Fernando Abadía, cocinero

Abadía, fue un hito en la historia de la gastronomía aragonesa y nacional. Su restaurante Las Torres en Huesca es un punto de referencia a la hora de hablar de las excelencias de la cocina oscense y en ese lugar junto con sus hermanos, Rafael y Alfredo, se empeñó en hacer la vida agradable a quienes entraban en él a disfrutar con su excelente cocina.

Autodidacta o quizá no tanto porque, "de casta le viene al galgo", Fernando, un oscense del barrio del Perpetuo Socorro perpetuó la saga siguiendo los pasos de su abuela que era conocida por sus excelentes guisos, una guisandera como se dice en Aragón. No estudió, se formó en la cocina del restaurante El Molinero de sus tíos desde que era un adolescente y luego marchó a Rosas a trabajar con Josep Mercader en La Almadraba. Allí aprendió las nuevas tendencias de la cocina que completó viajando, observando y experimentado.

Fue un genio de la sencillez, quienes le conocieron afirman que era un hombre alejado de florituras y adornos. Cuando en el año 1989 abrió Las Torres tras dejar El Navas -otro referente de la cocina oscense- sus pimientos de piquillo rellenos de morcilla eran toda una novedad, ahora ya los hacen envasados. Su pan de aceite era inolvidable, sus setas, las hierbas que recogía en el monte cuando cerraba el restaurante y que guisaba en sus ratos libres; su huerto pequeño y la música eran sus pasiones.

"Ha sido un amigo entrañable y un maestro de otros muchos, un excelente formador", recordaba José Miguel Martínez Urtasun director de la revista Sabor de Aragón. A Fernando le dieron en el año 2000 el Premio Nacional de Gastronomía, un año después de remodelar Las Torres. También recibió la medalla al mérito turístico del Gobierno de Aragón, el premio de la Academia de Gastronomía Aragonesa, la Excelencia Empresarial de la Cámara de Comercio de Huesca, el Premio España Gastronómica y su restaurante tenía la estrella Michelin.