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Reportaje:Día de las Víctimas de la Violencia Vial

"Mató a mis cuatro familiares y él salió ileso"

Cuatro víctimas de la inseguridad vial cuentan el impacto que los accidentes han tenido en sus vidas

Ana Santos y Charo González llevan más de 20 años arrastrando su paraplejia incompleta. La primera salió despedida por la luna trasera de un coche en las curvas de Parquelagos, en la A-6, cerca de Torrelodones. La segunda se dejó la salud en una comarcal de Albacete al precipitarse contra el parabrisas en una curva cerrada sin señalizar. No llevaban puesto el cinturón. Las dos pertenecen a la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal (Aesleme).

Carmen Manjón perdió en 2001 a su hijo Álvaro, arrollado por un coche en mal estado cuando presenciaba un rally en Villarejo de Salvanés. El chaval falleció el día que cumplía 12 años. Beatriz Fernández sufre la muerte de su hermana Cristina, su cuñado, el hermano de su cuñado y la novia de éste, desde que un conductor que superaba la velocidad permitida les aplastó con su Mercedes al invadir el sentido contrario en el kilómetro 343 de la carretera de Extremadura, un día aciago de 2004. Carmen y Beatriz luchan por las víctimas de tráfico en la asociación Stop Accidentes. EL PAÍS ha reunido a estas cuatro mujeres para que relaten su historia y expliquen lo que en su opinión no funciona en la seguridad vial.

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Ayer se celebró en Madrid el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de la Violencia Vial. En 2005, fueron 274 personas las que se dejaron la vida en las calzadas madrileñas; 16.634 resultaron heridas de distinta consideración. A muchas de ellas y a sus familias les ha cambiado la vida.

La conversación entre Ana, Charo, Beatriz y Carmen arranca hablando de los conductores irresponsables cuya conducta negligente o criminal causa siniestros mortales.

Beatriz. Son más que irresponsables, son verdaderos terroristas. ¿Qué es un terrorista? El que siembra el terror. Esta gente son terroristas viales. ¿Recordáis el anuncio de la DGT que comparaba a los conductores criminales con asesinos? Bien, el que mató a mi hermana iba a 167 kilómetros por hora, y lo sabemos porque lo dijo un perito, no porque constara en el atestado, que estaba mal hecho. Pero lo más probable es que no le pase nada en el juicio, que por fin se celebrará el día 23, tras más de dos años de espera.

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Ana. ¿Y él no murió?

Beatriz. No. Su copiloto murió quemado y mató a mis cuatro familiares, pero él salió ileso y ahora se irá de rositas porque el fiscal sólo ha pedido dos años de cárcel y tres de retirada de carné, ni siquiera el máximo que permite el Código, seis años de prisión. Aunque sólo le caiga eso por cinco homicidios imprudentes, no irá a prisión por no tener antecedentes. Es muy frustrante. Ni la Guardia Civil ni la juez de instrucción ordenaron que se le hiciera la prueba de alcoholemia. Nosotros pedimos que se apruebe un protocolo nacional de atestados, para que siempre se hagan igual. Nos llegan muchos atestados a la asociación tan mal hechos que luego en los juicios no se puede probar nada. Además, el juez tiene mucha discrecionalidad: él interpreta qué es velocidad desproporcionada o los niveles de alcoholemia. La ley no es clara ni contundente.

Carmen. Es que a veces el funcionamiento de la justicia nos acaba de hundir. Nunca van a reparar tu pérdida, porque a Álvaro no lo resucita nadie, pero al menos me gustaría ver que los responsables de su muerte lo pagan. Mira, el coche de rally que lo arrolló llevaba ruedas caducadas, de un modelo que no se fabrica desde hace 15 años; sólo 15 de los 36 coches que participaban en la carrera estaban asegurados. Aun así, todos han salido absueltos, ¡de una imprudencia leve! Hemos recurrido hasta el Constitucional. Está claro que hay que endurecer el Código Penal.

Beatriz. Cuéntales cuando te acusaron a ti.

Carmen. Sí. Les llamé asesinos en el juicio, a los responsables, porque lo eran, habían matado a mi hijo. Y tuve yo que sentarme en el banquillo, imaginaos la desproporción. Pero es que yo les odio; es así, siento odio, y deseo que les pase lo mismo que a mi hijo.

Charo. Al menos, últimamente, la DGT parece que se ha puesto las pilas. Los políticos se han dado cuenta de que el tráfico causa más muertos que una guerra y tiene un coste social y económico altísimo.

Ana. Sí, ahora hay más información que antes, y el que no la recibe es porque es ciego y sordo. ¡Pero cuánta gente ha tenido que morir para que se obligue a llevar el cinturón en la parte de atrás del coche, que ni existía cuando yo tuve mi accidente! ¿Y cuántos morirán antes de que los autobuses lo lleven? Estoy convencida de que es una cuestión de dinero...

Beatriz. Ya, pero el mensaje del peligro no acaba de llegar a la gente. Algo falla. Mira, antes de lo de mi hermana, yo no era consciente de esto, y me arrepiento.

Carmen. Claro, cada uno tiene que ser responsable, como dice el eslogan de la DGT, "no podemos conducir por ti". Pero el Estado sí puede hacer mucho más. Como lo del carné por puntos, que ha estado bien. Aunque no hay que ser triunfalistas y poner mucha vigilancia, porque en España funciona el miedo a que te pillen, no el temor a matar. La gente se va a acabar relajando cuando vean que no pierden puntos porque no les pillan.

Charo. Es que hay que cambiar los comportamientos desde la escuela. En Aesleme hemos hecho charlas con más de un millón de personas, y la gente se queda muy impresionada cuando ven las consecuencias del tráfico de cerca. Por ejemplo, un libro que va suelto en la bandeja de atrás adquiere tal peso con la inercia de un choque, que si te da en el cuello, ya está, se acabó. Formación e información, ésa es la clave.

Ana. Yo alucino cuando llevo a mi niña en coche al colegio y veo a madres que no los llevan en las sillitas. Me dicen, "es que ella no quiere ir ahí", y yo pienso... ¿es que no se dan cuenta de que se te puede matar? Mi hija es una fiera corrupia, pero yo le hago ir en sillita. ¡Oblígala, mujer, que se acostumbre desde cría!, les digo yo a las otras. También hago pedagogía para que los reposacabezas vayan bien puestos, porque si no, lesión medular al canto.

Carmen. La seguridad vial debería ser una asignatura para que el niño sea el que empuje a los padres a ser más seguros. Durante años ha habido clase de religión sin que todos estemos de acuerdo, y en esto, que se trata de salvar la vida, ¿qué? Debería haber profesores especializados.Charo. Los cursos de reeducación para los que pierden el carné van a estar bien, pero deben hacerse también cuando te lo sacas. La gente debe ver vídeos para que sepan lo que les puede pasar. Y que no se confíen: hay muchos que dicen, "yo conozco esta carretera bien". Sí, pero no conoces las circunstancias de esa vía que hoy te vas a encontrar. Cuidado.

Beatriz. También hay que implicar más a los medios de comunicación, para que la presión convierta al tráfico y las víctimas en una prioridad política. Las víctimas no estamos atendidas.

Carmen. Es que no estamos reconocidos por la sociedad. Somos muchísimas víctimas de la violencia vial, pero la sociedad está impasible. No tenemos un Alto Comisionado como tuvieron las del terrorismo. Está claro que no somos una prioridad para los políticos, los medios y la sociedad.

Beatriz. También fallan otras cosas, como la atención médica. Mi hermana estuvo más de dos horas en dos ambulancias hasta que llegó al hospital de Badajoz, por una excusa burocrática.

Charo. A mí me metieron en un coche de cualquier manera y en el hospital me sentaron en una silla de ruedas, ¡imagínate! Pero, claro, fue en 1984. Me dijeron que estaba estupenda, y luego me pasé nueve meses en el hospital de Parapléjicos de Toledo.

Ana. En mi caso, falló el mecánico del coche de mi hermano, en el que viajaba. Dejó suelta una tuerca del amortiguador y dimos vueltas de campana. Un año en Toledo... Pero al menos puedo andar sin silla en trayectos cortos. Tuve suerte.

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