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JOAN SAURA | Candidato de ICV-EUiA a la Generalitat | La campaña electoral en Cataluña

El arte de templar gaitas

Miguel Núñez, histórico dirigente del PSUC, está internado en una residencia. Pasa una mala temporada. Tiene problemas respiratorios relacionados con el deteriorado estado de algunas de sus costillas, a las que llama Creix y Polo. Su memoria no está afectada. Recuerda que al inicio de la transición propuso a los dinosaurios del partido que se dejase la dirección del PSUC a gente de las nuevas generaciones, entre quienes estaba Joan Saura.

Núñez se reunió en el Baix Llobregat con aquellos chicos prometedores, con el tiempo núcleo de Iniciativa, para proponerles que presentasen su candidatura a la dirección del PSUC. En principio dijeron que sí, pero a las siete de la mañana Joan Saura telefoneó a Núñez para decirle que no se atrevían. Cuesta matar al padre.

Se atrevieron 20 años después, y los sectores más sectarios del PSUC, buena gente de otro tiempo, no lo entendieron. Se produjo una escisión que la izquierda catalana ha pagado cara. ¿Hubiese sido distinto el cambio de haber aceptado Saura y su grupo la sugerencia de Núñez? No vale la pena pensar en ello. Cuando la historia pasa página, pasada está, pero en todo caso, y el propio Saura lo reconoce, si Iniciativa ganó un espacio no ha sido sólo a costa de perder plumas, sino también de dejar carne en la ruptura, tanto con el PSUC como con Izquierda Unida en años de triple crisis: política de unidad con los socialistas, superación del comunismo y plena soberanía.

Saura es un ciudadano atento, sobrio, serio y responsable. Le gusta dominar los temas sobre los que habla. En ocasiones incluso puede parecer demasiado atento, sobrio, serio y responsable, sobre todo cuando se pone a hablar ante auditorios que quizá vibrarían más con un mitin vociferante, ofreciendo como los charlatanes de feria ofertas de todo tipo, que con sus intervenciones en tono de conferencia, aunque ese tono ha dado credibilidad al tema ecológico: Saura ha sabido consolidar el discurso ecosocialista, que en principio parecía una tontería.

Debió de ser por el año 2000 cuando Saura me telefoneó porque, dijo, llevaba un par de días preguntándose qué era lo que yo pensaba sobre lo que pensaba él y había pensado que me lo podía aclarar desayunando, todo eso sin que yo le hubiese pedido aclaración sobre nada. Releídas hoy, las notas de entonces confirman su confianza en que tras navegar varios años entre tormentas y con miedo al naufragio la balsa de Iniciativa sobreviviría y saldría de la UCI en la que había ingresado en coma electoral: aspiraba a subir del 4% al 15% de votos.

Forjado en la política municipal del cinturón barcelonés y en la reivindicación sindical cuando el Gobierno solucionaba conflictos enviando a los grises, que después fueron marrones y acabaron en azules, pero nunca dejaron de ser expeditivos, Joan Saura heredó del viejo PSUC la virtud de saber que en política no se ha de tirar la casa por la ventana. Eso le permitió templar gaitas los días críticos del tripartito.

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Es un tipo del que te fías cuando trata de venderte su programa, aunque sepas que entre el dicho y el hecho media un abismo por mucho notario que avale lo que prometes. Sólo le pedirías que, por favor, te dejase marchar sin explicarte por enésima vez la buena compra que haces votándole y que, recuérdalo tú y cuéntaselo a otros para que lo cuenten, si no nos espabilamos vienen años duros para la izquierda.

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