La locura y el mar
Ocho barcos zarpan hoy desde Bilbao, adonde regresarán en abril, para cubrir la Velux 5 Oceans
Si a las montañas hay que subir "porque están ahí", como dijo el montañero francés Lionel Terray, navegar en solitario debe de ser algo así como lo que piensa el británico Robin Knox-Johnston. "Navego porque estoy vivo", dijo en una entrevista el gurú de esta especialidad que hoy, en la Velux 5 Oceans, zarpa desde Bilbao, desde el puerto de Getxo, para dar la vuelta al mundo en algo más de 100 días sin apoyos externos, sin equipos. Ocho marinos, entre ellos el español Unai Basurko, se enfrentarán a los cinco océanos en un velero, el Open 60, considerado el F-1 del mar. Allá por abril regresarán a la capital vizcaína tras recorrer unas 30.000 millas marinas (unos 55.000 kilómetros) en tres etapas: Bilbao-Fremantle (Australia); Fremantle-Norfolk (EE UU) y Norfolk-Bilbao. De ahí que el alcalde bilbaíno, Iñaki Azkuna, haya proclamado: "El mundo empieza y termina en Bilbao".
Basurko dispone de kilos y kilos de comida deshidratada, pasta, arroz, lentejas, alubias y 130 litros de agua para la primera etapa. Además, le han regalado una botella de buen vino para que la abra cuando pase por el cabo de Buena Esperanza. Lleva toda la vida en el mar, enganchado humana y profesionalmente. La vela es su pasión y desde 1990 ha pensado en esta regata que algunos consideran suicida y que supone una prueba de pericia, un examen de psicología y un grado de exigencia física descomunales. En lo único que no piensa, de momento, es en ganar: "Sería como si el Athletic se plantease ganar la Liga". Tiene sus razones. Sus contrincantes le superan en experiencia y, muchos, en medios. Otros, no. Knox-Johnston, el primero que dio la vuelta al mundo, (en 1968, en 312 días) y que ya tiene 67 años, divide a los candidatos en tres grupos: los británicos Alex Thompson y Mike Golding y el suizo Bernard Stamm (ganador de la última edición), los favoritos; Basurko, el estadounidense Tim Troy, el japonés Kojiro Shiraishi y él, en la segunda fila; y el neozelandés Graham Dalton, que participa como homenaje a su hijo Tony, fallecido en 2005 de cáncer (una foto y su nombre en el velero le acompañarán en la travesía), en la última.
Desde hace un mes, los ocho contendientes se han dado un baño de multitudes. Pero a partir de hoy les acogerá la soledad buscada, ya que todos, en mayor o menor medida, se sienten extraños en tierra y no temen a las grandes olas de 12 a 20 metros o los temporales. "Ganará el que menos errores cometa", afirma Basurko, el segundo más joven (33 años), tras Thompson (32), que no oculta el nerviosismo ante la salida.
Son tipos curiosos, distintos, incluso raros para la gente de tierra firme. No buscan la fama. Ni siquiera el éxito, aunque luchen por ganar. "Terminar ya es una victoria", afirma Basurko. Por ejemplo, Troy no cuenta con un patrocinador ni con un equipo que le apoye desde tierra. Es la versión absoluta de un hombre solo. A Basurko le ayuda la BBK, que también lo hizo con José Luis Ugarte en la Vendée Globe, la vuelta al mundo sin escalas Otros, como Thompson, con el Hugo Boss, se ha convertido en el favorito. Es el más rápido, sin duda, pero tiene sus manías. La pasada semana, en la regata de entrenamiento, renunció a cruzar la meta como líder porque le da mala suerte. "El que gana el prólogo nunca gana al final", explicó.
A cada cual, lo suyo. Pero todos comparten la solidaridad. Basurko se mezcla con algunos de sus mitos y se da cuenta de que "son personas de carne y hueso". "Ahora contamos con teléfonos y aviones que hacen un poco más segura la navegación", advierte; "pero se trata de un deporte solidario. Sabes que, si tienes un problema, lo probable es que te rescate otro competidor".
La francesa Isabelle Autissier fue rescatada en 1998 por el italiano Giovanni Soldini, que se ganó un premio a la solidaridad y se anotó también el triunfo. Atendiendo a las normas, no permitió que la náufraga le apoyara en la travesía para no gozar de un trato de favor. A Stamm, el último vencedor, le salvó un buque en Terranova en 2004 tras diez horas a la deriva. No es extraño, pues, que la organización tenga un plan de apoyo a las familias de los participantes para aclimatarse a la presión y a la incomunicación durante meses. O a la tragedia. En 1968, el británico Donald Crowhurst desapareció entre las aguas.
Es el riesgo, cada vez más minimizado por el apoyo externo para los rescates de urgencia, aunque no menos extremo. Tanto que el montañero Alberto Iñurrategui, con 14 ochomiles en el Himalaya y un hermano muerto, Félix, en el G-2, le espetó a Basurko: "¡Esto es una locura!". Basurko, entonces, debió de recordar las palabras del también alpinista italiano Alessandro Gagna: "El camino hacia la cima es como la marcha hacia uno mismo, una ruta en solitario". La Velux 5 Oceans, como la Vendée Globe, es lo mismo, pero en el mar.
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