Media vida sin sotana
Los debates sobre cuestiones religiosas suelen derivar en acaloradas discusiones. Así acostumbra a ocurrir entre interlocutores del mundo civil, y casi se diría que es difícil mantener la calma cuando aparecen en la conversación conceptos que atañen a cuestiones como los dogmas de fe o la rigidez de los estamentos eclesiales. Pero entre quienes algún día formaron parte de la jerarquía de la Iglesia también resulta difícil mantener el ánimo apaciguado.
Así quedó demostrado el lunes en la mesa redonda organizada con motivo de la publicación del libro Les plegades. Sacerdots secularitzats, la tesis doctoral del sociólogo Francesc Núñez, publicada por la editorial Mediterrània. En ella se estudia un fenómeno ocurrido entre finales de la década de 1960 e inicios de la de 1980, cuando no menos de 400 sacerdotes de las diócesis catalanas (entre el 15% y el 20% del total) se secularizaron en un proceso a menudo doloroso, incomprendido por una gran parte de la sociedad. Es un acontecimiento de extraordinarias dimensiones que, por su volumen, ha pasado a la historia contemporánea con el nombre de les plegades (del catalán plegar, cesar). El acto sirvió para confirmar que en muchos casos las heridas continúan abiertas, aunque sus protagonistas lleven media vida sin sotana. "Yo no me secularicé. A mí me secularizaron. Pero yo me sigo sintiendo sacerdote. En algunas ocasiones, sigo celebrando o concelebrando misa. Yo siempre he sido muy contrario al derecho canónico, que por mí se puede ir a hacer puñetas. Sólo creo en Dios", confesaba Joaquín Rúa Gràcia desde los asientos del público.
La mesa de debate fue organizada conjuntamente por la editorial Mediterrània y la revista Foc Nou a partir de una idea del editor del libro, Eduard Fornés. Su intención era ofrecer un punto de encuentro a los protagonistas de la tesis. Medio centenar de ex sacerdotes, muchos de ellos con sus esposas, respondieron a la convocatoria. Ésta no pudo celebrarse en el lugar escogido inicialmente por los organizadores: el aula magna del seminario de Barcelona. "No nos la han dejado. Creo que el miedo, la suspicacia, el recelo y la desconfianza son las razones que explican la negativa. Por desgracia, ésta es la norma. ¡Qué lástima!", deploraba Francesc Núñez. Finalmente, la reunión tuvo lugar en el aula magna de la Universidad de Barcelona.
Sin hacer caso de temor alguno, que él silenció pero confesaron discretamente los convocantes, hasta allí se dirigió el obispo auxiliar de la diócesis de Barcelona, Joan Carrera. Él fue uno de los invitados a participar en la mesa redonda, junto al escolapio y antropólogo Ramon Maria Nogués; los sacerdotes secularizados Jordi Bertran y Alfons Formariz; Joan Llisterri, director de la revista Foc Nou, y Joan Estruch, sociólogo y director de la tesis de Núñez, que completó la lista de ponentes. Se habló del silencio en que se ha envuelto les plegades durante todos estos años, y también de la imposibilidad de generalizar las características de un proceso en el que intervinieron muchos factores y que tuvo tantas variantes como protagonistas. Aunque, como explica Francesc Núñez, es básico el contexto de cambio social, el de finales de los años sesenta, desde el Mayo Francés hasta la agonía del régimen franquista, con la lucha obrera como agente esencial de desestabilización para las vocaciones de muchos curas de barriadas proletarias. Muchos de ellos se casaron tras colgar la sotana, pero sólo en algunos casos, señala Núñez, puede hablarse del enamoramiento como razón fundamental para la renuncia. Algunos ni siquiera formalizaron su secularización. "Yo me fui extinguiendo, no sé decir cuándo dejé de ser sacerdote", confesaba Formariz. "No me preocupa por qué dejé de ser sacerdote, sino por qué los demás continuaron siéndolo", añadió.
Muy cerca de él, el obispo auxiliar de Barcelona mantenía el tipo ante las intervenciones contrarias, se mostraba comprensivo con quienes emprendieron el camino de salida, por su dolor, pero añadió que también quienes se quedaron sintieron preocupación "y se sintieron disminuidos y faltos de los compañeros con quienes habían compartido muchas cosas". Carreras agradeció que el libro posibilite el diálogo, reconoció que la Iglesia debía asumir "responsabilidades" ante tamaña deserción y pidió "un poco de autocrítica" a los ex sacerdotes. A tenor de lo visto, no es fácil señalar si es posible mantener un diálogo reposado sobre un tema que todavía desata encendidas reacciones. El hecho objetivo es que ya hay un documento riguroso para estudiar la mayor desbandada de sacerdotes que se ha vivido jamás en Cataluña.
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