Los vecinos de El Cabanyal exigen que acabe el caos de las obras en el barrio
Los afectados denuncian la falta de información y planificación del plan de urbanización
La urbanización simultánea de una decena de calles y plazas en El Cabanyal-Canyamelar ha convertido el barrio en un caos para los vecinos, que llevan tres meses esquivando zanjas sin vallar, saltando sobre montones de escombros y tragando polvo, según denunciaron ayer en un pleno extraordinario de la junta municipal del Marítim. En una sala abarrotada, los afectados exigieron información y criticaron la "falta de planificación". El gobierno local del PP tomó nota y prometió que intentará reducir las molestias, una respuesta insuficiente para los vecinos.
El concejal de Circulación, Alfonso Novo, intentó aplicar la normativa de los plenos del Ayuntamiento, que prohíbe los aplausos, vítores o abucheos, pero los vecinos llegaron decididos a expresar sin cortapisas su irritación por las molestias que sufren desde hace tres meses. Cerca de dos centenares de personas llenaron la sala y el pasillo para seguir un pleno extraordinario para cuya celebración ha sido necesario recoger 1.900 firmas.
"¿Quién ha planificado esto?", "¿se han paseado por el barrio?", "¿por qué no han consultado a vecinos y comerciantes?, ¿asumen el error?" fueron algunas de las preguntas que llovieron sobre Novo y el concejal responsable de coordinar obras, Francisco Lledó. El director de la obra defendió la planificación del proyecto, lo que le valió más de una protesta airada del público. "Usted no vive aquí, se pasa una vez por semana", le reprocharon.
La falta de información a los vecinos sobre la renovación urbana de una decena de calles y plazas, y la ausencia de respuesta del gobierno que dirige Rita Barberá a las quejas y peticiones de reunión han indignado a los afectados, como puso de manifiesto Vicente Gallart, vicepresidente de la Asociación de Vecinos de El Cabanyal-Canyamelar. "¿A ustedes les parece adecuada y democrática esta forma de actuar?", preguntó retóricamente Gallart mientras desgranaba los problemas causados por las obras, desde zanjas abiertas "sin señalizar" hasta alcantarillas sin tapar, pasando por materiales que ocupan aceras durante semanas, escombros a las puertas de casa e importantes inconvenientes para el tráfico y sobre todo para aparcar. La asociación también criticó los materiales y los acabados, que considera inferiores y de peor calidad que los de otros barrios. Gallart pidió que se cumpla la previsión del plan de El Cabanyal de crear una oficina para encauzar la participación ciudadana, entre otras medidas que no hallaron respuesta.
Novo aguantó el chaparrón y admitió que ha faltado comunicación con los vecinos, ya que "no hubiera sido tan complicado hacer una reunión sobre las obras". El concejal rechazó que el gobierno municipal "discrimine" al barrio y destacó la "dificultad" de compaginar obras en aceras y calles con el mantenimiento y la renovación de los servicios como el agua. En principio, las máquinas, que han sufrido actos vandálicos que condena también la asociación, se retirarán de las calles en Navidad.
El edil también anunció nuevos aparcamientos pero sin especificar precios. Lledó se mostró ajeno a las críticas y recriminó a los vecinos que se quejen porque "en otros sitios" se acaban las obras, "se hace una paella" y todos contentos. El comentario cosechó una bronca contundente. Del pleno, que se cerró entre protestas, los vecinos no se llevaron ni las respuestas ni la información que buscaban. No eran los detalles sobre el grosor del pavimento o el modelo de farol Fernando VII lo que necesitaban saber.
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