Ni comedia ni tragedia

De la misma manera que la vida del Barcelona en la Liga está condicionada por el Real Madrid, de un tiempo a esta parte la Champions del equipo catalán viene condicionada por el Chelsea. Azulgranas y blues necesitan medirse cada temporada para saber de su suerte en el torneo, y a día de hoy las apuestas van más o menos parejas, porque si el Barça es el actual campeón, el club de Abramovich acude hoy al Camp Nou como líder del grupo, con tres victorias en tres partidos, después de vencer en la ida disputada en Stamford Bridge por 1-0. Así que ahora la palabra la tiene el Barça, que debe decidir esta noche si disputa la primera plaza, o por el contrario, si se juega la clasificación con el Werder Bremen, imparable en la Bundesliga.

La trascendencia del encuentro, consecuentemente, es sobre todo psicológica, y a tal efecto los dos técnicos actuaron ayer más desde el diván que desde el banquillo. A Mourinho le encanta enfrentarse a los periodistas catalanes porque siendo un campeón se siente despechado. "Yo sé cuantos penaltis a favor le han pitado al Barça en casa y cuantas veces ha jugado ante un equipo con diez jugadores", proclamó y se quedó tan pancho, antes de abandonar la sala de prensa en el momento en que se le requirió por sus preferencias teatrales después de que el año pasado acusara a Messi de forzar la expulsión de Del Horno. "¿Teatro? Preguntadle a Eidur [Gudjohnsen]" respondió antes de tomar las de villadiego y revelar que a diferencia del año pasado no ha tenido que llevar el traje a la lavandería por los escupitajos recibidos a su llegada al Prat.

Las declaraciones de Mou tocaron el higadillo de Rijkaard: "Quien piense que necesitamos hacer trampas para ganar tiene una mente bastante limitada". Le tiene ganas el Barcelona al Chelsea, un equipo que, por otra parte, nunca ganó en el estadio con el técnico portugués sino que encajó una derrota y alcanzó un empate de penalti en la última jugada. La ausencia de Eto'o -hoy ejercerá de comentarista televisivo- rebaja tanto el optimismo azulgrana como la recuperación de Messi le invita al optimismo. No hay mejor rival para certificar la mejora futbolística desde el bando azulgrana que el Chelsea, que acude al Camp Nou con sus mejores futbolistas, a excepción de Cech, y una racha de 11 victorias y un empate.

Ocurre que la plantilla blue intimida menos a los azulgrana que el curso pasado pese a las incorporaciones de Shevchenko y Ballack. El problema es que hoy el Barça no está en el mismo punto de forma que cuando se enfrentó al Chelsea en la ronda de la anterior Copa de Europa. Necesitará el Barcelona de la mejor versión de Ronaldinho y precisará también de la intervención de los laterales para crear superioridad numérica en la línea de medios, punto neurálgico del encuentro de Londres. La rivalidad ayuda consecuentemente a mantener el pulso de un choque cuyo resultado puede corregirse en partidos posteriores y que, sin embargo, resulta decisivo para la autoestima.