"Me cuesta controlar mis emociones"
Con 19 años, Amelie Mauresmo (5 de julio de 1979, St Germains en Laye; Francia) llegó a la final del Abierto de Australia, perdió contra Martina Hingis y declaró que era homosexual. Después de eso, desapareció. Siete años más tarde, Mauresmo ha vuelto, y a lo grande: es número uno mundial y promociona en Madrid el torneo de maestras, que reunirá a las ocho mejores raquetas del mundo en la capital entre el 7 y el 12 de noviembre. Mauresmo, lo dice ella misma, ha cambiado: "Un día hice clic y me di cuenta de que ya tenía suficiente de no verme en las finales de los grandes torneos, con el trofeo en la mano. 'Tienes 26 años, tienes que reaccionar', me dije. Y desde entonces juego a un nivel muy alto".
"Si algún día gano Roland Garros, sería extraordinario, pero Wimbledon es especial. Además, es una superficie que me favorece más"
"Hay que reducir el calendario, y eso es anular torneos. En los tiempos de Navratilova, sólo había partidos duros a partir de semifinales"
Pregunta. Dicen que lo que más le ha perjudicado en su carrera es su emotividad.
Respuesta. Siempre me ha costado controlar mis emociones, ganar o perder delante del público. Ha habido momentos en los que no me sentía bien, a gusto, en los que quedaba un poco atrapada por mis emociones. Es la vida. Tengo que aprender a responder a eso, porque en ciertos momentos tengo miedos y dudas. Ahora creo que he encontrado una solución justamente para administrar un poco mejor esos momentos y está claro que me va mucho mejor.
P. El circuito está hoy más centrado en las pasarelas y la belleza que en el tenis.
R. Creo que es positivo para el tenis tener otro público más allá del puramente tenístico. Me parece que el efecto de la moda, el márketing, etc... ha sido traer más espectadores, gente que sin ello quizás no hubiera venido. Potenciado al extremo no está bien. Pero Sharapova, que es la más expuesta a ese tipo de cosas y a ese tipo de prensa, también gana. Si no ganara, estaría peor, pero hoy hace las dos cosas y muy bien.
P. ¿Cree que el circuito cada vez se centra más en lo comercial y menos en el tenis?
R. Sí. Forzosamente. Hoy los circuitos masculino y femenino compiten con otros deportes y eventos culturales, y hace falta convencer a la gente de que nos vengan a ver a nosotros en lugar de ir al cine o a otra parte. Efectivamente, estamos obligados cada vez más a hacer promociones de márketing.
P. ¿No acaba usted cansada de tanto acto promocional?
R. Sí. Si al final de la temporada has tenido que hacer muchas cosas de esas, acaban fatigando. Es una cuestión de organizarse bien, de intentar poner todas esas obligaciones sin descuidar la preparación, aunque a veces sea difícil. Federer es increíble en ese sentido, porque administra su programa perfectamente. Entre los torneos, las acciones humanitarias, los entrenamientos, las entrevistas... da la impresión de que todo se acople. Aunque alguna vez me ha dicho que incluso para él era difícil.
P. ¿Qué cambiaría usted?
R. El calendario. Es demasiado. Es evidente. Llevamos años diciéndolo. Tenemos problemas para cumplir con la temporada. ¿Cómo podemos hacerlo cuando el tenis es un deporte cada vez más exigente físicamente, con partidos cada vez más difíciles desde la primera ronda? Hay que reducir el calendario. Y eso es anular torneos, inevitablemente. En los tiempos de Navratilova, sólo había partidos duros a partir de semifinales, pero ahora...
P. El tenis, además, vive bajo la influencia de jugadoras con un físico poderoso, como usted. ¿Queda sitio para la técnica?
R. Seguro. La técnica es muy importante y yo la he trabajado mucho a lo largo de mi carrera. Todavía lo hago. Es muy importante, como se puede ver estudiando a Federer: tiene una técnica prácticamente perfecta en cada golpe. La táctica también es importante.
P. ¿Cómo influyó la llegada de jugadoras con ese perfil físico?
R. La llegada de las hermanas Williams, por ejemplo, me obligó a aumentar la variedad de mi juego. Empecé a jugar mucho más arriba, delante, porque me di cuenta de que desde el fondo de la pista, por fuerza, eran muy difíciles de ganar. Hacía falta variación, terminar los puntos con rapidez para no meterme en su ritmo. Por eso evolucioné.
P. ¿Y cuáles son hoy sus mejores armas?
R. La clave de mi juego es la volea. También he intentado disminuir mi distancia con la línea de fondo para golpear la pelota antes. Tengo que mejorar el servicio, el golpeo de derecha, porque creo que puedo marcar mucho más rápidamente la diferencia en los intercambios. Claro que tengo pequeñas cosas que mejorar, aunque físicamente me encuentro verdaderamente bien y mentalmente.... Voy a mejorar.
P. Siendo francesa, ¿qué daría usted por ganar Roland Garros?
R. Nada especial. Wimbledon es el templo del tenis, el torneo más prestigioso y las emociones que yo he vivido ahí son tan increíbles que no las cambiaría por nada. Si algún día gano Roland Garros, sería extraordinario, pero Wimbledon es verdaderamente especial para mí. Y, además, es una superficie que me favorece mucho más.
P. Dicen que es usted competitiva desde muy pequeña.
R. Siempre, para todo, he sido competitiva. Y es divertido. Le he preguntado a mi madre, no hace mucho, 'mamá, es extraño, que desde siempre, a las cartas o a lo que sea, tengo ganas de ganar'. Y me ha dicho que sí, que siempre he sido así, desde pequeña. En la escuela, durante el recreo, cuando jugábamos a cosas de niños, como el balón prisionero, siempre quería ganar. ¡Y parece que he tenido éxito!
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