El nuevo primer ministro de Japón restaura las relaciones con China
Shinzo Abe busca apoyo en Pekín frente a la amenaza nuclear de Corea del Norte
Corea del Norte ocupó ayer un papel protagonista en los encuentros que mantuvo el nuevo primer ministro japonés, Shinzo Abe, con los líderes chinos. Pekín y Tokio mostraron, en un comunicado conjunto, su "profunda preocupación" por el anuncio realizado el pasado martes por Pyongyang de que pretende realizar un ensayo atómico, y se comprometieron a cooperar para que desista de hacerlo. El presidente chino, Hu Jintao, calificó la visita de Abe, la primera que hace al extranjero desde que accedió al cargo hace dos semanas, de "punto de inflexión".
Lo que no detallaron ni Tokio ni Pekín es cómo piensan presionar al régimen de Kim Jong-il para que abandone sus ambiciones nucleares, máxime cuando las conversaciones a seis bandas -que también incluyen a EE UU, Rusia y Corea del Sur- se encuentran estancadas desde noviembre de 2005. Políticos surcoreanos, que citan diplomáticos chinos que conversaron ayer con funcionarios norcoreanos, afirman que Pyongyang podría renunciar a efectuar la prueba atómica si EE UU accede a celebrar negociaciones bilaterales o que podría acelerarla si se producen sanciones. El Consejo de Seguridad de la ONU aseguró el viernes pasado que tomará medidas si lleva a cabo el ensayo.
Aunque Pekín y Tokio comparten la visión sobre una península coreana desnuclearizada, han exhibido hasta ahora diferencias sobre la forma de abordar la crisis. China ha utilizado un tono conciliador, buscando a ultranza la negociación; Japón ha blandido -al igual que su aliado EE UU- la amenaza de represalias.
Los dos países acordaron ayer "elevar" sus relaciones a una nueva dimensión, lo que podría ayudar a desbloquear el conflicto norcoreano. "Creo que nuestras relaciones bilaterales van a disfrutar de cielos azules, y voy a trabajar para hacer avanzar el diálogo mutuo", dijo Abe. "Su visita va a suponer un punto de inflexión en las relaciones chino-japonesas, y espero que sirva como punto de arranque para la mejora y el desarrollo de los lazos bilaterales", afirmó el presidente, Hu Jintao.
Las diferencias entre los dos vecinos alcanzaron su punto álgido durante el mandato del anterior primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, a quien los dirigentes chinos se negaron a recibir en Pekín desde 2001, como muestra de rechazo a sus repetidas visitas al santuario de Yasukuni, visto por China y Corea del Sur como un símbolo glorificador del militarismo japonés. Este deterioro de los intercambios impidió resolver otras disputas fronterizas y energéticas.
Abe, de 52 años, es el primer jefe de Gobierno de su país nacido después de la II Guerra Mundial, y ha adoptado un tono más conciliador. Aunque ha acudido en el pasado al santuario y ha defendido las visitas de Koizumi, ha declinado decir públicamente si las hará ahora. Analistas y expertos aseguran que ha tenido que llegar a algún tipo de acuerdo sobre Yasukuni con Hu Jintao para que éste haya aceptado recibirle. "Koizumi practicó el populismo y utilizó los sentimientos nacionalistas de la gente para lograr el poder político, al tiempo que sacrificó las relaciones chino-japonesas y los intereses nacionales de Japón. Sin embargo, Abe tiene condiciones que le permiten tener poder político sin ninguna muestra barata de nacionalismo", explica Eiichi Tajima, especialista sobre China en la Universidad japonesa Keio.
Una muestra del interés que tiene también Pekín por mejorar los lazos con Tokio es el hecho de que el viaje de Abe se haya producido el mismo día que comenzaba una importante reunión del Comité Central del Partido Comunista Chino, que podría ser utilizada por Hu Jintao para consolidar su posición y apartar a rivales políticos. Abe llegará hoy a Seúl.
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