El Athletic revive sus fantasmas
Otro error defensivo anula el magnífico partido de Gabilondo, autor del gol rojiblanco
En San Mamés se esperaba a Gabilondo, el fichaje más contrastado del verano, más allá de su procedencia donostiarra. Se esperaba a un zurdo sutil; irregular, sí; a veces, flojo de moral, pero siempre interesante para su equipo e imprevisible para sus rivales. Ayer llegó. No es que se saliera del mapa pero marcó un gol de lujo -tanto en su concepción por sencilla, como en su ejecución, por inteligente- y además puso un par de balones que recuerdan su mejor fútbol, eso balones interiores que cuando salen parecen un prodigio. Esos balones que significan riesgo, porque lo fácil es dársela al que está al lado.
Bien es verdad que la defensa mallorquinista colaboró en el éxito de Gabilondo: Pereyra se limitó a empujar suavemente al contrario para decir que hizo algo y Ballesteros metió el pie de medio lado cuando el balón ya se asomaba a la red. Increíble en un central que destacaba por su contundencia al que ya le pesan los años y los kilos.
ATHLETIC 1-MALLORCA 1
Athletic: Lafuente; Iraola, Sarriegi, Amorebieta, Casas; Murillo, Iturriaga; Etxeberria (Dañobeitia, m. 65), Yeste, Gabilondo; y Aduriz (Urzaiz, m. 65). No utilizados: Alcalde; Expósito y Llorente.
Mallorca: Moyà; Héctor, Ballesteros, Ramis, Dorado (Navarro, m. 74); Kome (Jonás, m. 61), Jordi López, Pereyra (Basinas, m. 67), Jankovic; Víctor y Maxi López. No utilizados: Prats; y Arango.
Goles: 1-0. M. 12. Jugada personal de Gabilondo que arranca desde el medio campo, quiebra a los defensas con la cintura y bate a Moyá con una vaselina. 1-1. M. 50. Centro de Kome desde la derecha que peina Maxi López anticipàndose a Amorebieta.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Víctor, Ballesteros
Unos 30.000 espectadores en San Mamés.
Al Athletic no le sobran kilos, pero sus problemas defensivos son alarmantes desde hace años, tantos como los que el fútbol moderno exigió a los defensas movilidad, estrategia y velocidad. La asignatura está suspendida en el Athletic y por ello, volvió a regalar un gol en la primera y única aportación ofensiva del Mallorca. Centró Kome, en solitario, desde la derecha y Maxi López aprovechó que Amorebieta le marcaba por la espalda para peinar el balón a la red.
Al Athletic se le suponen dos cosas: poco fútbol creativo y algún regalo. Ayer pasaron las dos cosas, como acostumbra. Lo triste para su historial es que fue ante un rival timorato, conservador y hasta un pelín apático. Es decir, lo que supuestamente reclama un equipo en apuros, con la personalidad perdida y la autoestima casi por los suelos.
El partido demostraba flojera. No era una cuestión de jerarquía en la competición, sino de calidad de los equipos. Ninguno de los dos está para alardes y cada cual se conforma con hacer lo poco que sabe y ocultar sus carencias. Así que nada de combinaciones ni exquisiteces, salvo las de Gabilondo, que ayer tenía el día propicio aunque le acompañó la suerte a medias. Si bella fue la jugada del gol, más bella fue la que elaboró, otra vez por su cuenta y riesgo, en la segunda mitad. Otro ejercicio de cintura y control del balón que acabó con un disparo cruzado que se acercó al poste. Más que el premio al Athletic, que quizás sólo lo mereció, por insistencia, hubiera sido el premio al único futbolista que jugó al fútbol, que se inventó algo y que se atrevió con lo difícil.
El resto del partido y de futbolistas tiró de manual, cumplió con los servicios mínimos y, como se acostumbra en esta versión descafeinada de la Copa a doble partido, lo dejó para otro día, es decir para la vuelta. El asunto queda abierto, porque ninguno puede echar cohetes. Lo grave para el Athletic es que sigue sin ganar en San Mamés juegue contra quien juegue y juegue como juegue el rival. Su error defensivo está asegurado, lo que exige dos goles, una muralla bastante infranqueable para un Athletic que ni en la Liga, ni en la Copa, encuentra ni el fútbol razonable ni la victoria convincente. El Mallorca no le puso en apuros y tampoco perdió. Cuesta creer quien se empeñará tanto como para perder en San Mamés.
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