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Reportaje:XIV Bienal de Flamenco

Gitanos, un plus sobre el escenario

Un tercio de los artistas de la Bienal son gitanos, mientras que en Andalucía la etnia sólo representa el 5% de la población

Margot Molina

Gitanos o payos, payos o gitanos. Una división que en la sociedad tiende a ser excluyente con la etnia minoritaria porque está asociada a marginación y pobreza; en el flamenco se transforma en un plus, una bandera que enarbolan los propietarios de esos sonidos negros, ese baile impetuoso o esa jondura en la guitarra. Pongamos por ejemplo el cartel de los principales artistas que participan en la XIV Bienal de Flamenco de Sevilla. De los 125 artistas que figuran en su catálogo, 39 son gitanos y tres son hijos de matrimonios mixtos, por lo tanto un tercio son gitanos.

El porcentaje no se corresponde, como era de esperar, con el general en la región donde el 5% de la población es de etnia gitana, según la Unión Romaní de Andalucía. De los casi 8 millones de andaluces, cerca de 400.000 son gitanos. La asociación romaní puntualiza que en toda España hay unos 800.000 gitanos, de forma que la mitad son andaluces.

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Los artistas insisten en que en el flamenco existe una diferencia entre el artista gachó y el gitano y siempre hablan de un sentimiento más profundo para tratar de explicarla. El cantaor gitano Tomás de Perrate, que estrenó Perraterías el pasado día 1 dentro de la Bienal, precisa: "Cuando un gitano canta el público lo nota desde el primer quejío porque no sólo transmite notas musicales, sino una sabiduría que, normalmente, sobrepasa al propio intérprete". Él asegura que el cantaor se convierte en un "médium" de su propia cultura que, de otra forma, estaría condenada a desaparecer.

Para Manuel Moreno El Pele, uno de los cantaores que más alabanzas ha cosechado en esta Bienal con su recital el pasado día 4 en el Lope de Vega, la división en el flamenco entre artistas payos y gitanos -grupo al que pertenece- tiene sentido y "lo va a tener siempre". "Yo no soy racista, pero se nota en el eco del metal, en la forma de interpretar, en las voces negras de los gitanos. Esto no quiere decir que sea mejor que el payo, sino que es distinto", apunta el artista cordobés.

Las diferencias, según los aficionados, se acentúan en el cante, para diluírse más en el baile y el toque, disciplinas en las que tradicionalmente hay menos gitanos. El bailaor y coreógrafo payo Javier Latorre, que el pasado martes participó en el Homenaje al maestro Granero en el teatro Lope de Vega, lo explica así: "En el baile y la guitarra hay menos gitanos porque requieren una disciplina mayor que el cante algo que, salvo honrosas excepciones, no entra dentro de la idiosincrasia de los gitanos. Mientras que en el cante, también sin generalizar, son mejores los gitanos", apunta Latorre.

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Sin embargo, tanto unos como otros permiten que alguien se pase a un bando que no el suyo porque lo sienten "de corazón". José Manuel Gamboa, flamencólogo y autor, entre otros textos, de Una historia del flamenco (Espasa, 2005), recuerda lo que sobre este tema le solía repetir el gran guitarrista Sabicas -Agustín Castellón (Pamplona, 1912 - Nueva York, 1990)-. "Cada vez que pasábamos por la plaza de Santa Ana, en Madrid, dónde en sus tiempos se concentraban los mejores locales flamencos, decía: 'Deberían de hacer un monumento al arte gitano, con Manuel Torre y Manolo de Huelva, y otro al arte flamenco, con don Antonio Chacón y mi tío Ramón Montoya'". La gracia de la anécdota es que Manolo de Huelva era payo y Ramón Montoya, gitano.

"Lo que Sabicas quería decir es que para ser flamenco hay que gitanear, en el sentido de flamenquear que antes era sinónimo de gitano. Precisamente por eso, Silverio no querían que le llamaran flamenco, porque significaba gitano y eso, a su vez, suponía que pertenecías al lumpen andaluz", explica Gamboa. "Para mí se trata de una cuestión de rajo y de temperamento que puede tener tanto uno como otro", añade.

Juan Vergillos, critico flamenco, sale también en defensa del arte de esta minoría y puntualiza: "Actualmente son los artistas gitanos los que más están arriesgando sobre el escenario, los más innovadores. Ahí tenemos las propuestas de Esperanza Fernández, Tomás de Perrate (cantaores), Tomatito, Raimundo Amador (guitarristas), Israel Galván y Belén Maya (bailaores)".

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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