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Reportaje:

"Silva va a marcar una época"

Sus entrenadores elogian la competitividad del valencianista, al que el Madrid rechazó con 12 años

Juan Morenilla

Cuando tenía 12 años, David Silva se presentó a unas pruebas del Madrid. Le rechazaron por pequeño y regresó con su padre a Arguineguín, en Canarias. Ocho años después, aquel zurdo chiquitajo (1,70 metros) ha sido convocado por la selección española absoluta tras asumir el liderazgo del Valencia en su primer curso con un desparpajo insultante. Sin sitio en el Bernabéu, sí se ganó el visto bueno de los ojeadores de Mestalla y con 14 años llegó a la cantera de Paterna. A punto estuvo de dar marcha atrás y volverse con su familia en los primeros meses por culpa de una lesión y cierta inadaptación.

Competitivo por naturaleza, Silva se quedó y comenzó su despegue. Poco después, el Barça intentó ficharle, pero el Valencia ató a la joya canaria ofreciendo un trabajo en el servicio de seguridad de su ciudad deportiva a su padre, Fernando. Silva se fogueó hasta llegar al filial y los clubes comenzaron a darse codazos por él. Primero, el Parma. "Me avisaron mis ojeadores y me impresionó. ¡Qué talento y calidad! Me gustaba mucho y casi conseguí la cesión, pero se rompió la negociación", explica Arrigo Sacchi, entonces director técnico del club italiano.

"Es un elegido, el jugador redondo", dice Fernando Vázquez, que le hizo debutar en Primera

Silva pasó al Eibar, al fango de Segunda. "Llegó la última semana porque no teníamos banda izquierda. En la tercera jornada empezó a jugar y nadie le quitó del campo. Y no de interior. Se ganó la media punta. Es el jugador más competitivo que he tenido", asegura el que fue su técnico, José Luis Mendilibar. "Fuera del campo habla poco. Es tímido. Le ves pequeño... Pero dentro tiene mucha personalidad. Nunca se achicó. Quería todos los balones, nadie le quitaba la pelota. En el Eibar se hizo futbolista, maduró, aprendió a correr y defenderse. No le costó hacerse a la categoría. En Segunda el balón lo ves pasar por arriba, pero él cogió el sitio y se ofrecía siempre. Da salida al balón por dentro, lo más difícil", añade el preparador vasco. El jugador se ganó la admiración de todos cuando ante el Lleida lanzó el balón fuera a punto de marcar porque un rival estaba lesionado.

Silva revolucionó el Eibar, que estuvo a punto de subir, y el Valencia lo cedió luego al Celta. Su debut en Primera. "Le vi entrenarse el primer día y me enamoré de él", recuerda Fernando Vázquez. "Te gana por su calidad y humanidad. Se entrena con una intensidad increíble. Alguna vez tuve que decirle: 'Baja un poco, contrólate'. Te sientas en una silla a verle y disfrutas. Sus compañeros estaban alucinados. '¡Qué bien juega este chico!', les oía decir. Lo echamos mucho de menos. Es un ejemplo claro de que más importante que la experiencia es el talento. Es un jugador en todas sus facetas. Lo demuestra en la competición. Cuando compite, se crece, es de sangre caliente, muy apasionado. Tiene las condiciones de los elegidos: talento, trabajo y calidad técnica más calidad táctica. Es un gran pasador y ve el fútbol como nadie", añade.

Silva ocupó en el Celta todo el ataque, como en el Valencia. "Puede jugar donde quiera el entrenador. Incluso lo haría perfectamente de medio centro. Su físico engaña. Parece débil, pero es rápido, resistente y va bien de cabeza. Es admirable, el jugador redondo. Va a marcar una época", asegura Vázquez. En Mestalla, Silva se ha echado más de una vez el equipo a la espalda. Con 20 años, se enfada si no es titular. El pequeñajo que rechazó el Madrid se ha hecho grande.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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