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Columna
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Alzheimer

El mundo empresarial valenciano tiene varios interrogantes por resolver. Cuando se habla de empresarios valencianos no está claro si se hace en referencia a los de la provincia de Valencia o a los que se aglutinan en la Comunitat Valenciana. Ahí emerge un conflicto territorial cuya solución se ha aplazado, con pésimos resultados, para zanjar temas delicados que se malogran ante la indefinición de identidad. Esta cuestión parte de la propia confederación autonómica (Cierval) y se reproduce en las sectoriales y territoriales.

Los empresarios de la Comunitat Valenciana podrían repasar sus orígenes. Desde la creación de las tres confederaciones provinciales (Coepa-Alicante; CEC-Castellón y CEV-Valencia) hasta las últimas disensiones sobre el futuro de Cierval, cuyas siglas corresponden a la Confederación Interprovincial de Empresarios de la Región Valenciana. La cumbre empresarial de Orihuela en abril de 1989, que se celebró deliberadamente en los confines meridionales del territorio autonómico, fue un modelo de habilidad geoestratégica que en 2005 se repitió en la cumbre de Peñíscola, para compensar el sur con el norte y que nadie pudiera sentirse postergado. Aún así los pulsos territoriales siguen produciéndose y no siempre con resultados sensatos y beneficiosos.

Otra cuestión pendiente es resolver hasta qué punto los empresarios deben involucrarse en los asuntos públicos con trascendencia política e identificación con una opción ideológica concreta. En este aspecto también se pueden recordar actuaciones desafortunadas que van desde afirmaciones y afiliaciones explícitas de representantes empresariales, a la participación en actos electorales.

La memoria falla y, en algunas ocasiones, no es un problema sólo de lagunas en el recuerdo sino de desconocimiento de cómo se han ido sucediendo los acontecimientos y de la desinformación acerca de los avatares del asociacionismo empresarial.

Las dificultades que se han ido venciendo han sido muchas y a menudo, en el transcurso de los últimos veinticinco años ha influido la falta de una experiencia dilatada y constante, de forma especial, en el periodo comprendido entre 1936 y 1977, mientras estuvo prohibido asociarse. La inexistencia de líderes empresariales respaldados y de los canales asociativos adecuados para que los interlocutores económicos pudieran defender sus intereses específicos, ha repercutido en una sociedad que tuvo que improvisar una red organizativa obligada a vincularse a otras entidades del resto del país y en una cúpula capaz de actuar como interlocutor con la administración y el gobierno de España.

La gestación de las organizaciones empresariales de ámbito provincial en la Comunitat Valenciana ha sido lenta y con etapas de avance y retroceso. Hasta tal punto que se puede considerar que las organizaciones empresariales valencianas no están plenamente consolidadas. Todavía existen vacíos inexplicables en el panorama sectorial y territorial de los movimientos asociativos.

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Este ha sido el caso de las organizaciones autonómicas que representan a los apartamentos turísticos, de los hoteles o del sector de los servicios avanzados o las empresas editoras.

La evolución y la capacidad de cambio entre las asociaciones empresariales es muy limitada. Los intentos de mediatización política tampoco han ayudado a que las organizaciones empresariales o las ferias especializadas se hayan creado de acuerdo con los intereses de los sectores representados ni que, a su vez, hayan ido creciendo como respuesta a las necesidades de las actividades de negocio para que sean más productivas y consecuentemente puedan competir mejor. Últimamente han surgido temas candentes como el déficit de recursos hídricos, la urgencia de que las infraestructuras de transporte cuenten con mayor inversión, la conveniencia del corredor mediterráneo para el AVE o la eterna reivindicación de que el trazado ferroviario para mercancías entre Madrid y Valencia se acorte por Cuenca en vez de seguir por Albacete, tal como se proyectó hace más de 150 años.

Los empresarios valencianos han iniciado ese cambio provocado por motivaciones generacionales y para posibilitar una visión más moderna del asociacionismo empresarial valenciano. En el mundo globalizado en que vivimos, sobrevivirán las economías y las empresas capaces de innovar. No es posible mantener una actividad económica estable y con perspectiva de futuro si no se responde a la demanda internacional.

Hay que mantener la memoria despierta, rendir homenaje a nuestros predecesores porque, a pesar de sus lagunas, las organizaciones empresariales han salido adelante en una situación desfavorable. Sería muy positivo que se establezcan los pasos y las prioridades para que las organizaciones puedan asistir a las empresas, con la perspectiva de que cada entidad y las personas que las gestionan desempeñen el papel que les corresponde y que las unidades de negocio de la Comunitat Valenciana están demandando.

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