Ágil para su tamaño
El Galaxy es la última evolución de los monovolúmenes grandes de siete plazas. Las mejoras se aprecian ya en la posición de conducción, que, aunque es alta y tiene buena visibilidad, se parece a la de los turismos y no hace sentir que se lleva un monovolumen. Pero lo mejor es la manejabilidad, que le sitúa por delante de sus rivales, salvo el S-Max, su hermano deportivo, que es más bajo y ofrece un dinamismo superior.
Una suspensión bien resuelta
Lo mejor del Galaxy es que, a pesar de ser más grande y pesado que su antecesor, ofrece un comportamiento más estable y eficaz que acerca mucho su conducción a la de los turismos. El anterior ya era uno de los mejores monovo-lúmenes en este aspecto. Una de las claves es su mayor anchura de vías (seis centímetros más delante y ocho atrás), un detalle que, unido a un centro de gravedad más bajo, aumenta el aplomo y la manejabilidad en carretera. Así, se conduce con poco esfuerzo, no parece pesado y tampoco tiene las reacciones lentas de otros rivales. En cambio, sorprende por su agilidad en zonas viradas, porque gira muy plano en las curvas casi sin balancear y acusa poco las inercias.
El resultado es una estabilidad ágil y eficaz en todos los trazados que permite conducir con dos dedos. Y como tiene unas suspensiones cómodas que absorben bien, se conduce relajadamente con el mínimo esfuerzo y permite hacer viajes largos con menos cansancio que otros monovolúmenes, e incluso con más confort que en muchos turismos, porque se va sentado de forma más natural. El Galaxy va muy bien tal y como viene de serie, pero además puede incluir opciones que mejoran la estabilidad y la seguridad, como la suspensión trasera autonivelante (300 euros) que mantiene constante la altura al piso al margen de la carga. En cambio, el ESP se paga aparte (720 euros) o en un paquete con la amortiguación electrónica (1.220). Y esta carencia, siempre injustificable, lo es más aún en un modelo tan familiar.
Por lo demás, los frenos paran bien sin alargar las distancias y el ABS mantiene el equilibrio incluso pisando a fondo en una curva.
Un buen turbodiésel
El Galaxy sólo se vende con la última evolución del motor 2.0 turbodiésel, que ahora rinde 140 CV. Va acoplado a un cambio manual de seis marchas muy bien escalonado y ofrece unas prestaciones satisfactorias para una familia media. Es elástico a bajas revoluciones, lo que evita reducir a menudo en ciudad, y tiene bastante fuerza a medio régimen, un detalle clave para viajar a punta de gas sin quedarse en las subidas, incluso con carga. Además, acelera sin pereza al adelantar, al menos si se elige la marcha idónea, y mantiene los ritmos de crucero en cualquier trazado, sea recto y plano o sinuoso.
Los consumos son también correctos: gasta poco más de siete litros en conducción tranquila y no pasa de 10 en tráfico urbano o estirando más las marchas.
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