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Reportaje:Gimnasia | Campeonatos del Mundo

A vueltas con el código

Buen balance del equipo española pesar de los problemas de adaptación a las nuevas reglas

Amaya Iríbar

El reloj de la gimnasia se acelera. Los Mundiales de Aarhus (Dinamarca) que terminaron el sábado han sido la primera gran prueba con el nuevo código de puntuación, surgido de los escándalos que envolvieron a los jueces en los Juegos de Atenas 2004, y son también el pistoletazo de salida hacia Pekín 2008. A pesar de volver a casa sin medallas, el equipo español se muestra satisfecho. Hay otras lecciones: China ha pasado de amenaza a realidad, las americanas y las rumanas, a un segundo plano, y, sobre todo, la competencia cada vez es mayor.

- Un cuarto puesto. España se ha acostumbrado a que sus gimnastas ganen medallas. Y eso que este es uno de los grandes deportes que menos federados tiene. Según el Consejo Superior de Deportes, son 12.149 fichas (menos de 2.000 de chicos y el resto de chicas, la gran mayoría son de rítmica, que tiene sus propios Mundiales), frente a las más de 110.000 de atletas o las casi 50.000 de nadadores, por citar sólo a los otros dos grandes deportes olímpicos.

El talento innato de algunos gimnastas, como el doble campeón olímpico Gervasio Deferr, la primera campeona mundial de la disciplina, la retirada Elena Gómez o el campeón de Europa absoluto Rafael Martínez, han eclipsado en cierta forma un sistema que da resultados, y el empeño de un puñado de entrenadores que están detrás de esos resultados. Por eso sabe a poco el resultado registrado en Aarhus: un cuarto puesto, que bien podría haber sido un bronce, de Deferr, y la octava plaza del joven Isaac Botella en suelo; el noveno en el concurso completo de Martínez, aún lejos de su mejor forma tras la grave lesión que sufrió a principios de año, y una octava plaza por equipos para las chicas y novena en chicos.

Los dos seleccionadores nacionales lo ven de forma diferente. "Las niñas han tenido un comportamiento ejemplar porque ha sido una competición dura", asegura Jesús Carballo, responsable de la gimnasia femenina desde hace 30 años; "nuestro objetivo era pasar el corte [estos mundiales son una primera criba para Pekín donde sólo pasan los 24 primeros equipos; en los Mundiales de 2007 éstos se quedarán en 12] y lo hemos conseguido". Su homólogo masculino, Álvaro Montesinos, también se muestra satisfecho: "veníamos a por la 12ª plaza y hemos acabado novenos, por delante de equipos como Estados Unidos, Francia, Ucrania o Corea del Sur".

- China no tiene rival. Otra lección de Aarhus es la hegemonía china. No solo han arrasado en el medallero con ocho oros, frente a los dos de su inmediato seguidor, Rumania, sino que han mostrado una gimnasia diferente y espectacular. Y, por una vez, con pocos fallos. Carballo, que estuvo en los campeonatos nacionales chinos, asegura que hay "muchísimas gimnastas preparadas para Pekín", para sus juegos "y miles de entrenadores". "En España nos sobra calidad, pero tenemos un problema de cantidad", añade.

- Talento o estructura. China, como Estados Unidos, que ha fracasado pues no ha logrado ni un solo oro e incluso la desvaída Rusia, es la estructura, el sistema deportivo organizado para producir decenas, centenares de talentos. Otros países dependen de una estrella aislada, a años luz de sus compañeros de equipo. El mejor ejemplo de ello es Italia, que ha logrado su primer título absoluto individual femenino con Vanessa Ferrari, pero no consiguió meterse en la final por equipos. Rumania es otro cantar. Le ha fallado el sistema y tras dominar la escena femenina durante una década ha traído un equipo muy joven, "el único posible", según su seleccionador.

Además, hoy hay muchos más países que compiten por las medallas. Italia, por supuesto, pero en el medallero de Aarhus también han estado Australia, Canadá o Brasil.

- Perfección o dificultad. El nuevo código de puntuación prometía valorar la ejecución de los ejercicios en detrimento de la dificultad. "Hemos trabajado en esa dirección", asegura Carballo; "y ahora nos damos cuenta de que tenemos que cambiar cosas". La realidad es que la nota de partida (en función de la complicación) puede hacer la diferencia insalvable desde el principio, como le ocurrió a Deferr, cuyo ejercicio en suelo valía 0,7 puntos menos que el del campeón, pero que obtuvo una nota más alta en ejecución, lo que no le valió ni para el bronce. "Tenemos que subir las notas de partida, pero hay tiempo porque este año ha sido de adaptación", reconoce Montesinos. La próxima cita en el camino a Pekín, será en 10 meses, en los Mundiales de Stuttgart.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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