Vivir solo duplica el riesgo de enfermedad coronaria
Las personas que viven solas duplican el riesgo de padecer una enfermedad coronaria aguda, según un estudio realizado en Dinamarca. El estudio comparó el riesgo de padecer una enfermedad cardiaca grave de las personas que viven solas respecto de quienes viven con un compañero o compañera y sus resultados han sido presentados recientemente en Journal of Epidemiology and Community Health. Entre los riesgos se incluyen la angina de pecho grave y el infarto de miocardio.
La conclusión se basa en un estudio efectuado a más de 138.000 adultos de edades comprendidas entre los 30 y los 69 años residentes en Aarhus, una zona de Dinamarca.
Entre 2000 y 2002, se diagnosticó angina grave, infarto o muerte cardiaca súbita, un espectro de afecciones conocidas como síndrome coronario agudo, a 646 personas. Una vez analizados los datos en detalle y cruzados con la información que figura en el censo, se comprobó que había dos factores de tipo social que incrementaban ese riego: el hecho de tener un bajo nivel cultural y vivir de una pensión pública. Pero los dos factores más fuertes para predecir un posible riesgo de síndrome coronario agudo eran la edad y el hecho de vivir solos. La edad era un factor bien conocido, pero no así la forma de vida. Las mujeres mayores de 60 años y los hombres mayores de 50 que vivían solos experimentaban el doble de probabilidades de padecer el síndrome que el resto de la población.
Las mujeres mayores de 60 años que vivían solas representaban el 5% de la población total y los hombres solos mayores de 50 algo menos del 8%. Pero las mujeres solas de este grupo de edad constituían un tercio de todos los fallecimientos por dicho síndrome en el plazo de 30 días a partir del diagnóstico, mientras que los hombres solos de este grupo de edad suponían dos tercios de los fallecimientos. Los riesgos más bajos incluían el convivir con un compañero, el poseer un nivel de formación elevado y el permanecer activo. Las mujeres divorciadas también disfrutaban de un riesgo más bajo de padecer el síndrome.
Los autores consideran que ciertos factores de riesgo tienden a ser más comunes en el estilo de vida de las personas que viven solas, lo cual tal vez ayude a explicar las diferencias. Entre dichos factores se incluye el tabaquismo, la obesidad, el colesterol elevado y menos visitas al médico de familia. Probablemente también cuente, según los autores, que a las personas solas también les cuesta más acudir a las redes de apoyo social.
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