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Entrevista:FRANCIS MONTESINOS | Diseñador

"No me imagino a Camps con una de mis maxifaldas"

La moda valenciana no podría entenderse sin Francis Montesinos, y sobre todo, la moda de Montesinos no se podría entender sin su Valencia. Arquitecto de lo imposible, maximalista, creativo y a menudo subversivo, sus propuestas estéticas han marcado pautas sociales y culturales. El diseñador convertido ya en referencia obligada, recogió la pasada semana la Medalla de Oro de las Bellas Artes de manos de los Reyes.

¿Diseñador periférico? "Valencia no sé yo si hoy por hoy es la periferia. Lo que si empieza a pesar es la etiqueta de creador valenciano. Para mí, la tierra es el gran referente, así como la luz y el mar Mediterráneo. Me gusta pensar que hay algo más, pero creo que podría haber hecho la misma moda en Burgos, por ejemplo". Montesinos tiene claro cuál fue la fórmula "realidad-nacional" que le dio la fama y no se molesta al comentarla. "Siempre me han tildado de fallero, creo yo que más por mis presentaciones y puestas en escena que por mis colecciones. Pero nunca he entendido muy bien por qué. Últimamente es difícil encontrar arte en el mundo fallero, pero seguro que si lo buscamos lo podemos encontrar".

"No creo que la sociedad valenciana sea tan conservadora como se la está pintando. Lo más conservador que tiene es su gobierno".
"La moda valenciana está cada vez más y más a la cabeza. Lo que ocurre en Valencia es que no sabemos vender nuestro producto".

Fallero es una palabra como casi todas, que encierra un Caín y un Abel. Mientras Montesinos se toma un cubata saborea un pasado que no está al alcance de cualquiera. El premiado creador, en la cumbre de su carrera profesional, hace repaso de sus casi cuatro décadas dedicadas a la moda, una trayectoria donde los cambios han sido muchos y profundos. Desde aquellos 70 donde vestía a toda la progresía que buscaba en sus prendas un acto de libertad de expresión, a esta última colección centrada en la Copa del América que viste a una generación adscrita a un espíritu menos crítico. Es el signo de los tiempos. "Yo no creo que la sociedad valenciana sea tan conservadora como se la está pintando. La calle va más allá del emporio Inditext, es una moda que se sale por la tangente, que está viva, que evoluciona y que sobre todo que se individualiza. Han sido muchos años a la cabeza de la vanguardia de la moda. Por Valencia se colaron los primeros movimientos de modernidad frente al ostracismo que se vivía en este país. Ese caldo de cultivo no puede haber fermentado en todo lo contrario. Lo más conservador que tiene la sociedad valenciana es el gobierno que la administra. Y es que no me puedo imaginar a Camps con una de mis maxifaldas". La verdad es que eso es difícil de imaginar, incluso en campaña electoral.

¿En estos momentos de su carrera, le divierte la moda o sufre con ella? "Más que divertirme, me interesa. Me seduce y me apasiona. Gracias a ella he conocido un mundo que me gusta mucho y que me sería muy difícil acceder a él". En este país, donde, salvo raras excepciones de creadores que se abrieron camino a fuerza de ingenio y audacia individuales (como siempre), se trata de una industria que no acaba de clarear, por mucho que anualmente se dibuje un eufórico futuro. "La industria de la moda siempre apuesta a caballo ganador. Han sido muchos años trabajando de forma artesanal, modesta, de taller de costurera. Es desde hace poco, que la industria ha descubierto a Francis. Una industria que ha tardado tres décadas en darse cuenta de mi trabajo. Así de rápida va la moda".

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Así es Montesinos: se interpreta a sí mismo, se imita a sí mismo. Excesivo y teatral, con mucho golpe de pecho. ¿Encantado de conocerse? "Es verdad que en esta última colección he abusado del logo Francis Montesinos. Pero esa saturación del logo en las prendas se materializa en una saturación de ventas. Aunque creo que en futuras colecciones la marca aparecerá de forma más destilada". Francis filtra su persona a través de la ironía consigo mismo. En cuestión de una década, Montesinos ha pasado de sus faldas masculinas, y sus trajes de punto, a firmar relojes, gafas, colonia, alfombras e incluso duchas. ¿Qué le queda por hacer? "Ahora mismo estoy trabajando en un proyecto muy apasionante: la suite real Francis Montesinos para el Hotel Westin. La imagen total. Desde las sábanas hasta el mural que la decora. Es un trabajo para mí nuevo. Y me lo estoy pasando muy bien. Sólo pido que me dejen esa suite durante una semanita...".

Montesinos nació en Valencia en la década de los 50, en uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad: El Carmen. Un espacio histórico que huele a transgresión y contemporaneidad. O al menos, olía. "La alcaldesa Rita Barberá lo está poniendo muy difícil para vivir y disfrutar de ese barrio. Es una barriada con un encanto muy especial, donde era todo un placer el pasearla, el zambullirte en ella. Hoy vivir ahí es todo un suplicio. Faltan las infraestructuras mínimas, no se puede aparcar por ninguna parte, es imposible conciliar el sueño ante la contaminación acústica que se está generando".

El Carmen fue también cuna de la Pasarela, ahora reconvertida en Semana de la Moda de Valencia. Una primera edición que comenzó con una marcada polémica y un enfrentamiento entre los organizadores y la Asociación de diseñadores de Prêt-à-porter de la Comunidat Valenciana (PIV). En su nombre, Montesinos reiteró sus quejas públicamente sobre la falta de comunicación entre la administración y los diseñadores, la falta de apoyo a los jóvenes creadores y la elección de un espacio nada propicio. "No he hecho todavía ningún balance. Lo realizaré en cuanto me reúna con el conseller Justo Nieto. Lo que está claro, es que el emplazamiento ha sido todo un error. Han querido promocionar la Ciutat de les Arts i les Ciències, estando aún en plena construcción. La situación era surrealista: por un lado, las modelos; por el otro, las excavadoras. Y se han olvidado también de que uno de los orígenes fundamentales de esta pasarela era impulsar la revitalización del centro histórico".

¿Y de lo visto durante los desfiles? "Hay un nivel de energías y de ideas impresionante. La moda valenciana está cada vez más y más a la cabeza de otras propuestas. Trabajos como los presentados por Luxoir, Noelia Navarro, Por Fin! o Tonuca demuestran que la creatividad y la profesionalidad de estos jóvenes diseñadores está al más alto nivel. Colecciones que nada tienen que envidiar a las presentadas en otras pasarelas internacionales. Lo que ocurre en Valencia es que no sabemos vender nuestro producto. Falta la adecuada proyección nacional e internacional, y una Semana de la Moda tal como está concebida no es la solución". La moda valenciana se rejuvenece sin perder calidad ni originalidad. Costura y desenfreno. Actitud y glamour ¿fallero?

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