_
_
_
_
Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las dos Américas

A mediados de los noventa, periodistas, politólogos y sociólogos de Estados Unidos comenzaron a hablar de las dos Américas. No se referían a la blanca y la negra, la rural y la urbana, la del Norte y del Sur, la del Atlántico y el Pacífico, sino a aquellas que protagonizaban las batallas culturales y políticas del momento: la América conservadora y la América liberal. Un progresista moderado y pragmático como Bill Clinton presidía entonces un Estados Unidos en paz con el mundo y en su mejor momento económico, pero ello no impedía que la derecha cristiana lanzara a diario feroces acometidas contra el aborto, los homosexuales o el darwinismo.

Esa escisión entre las dos Américas es el fenómeno cardinal de la historia estadounidense de los últimos treinta años, como confirma la lectura de El gigante inquieto, de James T. Patterson, profesor emérito de Historia en la Brown University. Si la América liberal se renovó con la revolución sexual y de costumbres de los años sesenta y primeros setenta del siglo XX, la conservadora lo hizo poco después con el renacimiento de la religiosidad evangélica, el fenómeno de los born again christians.

EL GIGANTE INQUIETO. Los Estados Unidos de Nixon a G. W. Bush

James T. Patterson

Crítica. Barcelona, 2006

668 páginas. 29,90 euros

Patterson arranca su historia de los últimos treinta años estadounidenses con la noche del 8 de agosto de 1974, cuando, pálido y extenuado, Richard Nixon anunció en televisión que dimitía. Era la amarga guinda de un periodo turbulento marcado por los asesinatos de los hermanos Kennedy y Martin Luther King, las revueltas de negros y jóvenes, la humillación de Vietnam y Watergate.

Camelot estaba definitivamente perdido para los norteamericanos, pero el alivio de la dimisión de Nixon parecía anunciar un tiempo nuevo. Tras el paréntesis de la presidencia demócrata de Jimmy Carter, ese tiempo nuevo emergió en 1980 con la conquista de la Casa Blanca por el republicano Ronald Reagan, en base a un programa de lucha contra las drogas, el aborto y la pornografía y de recuperación del poderío estadounidense. Reagan, un gran comunicador, inventó, señala Patterson, la categoría del conservador jovial. Fracasó en Oriente Próximo, pero, con la inestimable colaboración de Gorbachov, ganó la guerra fría. Muchos estadounidenses le recuerdan con cariño.

El espinazo popular de las dos

presidencias de Reagan fue la derecha cristiana, el movimiento "en pro de la vida, la familia, la moral y la nación estadounidense", que alentaban reverendos como Jerry Falwell, Pat Robertson o Jim Bakker. Dos de aquellos cruzados, recuerda Patterson, fueron sorprendidos en flagrante pecado: Jimmy Swaggart, entrando con una prostituta en un motel, y Jim Baker, sosteniendo relaciones adúlteras con su secretaria. Pero ello no impidió que dejaran un legado duradero, el que hoy asumen los neocon de George W. Bush. Hace ya cinco lustros, Falwell decía cosas tan actuales como ésta: "Un líder político es, como un ministro de Dios, un vengador llamado a hacer la guerra a quienes hacen el mal. Nuestro gobierno tiene derecho a emplear su armamento para hacer caer nuestra cólera sobre quienes cometan perversidades".

Escrito con estilo ameno y directo, este libro no se ciñe a la política, sino que ofrece un amplio fresco de la vida estadounidense de las últimas tres décadas. En él también aparecen Tom Wolfe, Travolta, Woody Allen, Bill Cosby, Spielberg, Madonna, Michael Jordan, O. J. Simpson, Bill Gates, Ophra Winfrey y otras celebridades de la cultura, el espectáculo y la economía norteamericanas. Patterson cuenta muy bien cómo EE UU se ha ido convirtiendo en una sociedad del espectáculo. Allí no sólo el cine y la televisión, sino la política, el periodismo, la religión, el delito y, por supuesto, la vida de los ricos y famosos ya son, ante todo, show business.

En ese periodo han persistido lacras tan norteamericanas como las diferencias raciales, el culto a las armas y la pena de muerte, y se han exacerbado otras, como el consumismo convertido en "logomanía". Pero la economía de EE UU ha evidenciado una extraordinaria capacidad de recuperación tras la crisis de los setenta. En este resurgir, señala Patterson, fueron decisivos la revolución informática, la incesante afluencia de inmigrantes -ahora latinoamericanos y asiáticos-, la laboriosidad de sus gentes y la extensión del librecambio.

En los últimos años del siglo XX, Estados Unidos era un país más bien feliz. La economía crecía y creaba empleo, la delincuencia se reducía, las mujeres y las minorías mejoraban sus posiciones... Ganada la guerra fría, el gigante no veía peligros serios en el horizonte internacional, y otro presidente simpático y optimista como Reagan, aunque éste un liberal templado, ocupaba la Casa Blanca.

Bill Clinton rebajó los impuestos a las clases medias, mantuvo un sa

ludable equilibrio en las finanzas federales, reforzó el número de policías en las calles y estuvo en sintonía tanto con Hollywood y Wall Street como con negros e hispanos. Pero los conservadores, cada vez más fundamentalistas, mantuvieron su beligerancia. En 1996, Robert Bork denunció en un libro (Slouching Toward Gomorrah) que EE UU había entrado en plena decadencia a causa de las feministas, los homosexuales, los ecologistas, los defensores de los animales, los mamarrachos que se pretendían artistas y otros progres de mal vivir. En paralelo se fortalecían las milicias ultraderechistas de los que salieron los autores del atentado que en 1995 hizo saltar por los aires la sede de las instituciones federales en la ciudad de Oklahoma y mató a 168 personas.

Para los conservadores, recuer

da Patterson, un Clinton al que le perdían los líos de faldas encarnaba todos los males del Estados Unidos liberal. De ahí el ahínco con el que el inquisidor Ken Starr, los editorialistas de The Wall Street Journal, los televangelistas y los republicanos del Capitolio le persiguieron cuando salieron a la luz sus relaciones sexuales con la becaria Monica Lewinksy.

Las presidenciales del año 2000 evidenciaron que las dos Américas estaban empatadas. El demócrata Al Gore ganó en votos populares, pero el republicano Bush, un born again christian, se hizo con la Casa Blanca. Llegaron entonces los atentados del 11-S... y el resto es presente.

Este libro contiene ilustraciones. Una reproduce una caricatura publicada en 2003 en The New Yorker, en la que un matrimonio camina por la calle. El hombre dice: "Todo estaba mejor en los tiempos en que todo estaba peor". El gigante inquieto se ha convertido en el gigante desnortado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_