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Reportaje:Conflicto social en Francia

"Éste es territorio fuera de la ley"

Bandas de jóvenes franceses de las barriadas conflictivas provocan y se enfrentan a la policía

"Hará mucho daño. Os lo vais a comer. Habrá represalias". Así se expresaba uno de los jóvenes del grupo que se había enfrentado a la policía cuando los agentes efectuaron la detención de un traficante de hachís de 19 años en la localidad de Epinay-sur-Seine, en el conflictivo barrio de Seine-Saint- Denis, al norte de París, hace un par de semanas. La operación policial fue especialmente complicada. En el barrio se acusó a las fuerzas del orden de maltratos, insultos y agresiones. La policía, por su parte, esgrimía que uno de sus agentes resultó herido, aunque de poca gravedad.

Pero detrás de todo ello está el mensaje que las bandas mandan a las fuerzas del orden: "Éste es un territorio fuera de la ley y aquí no entra la policía".

Cuentan los agentes que los chicos salían de todos lados armados con barras de hierr o
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La venganza llegó pocos días después. El pasado 13 de octubre, dos policías a bordo de su vehículo efectuaban una patrulla rutinaria en el barrio. De pronto, en una calle estrecha, se encontraron bloqueados. El ataque fue brutal e imprevisto. Cuentan los agentes que los jóvenes salían de todos lados, armados con barras de hierro y piedras. Uno de los policías, un teniente, se llevó la peor parte cuando fue pateado ya en el suelo. Resultó herido en la cara y corre el riesgo de perder un ojo. Para salir de la encerrona, los agentes tuvieron que hacer uso de sus armas de fuego; y aseguran que también los agresores realizaron disparos.

Pocos días después, tras una larga y minuciosa investigación, en la que se recogieron restos de comida en la zona para establecer las marcas de ADN -trozos de pizza y golosinas-, la policía detuvo a ocho jóvenes de entre 17 y 21 años, acusados de haber atacado a la patrulla policial.

Según el fiscal del Tribunal de Bobigny, François Mollins, la encerrona habría sido preparada por un traficante que buscaba venganza. En realidad, aseguran fuentes policiales, no se trata de grandes caïds -nombre que reciben los jefes de las bandas mafiosas-, sino de chavales jóvenes, camellos de segundo o tercer nivel, que venden droga en pequeñas cantidades. "Los grandes traficantes los utilizan", aseguran estas fuentes, "y sólo uno de ellos era reincidente". Y no se trata sólo de tráfico de drogas, sino de operaciones de delincuencia de mayor calado, como robos en almacenes o de vehículos.

Otro incidente similar, en Massy, en la periferia sur de París, se saldó con la detención de tres personas, una de ellas de 17 años, acusados de haber agredido a tres agentes del orden el pasado sábado cuando intentaban detener al conductor de una moto que circulaba sin casco. El motorista esquivó varias veces a los agentes, que finalmente lograron darle alcance. Fue entonces cuando más de una veintena de jóvenes rodearon a los policías, les increparon y les agredieron con piedras.

En todos estos casos se trata de acciones improvisadas, de reacciones de los jóvenes ante la presencia de los policías. Pero lo sucedido el pasado domingo, el barrio de la Grande Borne, en la localidad de Grigny, situada al sur de París, en el departamento de Essone, entra ya en otra categoría: la de una encerrona en forma de guerrilla urbana, preparada y organizada. Y tiene un formato asombrosamente parecido a los episodios de la llamada kale borroka del País Vasco español. Pero en este caso nadie reclama la acción de guerrilla en función de un objetivo político o social.

La otra importante diferencia es que lo sucedido tuvo lugar a plena luz, poco después del mediodía, en un barrio que no es de los más conflictivos. Era en torno a las dos de la tarde de un domingo plácido. Un grupo de jóvenes robó un coche y poco después, justo en el cruce de dos calles, le prendieron fuego. Casi a continuación, el autobús de línea que une la Grande Borne con París se detuvo ante las llamas. Súbitamente, varios individuos con bidones de gasolina subieron al autobús y ordenaron al conductor y a los pasajeros que abandonaran el vehículo. Lo rociaron y le prendieron fuego.

El conductor tuvo un ataque de nervios, se desmayó y tuvo que ser hospitalizado. Ayer no quería mostrar su cara ante las cámaras de televisión "por miedo a las represalias", pero reconoció que "le temblaron las piernas". Con el autobús en llamas empezó el espectáculo. Unas 300 personas se congregaron alrededor del fuego.

Los bomberos no tardaron en llegar. Sacaron sus mangueras e intentaron apagar las llamas, pero se vieron forzados a retroceder ante una lluvia de piedras. A continuación, llegó la policía, que también fue recibida a pedradas. El enfrentamiento frontal, sin embargo, no duró más que unos minutos. De pronto la calle se vació. Pero eran tan sólo las 14.30 y quedaba mucho domingo por delante. A lo largo de la tarde, los jóvenes encapuchados se dedicaron a provocar a la policía, lanzando cócteles molotov, piedras y todo lo que encontraban a mano. Escondiéndose y volviendo a aparecer. Jugando al ratón y al gato. Sólo llegó la calma cuando oscurecía y empezó a llover.

Hay dos detenidos acusados de haber prendido fuego al autobús. Uno tiene más de 20 años y el otro 13. Ayer, el barrio de la Grande Borne estaba sin transporte público. Los conductores de autobús se declararon en huelga exigiendo protección policial.

El rumor señala que son los capos de las bandas que reclaman un territorio fuera de la ley.

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