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Entrevista:PEDRO NÚÑEZ MORGADES | Defensor del Menor

"No tengo por qué ser condescendiente con el poder"

Pedro Núñez Morgades, madrileño de 57 años, encara hoy su último día al frente del Defensor del Menor, una institución de la Comunidad que ha dirigido durante los últimos cinco años, desde que le nombrara Alberto Ruiz-Gallardón. Es abogado y, hace 30 años, se estrenó en lo público de la mano de UCD. Fue delegado del Gobierno entre 1996 y 2000. A punto de abandonar su despacho, confiesa que le quedan pocos meses para ser abuelo y deja caer que le gustaría volver a la arena política.

Pregunta. ¿Cómo ha vivido estos cinco años?

Respuesta. Ha sido la experiencia más apasionante de mi carrera. Hablo con la legitimidad que da el estar al frente de un equipo muy especializado. Somos once, entre los que hay tres psicólogos, tres abogados, un sociólogo, un pedagogo y una periodista. Somos diferentes, pero en todo llegamos a un denominador común. Hemos sido voz de los que no tienen voz.

"No hemos sabido explicar la Ley de Responsabilidad del Menor, la ley más denostada de la democracia"
"Entré con la sensación de que sólo se conoce el 20% de los malos tratos y me voy con esa misma sensación"
"Suspendo a las administraciones en la falta de coordinación. No hay ninguna capaz de resolver los problemas del menor por sí misma"
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P. Al ser el único que hay en España, se ha convertido en el defensor de todos los niños.

R. Debemos valorar la realidad de los 2.182 millones de niños que hay en el mundo o los ocho millones de España, de los que 1,5 viven en la Comunidad de Madrid. En nuestro portal para combatir la bulimia y la anorexia, casi la mitad de quienes preguntaban eran latinoamericanos. Así que hemos trabajado en el mundo real y en el virtual.

P. ¿Qué ha sido lo más positivo y lo más negativo en estos cinco años?

R. Que hemos conocido la realidad de los menores muchas veces a través de los medios de comunicación. Y con las circunstancias que rodean a la vida de la juventud, hay que pensar que pocas cosas están pasando. No me gusta ser alarmista, porque con el alarmismo la sociedad se retrae. Pero a nadie se le deben olvidar los problemas de las familias desbordadas y poquísimo ayudadas, la incompatibilidad de la vida familiar y laboral, la brecha digital, la brecha escolar, la soledad de nuestros menores, la violencia que perciben como forma de éxito. Eso quiere decir que hemos sido un poco los pepitos grillos de las instituciones.

P. ¿Y en la parte negativa?

R. El no haber sabido despertar a una sociedad en que el gran antídoto es la educación en valores. Tampoco hemos sabido explicar la Ley de Responsabilidad del Menor, la ley más denostada de la democracia. El haber tenido que asistir a los crímenes de Sandra Palo, a la muerte de Donovan o a ese padre de Arroyomolinos que mató a una hija común para hacer daño a la madre. Desde luego, si hiciéramos un esfuerzo para hacer un mundo más agradable al menor, tendríamos un mundo mucho mejor en general. Acabaríamos con el conformismo y el hedonismo en que estamos instalados.

P. ¿Cómo se vive al enfrentarse con quienes le han nombrado?

R. Lo importante es mantener el equilibrio. Nuestro propio estatuto lo marca. Yo no tengo por qué ser condescendiente, sino defender al menor. Pero las administraciones han sabido recibir nuestras recomendaciones. El que tiene inteligencia y apertura de miras acepta las recomendaciones de otro.

P. ¿Esos enfrentamientos han tenido que ver con su cese en el cargo?

R. No. Se cumplían los cinco años. También pensaba que estar 10 con una dedicación exclusiva como exige el puesto no era asumible. Algunas asociaciones humanitarias me han ofrecido mantener una colaboración permanente para tratar temas de menores.

P. ¿Qué piensa de los malos tratos infantiles?

R. Entré con la sensación de que sólo se conocen el 20% de los malos tratos que sufren y me voy con esa misma sensación. Tenemos definido el camino, pero no damos los pasos necesarios para atajarlo.

P. ¿Cuáles son los mayores problemas que tienen los niños en Madrid y en España?

R. Son prácticamente los mismos. En grandes capitales como Madrid pueden sentirse más solos. Destaca la poca dedicación que damos a los menores, el maltrato, el no conocer a nuestros hijos, el no ganarnos su confianza, el no hablar con ellos. Nuestros niños y niñas están más solos que en ningún momento. Otros problemas son el consumo de drogas. Junto a un descenso en la edad de inicio, se da una bajada en la percepción del riesgo por ese consumo. El delito del menor tampoco lo vemos de manera integral, en especial la parte preventiva para que el menor no se convierta en un delincuente. A eso se une la violencia, que es uno de los temas que más me preocupan. Los menores la perciben por todos los medios, en la propia sociedad. Además, la incorporan como una forma de solucionar problemas personales.

P. ¿En qué suspende a las administraciones?

R. En la falta de coordinación. Es necesario conocer y volver a recuperar la calle. Lo que pasa en la calle no lo podemos recuperar. Son necesarias las políticas preventivas. No hay ninguna administración capaz de resolver los problemas del menor por sí misma. Por eso, cuando actuamos conjuntamente, he podido percibir la tranquilidad que tiene el ciudadano.

P. ¿Qué se puede hacer con el acoso escolar y qué debe hacer un niño que lo sufre?

R. Desde el caso de Jokin, hemos recibido un 300% más de denuncias. La mayoría de las ocasiones, cuando acudimos al centro escolar, la dirección ya ha tomado medidas. Tenemos que detectar lo antes posible los casos. Hemos publicado folletos en los que se dan instrucciones para detectarlo cuanto antes tanto en la casa como en la escuela. La cuestión es que hay que restablecer la convivencia. Superar la ley del silencio, que los niños hablen de lo que les pasa. Ahora se ha visto más adecuado que ni el acosado ni el acosador se marchen del centro escolar. El mejor fortalecimiento de la autoestima del agredido y la mejor reconducción del agresor se da cuando ambos siguen en el centro. De este modo, se supera la violencia de los menores.

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