Empate agridulce del Espanyol ante un Villarreal poco goloso
El Espanyol atrapó un punto en El Madrigal, que no resulta poco en los momentos de cólera en que vive. Vino a por el botín básico y se marchó con la extraña sensación de que éste pudo haber sido mayor con un poco más de suerte o, por el contrario, con algo de fatalidad, haberse quedado sin nada. Y con la mosca detrás de la oreja tras serle anulado un gol de cabeza a Pandiani cuando faltaba un minuto para concluir el encuentro después de que el linier de ataque avisara a Pino Zamorano de que el centro de De la Peña, a la salida de un saque de esquina, había rebasado la línea de fondo. El conjunto catalán se fue con un empate ante un Villarreal menos goloso de lo habitual y que cayó preso en la maraña tejida por el Espanyol y amplificada por la escasa sutileza mostrada por los jugadores que dirige Pellegrini.
VILLARREAL 0 - ESPANYOL 0
Villarreal: Viera; Josemi, Peña, Quique Álvarez, Arruabarrena (José Enrique, m. 11); Senna, Tacchinardi (Somoza, m. 68), Cani, Riquelme; José Mari (Marcos, m. 77) y Forlán. Jugadores no utilizados: Barbosa (portero suplente), Javi Venta, Fuentes y Jonathan.
Espanyol: Kameni; Velasco, Jarque, Lacruz, Chica; Moisés; Rufete (Moha, m. 55), Fredson, De la Peña (Zabaleta, m. 89), Coromina; y Tamudo (Pandiani, m. 84). Jugadores no utilizados: Iraizoz (portero suplente), Sergio Sánchez, Torrejón y Julián.
Árbitro: Pino Zamorano. Amonestó a Moisés, Quique Álvarez y José Mari.
Unos 18.000 espectadores en el estadio de El Madrigal.
El estado convulso en el que se encuentra el Espanyol, reflejado en la mala clasificación y los enredos en el vestuario, no invitaban precisamente al romanticismo en el planteamiento de Ernesto Valverde, más pendiente de contrarrestar a su rival que de jerarquizar el juego. La alineación así lo dictaba. La puesta en escena refrendaba el talante conservador con el cual el conjunto catalán pretendía oponerse al Villarreal. Cinco jugadores en el medio del campo para evitar la fluidez del equipo de Pellegrini y con un jugador, Moisés, con la única tarea de no conceder apenas centímetros a Riquelme, que ejercía su labor de enganche por detrás de José Mari y Forlán.
A pesar de la conservadora propuesta, bien es cierto que el Espanyol no iba a renunciar a nada. El conjunto perico vio que su camino para sacar provecho de su visita a El Madrigal pasaba por no dejar pensar al Villarreal y llegar con rapidez a los dominios de Viera. El portero uruguayo, a los diez minutos, agradeció la candidez de De la Peña, que dejó pasar de largo el esférico cuando tenía un golpeo franco dentro del área amarilla, al parecer, atendiendo la petición de Senna, que simuló ser su compañero. La picaresca del hispano-brasileño enfureció al pelado cántabro.
El partido se fue afeando en el segundo periodo. El Villarreal, enredado por la presión rival, y el Espanyol, sin saber si agarrarse al punto o buscar un mayor premio. Decreció el juego, apenas gotearon las ocasiones, terminó el partido y ambos se quedaron con la pose.
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