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Los militares de Mauritania inician la entrega del poder a los civiles

Los observadores resaltan la limpieza de las elecciones del domingo

Rara vez los observadores internacionales que asisten a unos comicios en el mundo árabe les suelen dar su visto bueno. Los que siguieron de cerca, el domingo, las elecciones legislativas y municipales pluripartidistas en Mauritania sí lo hicieron ayer. Con ellas arrancó la devolución del poder a los civiles por parte de una Junta Militar que, en agosto de 2005, dio un golpe de Estado para acabar con la dictadura.

El número de observadores, unos 200 -la mayoría de la Unión Europea, pero también de la Unión Africana o de la Conferencia Islámica-, no les permitió controlar a fondo el desarrollo del escrutinio en un país cuya extensión duplica la de España, pero sí sacaron una impresión positiva de su transparencia.

"La votación ha funcionado bien en todo el país", declaró Marie-Anne Isler, jefa de los 87 observadores europeos que visitaron el 13% de los 2.336 colegios electorales a los que habían sido convocados 1,07 millones de mauritanos.

La jornada electoral transcurrió sin incidentes si se exceptúa la distribución de propaganda en los alrededores de algunos colegios y el elevado número de papeletas nulas a causa de las dificultades para rellenarlas por parte de una población analfabeta al 50%.

Los resultados definitivos de las elecciones serán dados a conocer hoy, aunque el recuento parcial de papeletas apuntaba ya algunas tendencias. La primera es que la participación ha sido alta, entre el 65% y el 70% del censo, según datos provisionales del Ministerio del Interior.

La segunda es que tres partidos parecen destacar sobre los demás. El primero es la Alianza Popular Progresista, una coalición de ex esclavos y de militantes nacionalistas. El segundo es el Reagrupamiento de Fuerzas Democráticas, de Ahmed Ould Daddah, acérrimo opositor al dictador Maaoya Sidi Ahmed Ould Taya, que gobernó el país durante 21 años. Pero, paradójicamente, los partidarios de este último, integrados en el Partido Republicano para la Democracia y la Renovación, también parecían cosechar un buen resultado.

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Los sufragios que obtendrán los islamistas constituyen una gran incógnita. No se pudieron presentar como partido sino como independientes, pero llevaron a cabo una campaña muy activa. Cumplieron a rajatabla el requisito de reservar una cuota de puestos en la lista de candidatos -el 20% en las municipales- para las mujeres.

Las elecciones del domingo constituyen el segundo paso -el primero fue un referéndum- del sorprendente proceso de democratización iniciado por la Junta Militar, que derrocó hace 15 meses al dictador. "Es un gran avance para la democracia mauritana", insistía Mohamed Ould Molou, presidente de turno de la coalición de los antiguos partidos de oposición.

Para demostrar su desinterés por seguir ejerciendo el poder, el coronel Ely Ould Mohamed Valla, que preside la junta, ha prohibido a sus miembros que se presenten a los comicios del domingo, a las elecciones senatoriales de enero y a las presidenciales de marzo. Será entonces cuando, si el experimento concluye con éxito, la junta traspase el poder a los civiles.

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