica muy guapa.

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