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Los gigantes de Detroit aprovechan el momento

El cambio de poder en el Capitolio se ve con optimismo en la industria del automóvil. Los tres grandes de Detroit -General Motors, Ford y Chrysler- confían en que los demócratas ejerzan presión sobre la Casa Blanca para que proponga iniciativas en los ámbitos energéticos, de la salud y comercial, que permitan hacer frente a sus serios problemas de competitividad que sufren frente a los agresivos rivales asiáticos.

El martes, los consejeros delegados de los tres fabricantes estadounidenses hicieron escuchar su voz ante el presidente George Bush. El Gobierno y el sector comparten que deben adoptar juntos medidas para hacer frente al problema de dependencia energética que tiene EE UU por la vía del desarrollo de tecnología que permita un uso más eficiente del combustible y reducir las emisiones. Pero la Casa Blanca se opone a dar un trato de favor a esta industria.

"Entendemos que tenemos que ganarnos el mercado", reconocen en GM, pero consideran que los problemas que viven son cuestiones de interés nacional que afectan a la salud y a la competitividad del conjunto de la economía. Bush dejó claro, tras el ansiado encuentro, que las dos partes deben trabajar para conseguir que la industria del automóvil sea robusta y vibrante. El nuevo clima en Washington plantea oportunidades al sector, pero también retos.

John Dingell, demócrata por Michigan, que podría presidir el Comité de Energía y Comercio en la Cámara de Representantes, considera que la Casa Blanca debe introducir cambios significativos de política y entablar una nueva relación con la industria. Los liberales son más sensibles que la oposición conservadora ante el impacto que está teniendo la crisis de los tres gigantes de Detroit en las economías del Medio Oeste.

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