Los laboristas israelíes seguirán en el Gobierno con la ultraderecha
Miembros de la fiscalía recomiendan una investigación sobre Olmert
Amir Peretz ha deshojado la margarita y optado por conservar la cartera de Defensa antes que por cumplir sus promesas electorales. Reiteró hasta la saciedad el líder laborista israelí que no formaría parte de un Gobierno que incluyera al ultraderechista y racista Avigdor Lieberman, jefe de Yisrael Beitenu. Salvo sorpresa que nadie augura, se sentarán juntos en las reuniones del Gabinete de Ehud Olmert.
Aunque el primer ministro quiere asegurarse así la estabilidad del Ejecutivo, problemas asociados a la corrupción comienzan a asomar en el horizonte.
Comentaba días atrás el analista político Akiva Eldar: "¿Y para qué las elecciones?". Kadima, el partido del primer ministro, Ehud Olmert, ha olvidado después de la guerra contra Hezbolá, el verano pasado, la principal baza de su programa electoral: el desmantelamiento de algunas colonias judías en la ocupada Cisjordania. Y tres cuartos de lo mismo es aplicable a los laboristas, que hacen dejación de sus exigencias en materia social y reniegan de otra de sus promesas. "Nunca me sentaré en un Gobierno con Lieberman", clamó en marzo el líder laborista. Salvo sorpresa mayúscula, se aferrará a la poltrona.
Sólo cinco de los 19 legisladores de su grupo se han mostrado contrarios a la inclusión del jefe de Yisrael Beitenu alegando que se contribuirá a legitimar una de las propuestas de Lieberman: limpiar Israel de árabes, aunque sea a costa de un intercambio de territorios con un futuro Estado palestino. De momento, Peretz, en otro incumplimiento flagrante de su programa electoral, no ha procedido al desmantelamiento de los asentamientos salvajes, ésos que los fanáticos religiosos forman con sus caravanas y casas prefabricadas, en muchas ocasiones en tierras propiedad de palestinos.
Olmert y Peretz se reunieron el martes por la noche y ayer para que el dirigente laborista diera su visto bueno a la entrada de Yisrael Beitenu, el partido de Lieberman que copa los votos de la minoría rusa israelí, más de un millón de personas. Se trató más bien de un simple regateo de cargos en el Ministerio de Defensa y otros organismos, aunque subyace también la precaria situación de Peretz en el seno de su partido. Son muchos los correligionarios que desean su caída, entre ellos el ex primer ministro Ehud Barak. De abandonar el Ejecutivo, Peretz se enfrentaría al comité central laborista, que el fin de semana, previsiblemente, decidirá la permanencia en el Gabinete.
El presidente del Partido Laborista salva así momentáneamente los muebles, y el Gobierno de Olmert, muy debilitado por la guerra de Líbano, también amplía su respaldo en el Parlamento, donde contará a partir del nombramiento de Lieberman con 78 de los 120 diputados. Una mayoría suficiente, pero que no está exenta de sobresaltos precisamente por los partidos que la integran y los líderes que la dirigen.
Sólo seis meses después de formar Gobierno, el primer ministro Olmert ya ha padecido una crisis de popularidad alarmante. Kadima, según los sondeos, perdería la mitad de los 29 escaños con que cuenta en la actualidad. Y no se pueden descartar problemas graves añadidos, al margen de lo imprevisible que siempre es Oriente Próximo, en un futuro cercano. En la Fiscalía del Estado son varios los letrados que han recomendado la apertura de una investigación criminal sin dilación por los presuntos manejos de Olmert, cuando era ministro de Hacienda en 2005, en la privatización del Banco Leumi, el principal de Israel. Tras la licitación, la entidad financiera acabó en manos de un consorcio del que forman parte dos amigos extranjeros del jefe del Ejecutivo. Daniel Abraham, uno de los socios, compró a Olmert una vivienda por un precio por encima del valor de mercado y le permitió seguir viviendo en régimen de alquiler por una renta por debajo del coste habitual.
Lieberman, que pretende con su entrada en el Ejecutivo reforzarse como líder de la derecha radical en detrimento del Likud, tampoco está libre de sospechas. Desde hace años es investigado por la financiación de una campaña electoral en 1999 y por varios negocios ilícitos en el extranjero.
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