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Saura y el reto de Interior

De todas las noticias sobre el nuevo Gobierno catalán que se han generado, la más relevante, por sorprendente, es, sin lugar a dudas, la que nos informa de que la titularidad del Departamento de Interior será asumida por Joan Saura. Desconozco el detalle íntimo de la negociación que se realizó entre los días 3 y 5 de noviembre para la formación del futuro Gabinete, con lo cual no sé si esta decisión fue planteada originariamente por Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) o fue la consecuencia del reparto entre socialistas y republicanos. Hay quien dice que la decisión de los otros socios de ICV en el Gobierno catalán de asignar el Departamento de Interior a Saura no es otro que el deseo de aquéllos de que ICV tenga que lidiar con situaciones como mínimo de cierto riesgo y evitar que si el Gobierno tiene desgaste, a Saura y a ICV la situación no les pase factura. Yo también creo que fue lo segundo, pero haciendo buena la máxima de hacer de la necesidad virtud, la gente de ICV (como mínimo sus dirigentes) ven el nuevo departamento no sólo como un reto -es evidente que lo es-, sino como la gran oportunidad para culminar el proceso de modernización de la izquierda alternativa y catalanista que ICV representa.

Hay que reconocer a Saura y a su equipo un alto grado de responsabilidad política, y también una concepción del riesgo que en política no es muy habitual, unas virtudes que combinadas pueden ser muy saludables. Lo de la responsabilidad ya lo sabíamos por las repetidas muestras de Joan Saura de no subirse al Dragon Khan en la última legislatura. Saura fue un consejero que teniendo una presencia pública significactiva en el Gobierno de Maragall no metió al Gobierno catalán ni a la mayoría parlamentaria que lo sustentaba en ningún lío. De alguna manera fue el bombero del Gobierno ante tanto conato de incendio. Algunos adversarios políticos le criticaron su particular manera de entender y ejercer la responsabilidad, otros lo acusaron de hacer un seguidismo excesivo hacia el Partit dels Socialistes (PSC) y de no asumir ningún tipo de riesgo político dado que su departamento era el que acumulaba menos gestión y más dimensión política. Pero las evidencias siempre sitúan las cosas en su sitio y es evidente que la ciudadanía valoró ese sentido común que Saura e ICV practicaron en los últimos años y les auparon con 40.000 votos de más que los que obtuvieron en las anteriores elecciones, un hecho muy relevante dado que se produjo en un contexto en el cual la participación general descendió en varios centenares de miles de votantes.

Con la decisión de asumir el Departamento de Interior, Saura vuelve a mostrar su responsabilidad, ya que al rechazar la propuesta hubiese abierto probablemente una crisis entre los socios, la primera antes de iniciar la legislatura. Quizá otros dirigentes se hubiesen refugiado en las posiciones más tradicionales de ese espacio político que representa ICV y habrían amenazado con aportar sus 12 diputados para evitar un Gobierno presidido por Artur Mas, pero sin entrar en el Gobierno, dejando al PSC y a Esquerra Republicana (ERC) solos en ese reto. Saura ni tan sólo plantea batalla y asume el riesgo derivado, un riesgo doble: el propio de cualquier político que asume la cartera de Interior y el específico de asumir un ámbito de gestión donde el discurso al uso y el que espera la población en materia de seguridad ciudadana y convivencia es como mínimo distante del que ICV tiene al respecto. No hay que olvidar que ICV se define como izquierda alternativa y es evidente que hasta el momento no hay espacio menos sensible a las ideas alternativas que el relacionado con la seguridad.

Lo relevante de la decisión de Saura no es sólo que él pueda salir con una imagen pública deteriorada de su paso por Interior, sino que es el conjunto de ICV el que podría quedar afectado. No es lo mismo que un ministro ejerza el cargo de Interior en un Gobierno monocolor, que el departamento más importante que una formación ocupe sea el de Interior. Si Joan Saura tiene una gestión difícil en el Departamento de Interior, el buen trabajo de Francesc Baltasar -el otro consejero de ICV en el Gobierno de Montilla- difícilmente salvará la cara a ICV. Ahora más que nunca, ICV se lo juega todo en la gestión del Departamento del Interior. La evidencia es tan grande que por eso la decisión del propio Saura y de ICV de asumir ese reto es tan relevante y, en mi opinión, digna de elogio.

Saura tendrá la responsabilidad, por primera vez en un consejero del Gobierno catalán, de la seguridad ciudadana con el despliegue de los Mossos d'Esquadra realizado en todo el territorio. En verdad será el primer ministro de Interior digno de ese nombre en la historia reciente del Gobierno catalán. Pocas cosas le serán ajenas, y por eso es tan arriesgado. Un proyecto político puede encerrarse en sí mismo o intentar conquistar nuevos espacios. El primero conseguirá con suerte sobrevivir, el segundo puede fracasar, pero sin lugar a dudas es el único que puede aspirar a progresar y crecer. No sé cuál es la consecuencia de lo que el vicepresidente de ICV, Jordi Guillot, decía de aplicar a favor de los más débiles las políticas de seguridad ciudadana. Pero es evidente que la única posibilidad de éxito entre las demandas ciudadanas en general y las expectativas del propio electorado en ese campo obligarán a encontrar un nuevo discurso y nuevas formas de actuar en ese ámbito. La experiencia en materia de seguridad en el mundo local -en el que ICV ha tenido y tiene importantes responsabilidades- puede servir, pero sin olvidar que ahora es todo el país el que estará en sus manos. Las comparaciones son odiosas, pero muchos criticaron a los verdes alemanes cuando asumieron carteras ministeriales ajenas a su tradición. El resultado no les fue nada mal. Lo único malo de tener a Joan Saura en Interior es haber perdido a Montserrat Tura.

Jordi Sánchez es politólogo.

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