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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vigilar, castigar

En 1917 Marcel Duchamp presentó en una exposición un urinario para ser exhibido como obra de arte, aquel gesto justifica que hoy Dora García (Valladolid, 1965) pueda presentar un vídeo que contiene una narración filmográfica, inequívocamente de propaganda política, como obra de arte en una galería. Sin embargo, el tiempo que separa ambos actos no ha pasado en balde, Marcel Duchamp se defendió entonces de las acusaciones que sufrió asegurando que su pieza no era inmoral sino provocadora, mientras que este nuevo trabajo de Dora García carece de elementos de provocación pudiendo ser calificado de inmoral. Pero la tarea de la crítica de arte no es juzgar ni la ideología política ni la moralidad de los artistas, sino la capacidad estética de las obras y sus cualidades formales y comunicativas. En este sentido, hay que reconocer que la "película" está bien realizada, tanto en sus aspectos discursivos como técnicos, cosa rara en el género videoarte, el mensaje está eficazmente contado y bien armado, la narración es coherente y, por último, no deja indiferente a quien vea completa la proyección.

DORA GARCÍA

Galería Juana de Aizpuru

Barquillo, 44. Madrid

Hasta el 28 de noviembre

Recurriendo a una estética de finales de los años cincuenta, el discurso posee una fuerte carga existencialista que es narrada con recursos del nouveau roman, más concretamente se aprecian ideas fílmicas de Alain Robbe-Grillet, utiliza juegos retóricos de ekphrasis de los elementos espaciales, por ejemplo cuando el personaje masculino describe verbalmente el espacio de la habitación mientras la cámara permanece inmóvil. Sirviéndose de estas técnicas Dora García se introduce en las teorías de Foucault sobre la represión por medio de la vigilancia, el miedo, la microfísica del poder, la autocensura y el archivo.

Pero, frente a las técnicas

y recursos empleados por Dora García, sorprende y decepciona la linealidad de su discurso en el que, por medio de una voz en off, se explica cómo en las frases que pronunciaban en público los ciudadanos de la extinta RDA había siempre una doble intención, mientras que en su vídeo el mensaje es unidireccional, negando la posibilidad de que el espectador pueda dar la vuelta a su historia para denunciar o reconocer en ella el estado policiaco en el que nos encontramos ahora los llamados ciudadanos libres, quienes también somos vigilados, a la vez que son controlados los datos sobre nuestros actos más cotidianos.

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