Más y más
Qué bien, vamos a ser más altos. Y más longevos. Lo malo es que habrá que esperar mil años. Quien tenga la suerte de llegar a entonces ya no vivirá 120 años, como la media de aquel milenio, sino que habrá vivido mil años o 1.120. Claro que seguramente ya no medirá los 1,98 metros de sus compañeros de especie, sino que habrá encogido y se verá muy arrugado. Lo dice el señor Curry, que no por tener apellido de salsa va a dejar de tener razón. Por lo menos en lo de los 120 años de vida y los casi dos metros de altura. Según sus investigaciones -¿cómo se investigará el futuro?-, el género humano será así y también más oscuro, como consecuencia de unas relaciones sexuales cada vez más globalizadas, por no hablar de cruces, ya que no somos ni seremos ganado. A cambio, como masticaremos menos, se nos desarrollará poco la mandíbula inferior, pero tendremos un aspecto más juvenil y la voz profunda, por lo que los Pavarotti se pagarán a peso de oro y no habrá dinero en el mundo para contratar a los Tres Tenores. Eso nosotros, quiero decir el vozarrón y la alturaza; ellas tendrán los pechos más recios y la piel menos vellosa. Es de suponer que todos estos cambios repercutan en ampliaciones de los campos de baloncesto y las camas, así como en una Seguridad Social que tendrá que fijar en los 119 años la fecha de jubilación so pena de bancarrota. Ah, los pisos de 35 metros cuadrados que decía la ministra tendrán que ampliarse por lo menos a... 36 metros, si es que la construcción, como gremio, puede hacer frente a unas calidades destinadas a durar y no se ha hundido -ja, ja- antes.
Bien, esto es lo que se espera en el mundo occidental. Lo que no sabe el profesor Curry, Oliver Curry, es que a lo mejor aquí no ocurre nada de eso. Por aquí quiero decir Euskadi. Y no porque no nos mezclemos con gusto, sino porque nos faltará la voluntad. Eso es lo que, al menos, se desprende de nuestros políticos. Y no hay razones para creer que los sucesores de Pernando Barrena no sigan siendo políticos, al contrario, porque como él ha dicho -y es probable que sus palabras se conserven en mármoles bajo el Árbol de Gernika del futuro-, los suyos mantendrán su "posición histórica y dialéctica". Y, amigos, eso es mucho mantener. Claro que, también puede ocurrir que el barrenismo no sea viable y entre en una vía muerta de la evolución por una mera cuestión de agenda. Es tremendo esto de las agendas; le dictan a uno de manera implacablemente el destino y tienen más razón que un humano: frente a las pretensiones de un humano para estar con otro humano, siempre prevalecerá la agenda. Decía que la inexorable agenda de Pernando puede colocarles al borde de la extinción, porque en esa agenda está escrito que no está escrito que vayan a renunciar a la violencia. Y si siguen insistiendo en ello y en la violencia callejera y en la autodeterminación, igual se suicidan como grupo y se quedan sin degustar las delicias de medir 1,98, vivir 120 años, tener las tetas más recias y menos vello. Lo siento por ellos, pero a lo mejor la Humanidad agradece que no estén para evitar estar oyendo año tras año, día tras día y siglo tras siglo la misma matraca, aquí y en Europa.
Lo más difícil de todo esto será aceptar la idea de envejecer. Sobre todo, porque habrá todo tipo de adminículos físicos -o sea, ortopédicos- y químicos para sobrellevar mejor el centenariado. Y, siendo como somos, ya me veo murmurando insatisfechos por no alcanzar los 200 años de vida, con lo cerca que parecerán. Va a llegar un momento, en las fases más bien de transición, en que va a resultar casi imposible reencarnarse, porque habrá más muertos esperando que vivos por nacer -debido a que también se controlará más la natación, digo la natalidad (no lo dice el profesor Curry, sino que lo intuye el profesor Gulash)-, lo que nos llevará a reencarnarnos en bichejos independientemente del karma. ¿Y qué va a hacer Barrena con un karma devaluado?
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