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Reportaje:Fórmula 1 | Gran Premio de Brasil

El circuito más bacheado del mundo

La mayoría de los pilotos reniegan de Interlagos, donde Alonso sufrió un grave accidente en 2003 y se proclamó campeón en 2005

Robert Álvarez

Lo mejor y lo peor de su carrera lo ha vivido Fernando Alonso en el circuito brasileño de Interlagos, del que reniegan la mayoría de los pilotos. "Es el más bacheado del mundo. Es estrecho y, como gira en sentido contrario a las agujas del reloj, castiga especialmente el lado izquierdo del cuello", resume Anthony Davidson, probador de la escudería Honda. También es obvio que en su trazado los motores precisan de una potencia y una capacidad de aceleración adicional para afrontar, a la salida de la última curva, su larga recta en subida. Pero es en este escenario, en el que rubricó su primer título el año pasado, en donde Fernando Alonso dispondrá mañana de la estupenda posibilidad de sumar su segunda corona a costa precisamente del hombre con mejor palmarés de la historia, el alemán Michael Schumacher, siete veces campeón mundial.

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Mientras que Alonso, durante el reconocimiento que efectuó a pie el pasado jueves, se felicitaba por el hecho de que el asfalto ya no parezca más propio de "un circuito de motocross", el australiano Mark Webber reprocha que, a pesar de las quejas, no se haya mejorado lo suficiente el piso de Interlagos. El piloto de Williams considera que, más que la exigencia física, lo peor es la propensión a las incidencias. Habla con conocimiento de causa. Fue él quien sufrió el terrible accidente en el que se vio involucrado el propio Alonso el 6 de abril de 2003.

Alonso pudo haber salido de aquélla con serias secuelas físicas o incluso haber perdido la vida. Si resultó ileso fue gracias a su pericia y su fortaleza física y, probablemente, a la decidida política de tolerancia cero contra los accidentes mortales llevada a cabo por la Federación Internacional (FIA). Desde comienzos de aquella temporada, el máximo organismo automovilístico había obligado a llevar un collar de seguridad llamado Hans (Head and neck support, soporte para cabeza y cuello).

Una mala previsión del tiempo provocó aquel día que todos los coches calzaran neumáticos intermedios. Llovió y las salidas de las pista fueron constantes. Entre los que tuvieron que abandonar estaba Schumacher. Y en la vuelta número 53 sucedió el terrible siniestro. El Jaguar de Webber se estrelló. Los restos del bólido quedaron esparcidos por la calzada. Alonso negoció una curva de izquierdas a 270 kilómetros por hora y se encontró de sopetón con una de las ruedas del Jaguar. Se le incrustó en la suspensión delantera y rompió la dirección de su Renault, que acabó rebotando al otro lado con un impacto brutal. "Fue un accidente muy fuerte. Y también fue una lástima porque estaba haciendo una buena carrera y me veía con posibilidades de ganarla", dice ahora Alonso. El italiano Giancarlo Fisichella, el que hasta mañana será su compañero en Renault y que entonces pilotaba un Jordan, fue el vencedor final de aquel gran premio, el primero después de sus primeras siete temporadas y media en la fórmula 1.

Dos años después, Alonso se desquitó porque en este trazado fue donde se proclamó, con 25 años, el campeón del mundo más joven de la historia. Le bastaba concluir en el podio para hacer ya imposible el intento del finlandés Kimi Raikkonen de optar al título. Fue tercero por detrás del colombiano Juan Pablo Montoya y del finés y por delante de Schumacher, que en este circuito suma una estadística, como todas las suyas, fantástica: 14 carreras, cuatro victorias, diez podios y sólo un abandono, el de 2003.

El trazado de Interlagos es precioso y los organizadores no escatiman esfuerzos para mejorarlo. Pero la razón de más peso por la que se mantiene en el calendario de la fórmula 1 no la sortea ni siquiera el presidente de la FIA, Max Mosley, que pocos días antes de la accidentada carrera de 2003, manifestó: "Sé que es un circuito malo, pero es el único que tenemos en Suramérica".

"Siempre he disputado carreras dramáticas en Brasil", recuerda Raikkonen, que mañana se despedirá de McLaren para ceder su volante a Alonso y abrir a partir de la próxima temporada una nueva etapa en Ferrari. "Supongo que la pista anima a carreras excitantes. Los adelantamientos son posibles aquí en varias zonas, especialmente en la primera curva". Es lo mismo que debe de pensar uno de los ídolos de la afición brasileña, su paisano Rubens Barrichello, que justamente en este trazado suma una hoja de servicios calamitosa: tan sólo ha concluido tres de las 13 pruebas que ha disputado en él.

El circuito de la ciudad donde nacieron dos legendarios campeones de la fórmula 1, Ayrton Senna (1960-1994, tres títulos) y Emerson Fittipaldi (1946, dos títulos), marcará un antes y un después en la historia de la competición sea cual sea el resultado de la carrera, ya que Alonso puede sumar su segundo título y porque Schumacher, gane su octava corona o no, va a cerrar una época triunfal en la que su sólo nombre ha sido suficiente para concitar la pasión y el interés mundial por este deporte.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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