Del "despelote" al sosiego

Tras una semana de turbulencias, la selección se despertó en Estocolmo con otro aguijón. Esta vez, lanzado por Joaquín, que, en la noche del jueves, se dislocó la lengua en Punto Radio: "España es un despelote y un caos, y el seleccionador no sabe por dónde tirar". Suelto él, a Joaquín se le olvidó puntualizar que el mismo entrenador al que ve aturdido le ha convocado en 27 de sus 29 partidos y que en 20 le ha dado la alternativa. El resultado: dos goles, uno a San Marino y otro a China. Antes de que Luis le refrescara la memoria, fue Casillas, que hoy se estrenará como capitán en el país en el que debutó como internacional en 2000, quien le replicó: "Joaquín ya tiene edad para opinar lo que crea conveniente. Los que estamos aquí, y él ha estado muchas veces, sabemos que la selección no es un despelote. Quizá esté un poco enfadado por no haber venido, pero la selección está por encima de cualquier declaración. Hay que ponerse un escudo y evitar que pase nada del exterior".

Escuchados los jugadores, le llegó el turno a Luis. Primero repasó el historial de Joaquín con él y a continuación deslizó con socarronería: "Le conozco y sé cómo es". ¿Y cómo es? "Eso queda para mí", contestó con prudencia. En tono didáctico, apostilló: "La confianza no se da; se gana, como todo en la vida". El técnico, de 68 años, rebobinó antes de asegurar que España nunca ha sido un despelote. Ni cuando era jugador -11 veces internacional- ni ahora: "Se le ha podido escapar esa palabra, pero en ningún momento ha sido así. Y los jugadores lo saben".

Aparcada la teoría del "despelote", Luis hizo referencia al "caos" también denunciado por Joaquín. Y no lo ve por ningún lado, "salvo que se refiriera al partido de Belfast, pero Irlanda del Norte ya había ganado más veces a España. Incluso la eliminó en el Mundial del 82". Un lapso. El equipo de José Emilio Santamaría se despidió al no poder con Alemania e Inglaterra en la segunda fase. En cualquier caso, Luis recalcó que una selección que ha perdido dos de los 29 partidos que él lleva al frente "no puede ser un caos". Por cierto, el suyo no fue el único traspié. Poco antes, Casillas dejó estupefactos a los periodistas suecos al citar a Ravanelli como uno de los jugadores que tenía en la retina. Entre el ex delantero italiano y el ex portero sueco Ravelli sólo hay un confuso eco léxico.

Mientras Luis y Casillas ejercían su réplica, Joaquín reunió a la prensa en Valencia para maquillar su diatriba. La culpó de "morbosa" y se enrocó para decir que no dijo lo que dijo porque lo dijo queriendo decir otra cosa. Su idea era matizar que el momento de la selección es "desconcertante" tras la eliminación del Mundial, la derrota en Belfast y "la posible marcha del seleccionador".

Luis puntualizó que no se siente ante un ultimátum. "No, creo que no, que no váis a conseguir eso", afirmó; "estoy tranquilo, aunque perder el trabajo es importante; quiero ser seleccionador y me molestaría tener que irme". Por si necesitaba más sosiego, desde Italia, Ángel Villar, su presidente, le apoyó: "Independientemente del resultado, la federación respalda totalmente a Luis".

"Sin acritud", Luis hizo un leve reproche a la prensa. En su opinión, se equivoca al airear durante varios días los desastres del equipo porque, si no alcanzara la fase final, también sería un desastre para los medios: "Igual es que pensáis que somos mejores de lo que en realidad somos o que los rivales son peores de lo que en realidad son". Y remachó: "Estoy tranquilo. No me duele nada ni física ni psicológicamente. Las críticas, cuanto más duras, mejor porque me enseñan y me motivan más".