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Análisis:LA NUESTRA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ruido y disparate

Pocas novedades esta semana. El jueves, en La guerra civil en Andalucía, se volvió a aparecer Pío Moa, esta vez para ensalzar la superioridad de Franco como estratega militar, por encima incluso de Napoleón Bonaparte: Napoleón perdió sus guerras, y Franco ganó, dijo. En Tierra de nadie parece que apuntan tensiones entre algunos expertos, unos más partidarios que otros de darle a la cosa un tonillo menos cutre, pero se confirma todo lo que el programa prometía. Hay una novedad que en realidad lo es sólo a medias, porque procede del reciclaje: uno de los concursantes más pertinaces de Hagamos el humor ha pasado a tener programa propio: él se llama Manu Sánchez y el programa De la mano de Manu. Aún no lo he visto, pero promete: contiene monólogo inicial, entrevistas de cachondeo a personajes históricos (es curioso: en la web ponen el ejemplo de Napoleón, podían aprovechar para preguntarle por lo de Moa) y otras entrevistas llamadas "de ultratumba" (no sé si son las mismas), así como "encuestas callejeras en un tono distendido y disparatado"; el conjunto se define como "contenidos inteligentes y arriesgados". Y qué van a decir.

Otra cosa. El jueves Canal Sur Televisión tuvo la delicadeza de repetir solo unas cuatro veces unas imágenes en las que no se veía nada y que, sin embargo, en los juzgados de Tele 5 y en los calabozos de Antena 3, cubrieron casi la mitad del horario de emisión: son las imágenes de ese barullo de paraguas, la mitad de una cámara, el capó de un coche y otros fragmentos irreconocibles con las que se daba cuenta de la salida de Maite Zaldívar del plató de Marbella. Esta mujer ha desencadenado un ruido mediático comparable al de la llegada del hombre a la luna. Lo peculiar del medio es que todo ese ruido sirva para envolver el más espeso de los silencios acerca de lo que pasó y está pasando y para que no se abra paso el debate de fondo: como decía aquí Justo Navarro el domingo pasado, el crecimiento de los últimos años nos parece magnífico, pero nos escandalizan los medios para alcanzarlo, estando siempre -desde luego- a favor del crecimiento. Carecemos de foros públicos en los que aclararnos estas cosas a nosotros mismos, y resulta inevitable la sensación de que las preguntas que se nos ocurren son todas impertinentes, inadecuadas o inoportunas, propias de la televisión de madrugada (que es, por supuesto, la hora a la que Canal Sur emite su programa de debate Mejor lo hablamos).

Ya sabíamos todo esto: la banalización es al mismo tiempo espectáculo y ocultamiento, deslumbramiento y opacidad. La desaparición del conflicto, el silencio sobre la contradicción, son formas de una estrategia en la que acaban descubriendo afinidades de fondo intereses aparentemente contrapuestos. Tenemos acceso a una política que no trasciende esta contraposición que agita la superficie del agua y hace tanto ruido; pero no podemos oír el silencio del fondo marino, la paz que reina en ese mundo invisible donde todo tiene sentido, obedece a una lógica. Para empezar, somos nosotros mismos los que no queremos enterarnos: las quejas que llegan al Defensor del Oyente y el Espectador de La Nuestra se refieren a cosas como los problemas para ver Arrayán fuera de Andalucía.

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