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La derrota del 'neocon'

No me refiero a Bush, sino a CiU. La campaña neoconvergente y su derrota frente a los votos que han revalidado el tan agredido catalanismo de izquierdas ha puesto de relieve una vez más el extremo rostro de esa derecha.

¿Cuáles son sus rasgos, en apariencia increíbles?: rechazo a la democracia pluralista si cuestiona su poder; desdén por las justas razones de las minorías cuando lo monopolizaba; falta de respeto a las instituciones cuando las rigen sus rivales; ausencia de convicción ideológica más allá de la retórica y el oportunismo, ofreciéndose neoliberal al PP y socialdemócrata a los partidos de izquierda con tal de tocar mando y cartera; negar la inteligencia de los catalanes al tenerlos por tontos y fácil presa política del marketing publicitario; manipular el sentimiento nacional haciendo bandera partidista de estimar Catalunya, como si los demás no la amásemos; agresividad calumniosa hacia los grupos rivales utilizando por sistema la mentira y la trampa; hipocresía que disfraza de patriotismo el interés propio; patrimonializar en exclusiva la Generalitat, el país y el catalanismo; ser sucursal de quien mande en Madrid para mantener su poder aquí, después de acusar durante años al PSC de sucursalismo, y vetar a Montilla como Presidente por su obediencia a Zapatero mientras exige y espera que éste le obligue a pactar con Mas; llamar apoyo a la gobernabilidad española lo que es simple chantaje a sus gobiernos (las mafias cobran por no atentar) para que ordenen a sus "agentes" (Piqué, Maragall, Montilla) que la aúpen o se le rindan; negar un pacto sociovergente con ZP tras convertirlo en vox populi por sus plumíferos a sueldo; escandalizarse ante la campaña anticatalana del PP, siendo ella la provocadora para hacerse perdonar su antigua alianza, con un nacionalismo verbal exacerbado que incitó a Carod con engaño a rivalizar en exabruptos y exigencias que debilitaron el apoyo del PSOE al Estatuto y ayudaron al PP; boicotear el Estatuto y, a última hora, apuntarse el tanto en exclusiva, encelando a ERC y lograr así la ruptura del odiado tripartito y la caída del peligroso candidato Maragall; decir que el PSC y ERC engañaron al pueblo por no proclamar sus futuras alianzas, cuando CiU hizo lo propio con sus votantes contrarios a pactar con éstos, a los cuales acabó suplicando coalición a cualquier precio, menos, eso sí, la Presidencia.

¿Podía ser otro el resultado de tanto vicioso error antidemocrático? ¿Extrañará que el amplio sector que ha votado a CiU lo haya hecho intoxicado por el clima enrarecido de unos "neoconvergentes" contra el resto de la Cataluña plural? ¿No habrán logrado la abstención de los electores moderados, igual que la de otros se debe a la confusión creada en estos años por la maliciosa estrategia de CiU de inducir desacuerdos y conflictos permanentes entre todos los partidos? ¿Podían alegrarse los catalanes de seny con las técnicas importadas por el aznarismo facha de los neocon de Bush? La campaña del ex convergente Piqué, heterodoxa según Zaplana, fue, pese a todo, más digna y liberal. Su eslogan, al menos, ha triunfado: ha votado el sentido común; el que ha confirmado al Gobierno tripartito pese a sus errores, distintos a los aireados por CiU. El plebiscito contra el Gobierno Maragall, centro de la campaña derechista, fue derrotado por 70 escaños a 48: 22 de diferencia. Por lo visto, y pese al DVD, la gente estaba enterada de lo bueno hecho por las izquierdas en un trienio y que CiU no hizo ni en ocho. Sin necesidad de ERC, el bipartito PSC-ICV le ha ganado por un escaño más. De poco ha servido arrastrar al muy honorable Jordi Pujol a la táctica neocon. Tampoco la amenaza de una crisis social ("O yo o el caos", como decía Franco) si ganaban las izquierdas. Todo para lograr tan sólo dos nuevos escaños gracias a una ley electoral injusta, perder cien mil votos, crecer un 0,58%, y retornar al infierno de la oposición sin dinero público para pagar las deudas millonarias de una campaña disparatada.

Lo peor es que no se ve propósito de enmienda. Montilla prometió no recaer en errores, y la nueva Entesa ha recordado en público cuáles fueron éstos y cuáles sus remedios. Su mayoría absoluta se debe a que los electores se fiaron del serio Montilla y no de su espavilat rival. En cambio, Mas dice que repetiría su campaña de genialidades infantiloides (cheques, notarios,Guifrés, mentiras y cintas de vídeo por quien hablaba de maragalladas), amenaza con una oposición aún más destructiva que la anterior, y el señor Duran piensa votar en Madrid con el PP para seguir forzando una ruptura Zapatero-Montilla por no dejarse sucursalizar éste como CiU. Con tozudez suicida se vuelve a negar legitimidad al nuevo Gobierno democrático. Una Entesa que ya sabe cómo se las gasta el punzón insidioso y separador (es decir, diabólico) de CiU no ha de dar, espero, el mínimo pretexto a quien tan mal la quiere. Ya sé que es pedir demasiado, pero lo más mínimo suele ser agrandado hasta el infinito por quien no puede con lo grande. No podemos jugarnos de nuevo el futuro en paz y progreso de nuestra nación ni aquí ni en el resto de España.

J. A. González Casanova es catedrático de Derecho Constitucional de la UB.

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