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Reportaje:

Llega el robot aparcacoches

Un bloque de viviendas de Huertas estrena el primer garaje que estaciona el vehículo solo

Al padre del Quijote le ha salido un vecino moderno. A tres portales del convento de las Trinitarias, donde está enterrado Cervantes, en la calle de Lope de Vega, abrió ayer un garaje-robot aparcacoches capaz de almacenar 55 vehículos sin intervención humana. En el mismo acto de inauguración de la instalación, el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, entregó las llaves de sus casas a los nuevos vecinos del número 10, que vivirán alquilados sobre el primer aparcamiento totalmente mecanizado de la ciudad y segundo de España.

Aséptico, seguro, barato, práctico. Los constructores de la criatura no ahorran elogios para su robot. Se trata de un silo de 12 metros de profundidad en el que las máquinas aparcan los coches tras dejarlos su conductor a ras de acera en el bajo del inmueble. "El primer estudio del proyecto, que preveía un aparcamiento convencional, concluyó que sólo cabrían 16 coches", afirma Eduardo Catalán de Ocón, consejero delegado de Integral Park Systems (IPS), representante en España de los ingenieros alemanes autores del invento. La plataforma hidráulica y giratoria que se ha instalado finalmente permite aparcar 55 vehículos en cinco niveles de grandes estanterías "porque, gracias al robot, se eliminan las calles y rampas de los aparcamientos habituales".

Con un aparcamiento normal sólo habrían cabido 16 plazas: el robot permite tener 55

La máquina lo hace todo una vez que se ha dejado el coche en el punto desde el que se bajará al almacén, pero la inteligencia del dispositivo no es absoluta y el conductor habrá de seguir ciertas normas. Para empezar, los vehículos no han de medir más de 5,5 metros de largo, 2,10 de ancho y 2 de altura. El peso que aguanta el ascensor es de 2.500 kilos, pero no se permite el uso de motos, bicis o remolques. Hay que recoger la antena y los retrovisores para no molestar los espasmos del robot y evitar que el vehículo pierda aceite o gasolina, vaya a ser que se incendie la máquina. Por esta misma razón, no se admiten coches con motor a gas.

Para sacar el vehículo de este garaje impersonal basta con acercar un chip redondo, como un llavero, a un lector electrónico dispuesto en la entrada del garaje: el conductor volverá a tenerlo en sus manos en 1,5 minutos si el coche fue aparcado en el primer nivel, y en un máximo de 2,20 minutos si se encontraba en la segunda fila del piso más profundo.

El Ayuntamiento ha construido sobre el aparcamiento 11 viviendas de dos dormitorios adjudicadas a nueve jóvenes, un antiguo ocupante de la finca y una familia realojada. Pagarán 300 euros por el alquiler de sus casas protegidas de 50 metros cuadrados. Los vecinos del edificio tendrán sus plazas en el garaje, y los 44 sitios restantes serán subastados en diciembre. El coste del ingenio aparcacoches ha sido de 1,1 millones, a razón de 17.000 euros por plaza, un 40% más barato que construir un aparcamiento tradicional, según Ignacio Viñas, director de proyectos en IPS. El mantenimiento de la instalación cuesta 18 euros por plaza y mes, e incluye una revisión integral cada seis meses, un servicio 24 horas y el control continuo vía módem de cualquier incidencia.

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Otra utilidad del robot consiste en que varios de ellos en distintos edificios consiguen almacenar tantos coches como un gran aparcamiento tradicional, sin colapsar las vías circundantes por su uso, aseguran en IPS. Por eso, la empresa construye otras instalaciones en la ciudad siguiendo el mismo modelo, seis de ellas en inmuebles privados. Otro robot a cargo del Ayuntamiento (172 plazas) se construye en la calle de la Alameda, detrás del futuro Caixa Fórum, muy cerca del que acaso incordie desde ahora el sueño eterno de Cervantes.

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