Desconciertos y balbuceos
Desconcierto, desorden y balbuceos son los términos que mejor definen el estado presente de la política energética. Aunque Acciona y ACS, dos gigantes del ladrillo, han venido a defender la españolidad de Endesa e Iberdrola, el gobierno no acierta a transmitir ideas claras ni firmeza en sus movimientos. Por desgracia, ni siquiera un criterio único. Lo que el vicepresidente Pedro Solbes dice un día -que se cambiará la ley para favorecer las fusiones de las empresas eléctricas- lo desmiente el presidente Rodríguez Zapatero al siguiente, bien por táctica política, bien para que a los bancos, accionistas y directivos varios no se les encarezcan las fusiones. David Vegara, secretario de Estado de Economía, e Ignasi Nieto, nuevo secretario general de la Energía, van dando tumbos desde Bruselas a Madrid sin saber que hacer con las condiciones de la CNE a la OPA de E.ON ni con la actitud belicosa de la Comisión Europea, tan terca en defender la libertad de movimiento de capitales como en ignorar que sin mercado único de energía y garantía de suministro el principio fundamental de la libertad de establecimiento es una fuente segura de conflictos.
El valor de las eléctricas calculado por los beneficios esperados y otros 'fundamentales' es inferior a las cotizaciones actuales
Si se quiere empeorar la descripción del desbarajuste energético actual -heredado en gran parte del desmedido talento del equipo ministerial anterior para dejar todos los problemas sin resolver-, se le puede añadir la predisposición de Moncloa a clausurar las centrales nucleares en funcionamiento, un ejemplo de ese tipo de negociación abstrusa -con las organizaciones ecologistas en este caso- que entre las bazas principales antes de iniciar la transacción.
Tan espeso es el caos energético que bien podría parafrasearse a Henry Louis Mencken: nadie perderá dinero apostando en contra de la capacidad de gestión del Gobierno. No es una exageración. Moncloa e Industria pierden las batallas empresariales que provocan, sea contra Francisco González en el BBVA, contra los directivos de Endesa designados por Rato que se enrocaron frente a Gas Natural, contra E.ON... El tratamiento recomendado para tiempos turbulentos se llama reflexión, meditación paso a paso. El primero de ellos consiste en que Rodríguez Zapatero, Solbes y Clos acuerden pacíficamente, para no contradecirse en público, si el mercado eléctrico español ha de reestructurarse mediante fusiones de empresas. En el caso de que la respuesta fuese afirmativa, un segundo paso sencillo sería exponer cuales son las normas que deben modificarse para favorecer las concentraciones. ¿La que impide que una empresa participe con las del 3% del capital en dos operadore considerados dominantes? ¿O debe persuadirse al Tribunal de Defensa para que suavice sus criterios de defensa del mercado, sintetizados de forma sumaria en la época de Rato en la frase "cuatro mejor que tres", para que las concentraciones eléctricas sean posibles?
Con estos dos pasos fáciles el equipo oficial de estrategas económicos contribuiría a disipar una parte de la niebla que rodea el mercado eléctrico. Además, también le resultará sencillo iluminar a los consumidores sobre los costes implícitos de estas incursiones de la construcción en las eléctricas. El valor de Endesa, Iberdrola y Unión Fenosa calculado por los flujos de caja esperados y otros fundamentales está muy por debajo de los precios actuales en la Bolsa. La motivación financiera de ACS y Acciona se resume en que el negocio eléctrico proporcionará en los próximos años ganancias estimables gracias al crecimiento de las tarifas. Sería todo un detalle que el Gobierno y la CNE rechazasen cualquier intento de subir el precio de la luz en función de los recalentados valores de las eléctricas en los parqués.
Hasta aquí, los parches y movimientos defensivos para reparar los boquetes abiertos por los fracasos político empresariales en Endesa. Pero para construir de verdad un mercado eléctrico ordenado en las condiciones actuales es imprescindible abordar la separación entre producción y gestión de los kilovatios; y acabar con la distribución vinculada a la generación. Las rutas hacia este mercado competitivo y en orden están en el Libro Blanco de Pérez Arriaga. Es bien dudoso que los ministerios de Solbes y Clos dispongan de la capacidad de maniobra política y técnica para desarrollarlo. Pero sí pueden arriesgarse con la iniciativa más modesta de construir un marco tarifario coherente, que retribuya los costes reales, no genere déficit y liquide el infame mercadillo eléctrico que maneja el precio a voluntad de las compañías.
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