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Columna
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El 'Josebonazo'

Jesús Ruiz Mantilla

Cuando los estudiantes del mañana consulten el diccionario y abran por la J, leerán: Josebonazo: Basta y abrupta forma de venganza mediante la cual un político se escaquea primero, luego fomenta falsas ilusiones y después te da con la puerta en las narices con el cuento de que es por coherencia. Dícese también de la actitud entre surrealista y absurda mediante la cual un ex presidente de comunidad autónoma, ex ministro, ex barón territorial y ex amigo de muchos se deja querer para luego largarse y dejarte con el culo al aire. Su nombre viene del político socialista manchego José Bono, que en la baraja de la elección de candidatos a la alcaldía de Madrid para las municipales de 2007, tuvo un extraño comportamiento que dio al traste con los planes de su partido y le colocó en un ridículo tan espantoso que todavía se oyen extrañas carcajadas por la calle de Génova y alrededores.

Una venganza que debe venir por algo gordo y que nos quedaremos sin conocer

Si es que ha sido muy fuerte. Como para fiarse anda el patio de los políticos con tentaciones populistas. Decían en el PSOE que contaban con una encuesta que colocaba a Bono a seis puntos por encima de Gallardón. Si eso fuera verdad y después de tan contundentes cifras va don José y dice que no le da la gana, la única razón de su negativa para un político que dicen de raza no puede ser otra que la de la venganza. Servida en plato frío y por capítulos, como les gustaba a los de Yo, Claudio. Una venganza que debe venir por algo gordo y que nos quedaremos sin conocer.

¿Y ahora, qué? Poner velas y hacer muchas ofrendas para que llueva bien. Porque el mejor candidato para poner en evidencia al alcalde es el parte meteorológico, uno de esos chaparronazos que te bloquean la M-30 y colapsan la ciudad. Entonces sí que te acuerdas de Gallardón, vaya que si te acuerdas. De él y de sus ínfulas de Ramses II, que no son capaces de bajar a la Tierra ni todas esas hordas mediáticas atrincheradas en el delirio del planeta Marte, que le ponen a caldo.

Hubiese sido fascinante asistir a esa batalla por el voto en el centro. A esa lucha de candidatos maestros en el arte de rascar en la cantera de votos ajena, con Gallardón llevándose de calle a progres con sentido práctico y con Bono, arrebatador en su maña por seducir beatas. La apasionante ceremonia de la confusión. El caso es que a ver quién es el guapo que acepta ahora el reto. No pueden tirar por lo bajo porque en el PSOE han dado todos la espantada ya con el consiguiente cabreo de la Federación Socialista Madrileña (FSM). Ya decía Tarradellas que ésta era peor que el PSC y ya ven cómo les ha lucido el pelo por Cataluña. Otro fiasco. Tampoco pueden recurrir a la estrategia de apostar por candidatos glamourosos porque es que eso no tiene ni pies ni cabeza. La única salida es buscar por arriba. Pero, por favor, antes del 18 de noviembre, que no tengan al personal un mes en vilo, aunque sólo sea por no aguantar a Pepiño Blanco dando más explicaciones.

Pero, a ver, ¿a ver quién está por arriba?... Hola... Buenas... Vicepresidenta... Vicepresidenta..., salga de debajo de la cama que la están buscando. Sí mujer, a usted, doña María Teresa, remánguese y láncese a la calle a besar niños, ala. No parece que haya otra posibilidad. El Josebonazo le ha explotado en la cara al Gobierno y va a dejar a Zapatero sin ese apoyo que era como una madre y que tenía al niño hiperprotegido, con la que se le viene encima: proceso de paz, elecciones, la marimorena...

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Por la Comunidad, en cambio, todo sigue igual. No hay cambios. Esperanza insiste en sus cacicadas, se carga al periodista Germán Yanke porque no comulga con la basura mediática del 11-M y además le hizo preguntas que no fueron de su agrado en una entrevista en Telemadrid. "No me gusta que compre usted el discurso de la oposición...", comentaba ella en un tono que hasta los Corleone, con su genial sentido críptico, hubiesen considerado basto.

Y lo raro es que nadie saca tajada de estos asuntos. No digo ya ese tipo de tajada que algunos se han llevado recalificando media región. No, por Dios, ésa no. Me refiero a la mera tajada política, de cajón, de primero de ESO, una tajada metafórica. Pero antes, la izquierda madrileña tendrá que salir del escondite y espabilar. Esa manía que tienen de empeñarse en perder la capital, insisto, es que no hay quién la entienda. ¿O sí?

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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