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Entrevista:JONAN FERNÁNDEZ | Director de Baketik

"Nos gustaría ir ayudando a preparar la reconciliación"

El que fue fundador y líder del reconvertido movimiento por el diálogo Elkarri dirige ahora el director de Baketik, una nueva escuela por la paz instalada en el centro cultural Gandiaga Topagunea de Arantzazu. Jonan Fernandez (Tolosa, 1962) es el encargado de dinamizar esta iniciativa de la Orden Franciscana dedicada al tratamiento ético de conflictos para contribuir a la idea de la paz en el mundo. Baketik echa a andar el próximo 14 de octubre.

Pregunta. Su centro está ubicado en el antiguo seminario de los Franciscanos ¿obedece a un impulso religioso o es laico?

Respuesta. Los franciscanos tienen claro que el centro tiene que ser aconfesional, plural, laico y autónomo. Y ello se explica desde su forma de concebir Arantzazu como un lugar de encuentro entre creyentes y no creyentes, un espacio de diálogo entre fe y cultura.

"Nuestro centro tratará, en realidad, de crear un clima de convivencia reconciliada. Pero a las víctimas no se les puede pedir, además, ese esfuerzo"
"En este país hay demasiadas causas con valor absoluto. Una relativización de las mismas, ya sean políticas o de otro tipo, le vendría muy bien"

P. En su web indican que el comité honorífico lo componen Iñaki Gabilondo, Herrero de Miñón, Mateo Zuppi, de la comunidad de San Egidio, José Antonio Marina, Victoria Camps, José Saramago o Federico Mayor Zaragoza. Con semejante padrinazgo, ¿qué proyecto se proponen?

R. Los centros por la paz que hay en el mundo se dedican a la investigación, la divulgación o la mediación. El nuestro se dedicará, fundamentalmente, a la divulgación del tratamiento ético del conflicto; a enseñar a manejar éticamente todo tipo de conflictos.

P. ¿Qué aporta el factor ético a esta actividad?

R. En la resolución de conflictos está mundialmente aceptada la metodología de la empatía. Nosotros hemos hecho un trabajo teórico para buscar la base ética de eso. Hemos conceptualizado que en los conflictos, no sólo importa la metodología, sino las bases éticas o no éticas desde las que se aborda. Esa va a ser nuestra singularidad.

P. Aunque no se quiere pronunciar sobre la actualidad, el proceso de paz en Euskadi merece una opinión suya como experto.

R. Tenemos claro que ni a Baketik ni a mí nos corresponde ser opinadores del proceso. Dicho esto y, desde un plano general, creo que lo que está pasando es normal. Se dice al principio de estos procesos que serán duros, largos y difíciles, y nos ponemos nerviosos a la primera dificultad. No hay que perder la perspectiva, sino entender que todo proceso de paz es así: se parece a una partida de mus en la que hay envidos y órdagos y cada participante juega sus bazas. Por eso hay momentos en los que se concentra la tensión.

P. ¿Han intervenido o favorecido algún momento del mismo?

R. En absoluto. Nuestra vocación es la de no intervenir, al menos directamente. Todo proceso tiene tres fases: la preconci- liación, la conciliación y la reconciliación, nosotros nos planteamos una actividad indirecta en la tercera. Nos gustaría ir ayudando a preparar la reconciliación, y los primeros cursos están destinados a formar agentes para trabajar en ello. En 2008 habrá al menos mil personas con nociones básicas de lo que es o no la reconciliación, porque hay muchos equívocos sobre esta idea.

P. Es este un concepto que a las víctimas les saca de quicio, por precipitada. Prefieren hablar de convivencia que de reconciliación.

R. Aquí hay dos equívocos que deshacer. El primero, pensar que reconciliarse significa amigarse, cuando no es así, sino volver a respetarse. El otro es creer que la reconciliación debe ser entre víctimas y victimarios. De lo que se trata, en realidad, es de crear un clima de convivencia reconciliada, pero a las víctimas no se les puede pedir, además, ese esfuerzo.

P. ¿Esta iniciativa de reconciliación responde a una demanda social por cierta mala conciencia ante el comportamiento de estos años?

R. Hay mucha gente preocupada con la reconciliación, una idea que produce temor debido a que no se sabe muy bien qué es. Respecto a lo que afirma, todos hemos cometido errores y déficits, pero no son el elemento central.

P. ¿Con su bagaje personal de 20 años de trabajo, qué diagnóstico hace de este país?

R. En este país hay demasiadas causas con valor absoluto. Una relativización del valor absoluto de las causas en las que nos movemos todos, ya sean políticas o de otro tipo, le vendría muy bien. Esta sociedad debería redimensionar el valor absoluto de sus causas.

P. ¿Tiene ambición de proyectarse internacionalmente ahora que aquí puede acabar la violencia?

R. Nuestra idea es centrarnos en los conflictos olvidados y en los olvidados de los conflictos. Frente a media docena de guerras mediáticas, que merecen toda la atención, hay un centenar completamente desconocidas. Tenemos intención de orientarnos, sobre todo, en África. Y a la sociedad vasca no le vendrá mal dejar de mirarse al ombligo un ratito y ver otras realidades y problemas que están pasando ahí fuera.

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