Representaciones simbólicas

En los últimos cinco años hemos asistido a la realización de numerosas exposiciones que, desde diversos ángulos y enfoques, han intentado abordar y dar cuenta de la recuperada visibilidad de la pintura. Muestras como la excelente Painting at the Edge of the World, realizada por Douglas Fogle en el Walker Art Center de Minneapolis en 2001, o Urgent Painting, en el Musée d'Art Moderne de París, y oportunas publicaciones como el vademécum Vitamin P de la editorial Phaidon, contribuyeron a impulsar una renovada emergencia de lo pictórico que en nuestro país, como ocurre con frecuencia, ha terminado llegando con algún retraso. Es de agradecer que el Musac, en su acercamiento a las actuales evoluciones de la pintura, no haya acudido a la realización de otra colectiva más, como las que abundan, presidida por los ambiguos y socorridos conceptos de hibridación, mutación o pintura expandida, que han acabado convirtiéndose en auténticos cajones de sastre donde entra todo. Por el contrario, se han agrupado aquí cinco muestras monográficas que reúnen los trabajos de Felicidad Moreno, Daniel Verbis, Julie Mehretu, la pareja Muntean/Rosenblum y el joven artista Philipp Fröhlich, y que ponen en evidencia los puntos fuertes y débiles de los recientes desarrollos de la pintura.

Contrastan así dos tendencias bien definidas, una caracterizada por la investigación formal y otra más inclinada hacia la construcción de la relación entre el espacio pictórico y el espacio social. A la primera de ellas corresponden las propuestas de Felicidad Moreno y Daniel Verbis, interesados por la expansión de la pintura, ya sea a partir de la experimentación con los materiales y los soportes o a través de la aplicación de nuevos medios, especialmente de herramientas digitales. Resulta interesante comprobar que los comisarios de ambas exposiciones coinciden bastante a la hora de definir aquello que caracteriza el trabajo de estos dos artistas: los mecanismos ópticos de la pintura, en el caso de Verbis, y la unificación de los lenguajes pictórico y óptico, en el caso de Felicidad Moreno. Probablemente ahí reside la cuestión, en una lectura estrictamente formalista del medio, a la que nada ayuda, por otra parte, la acumulación de obra en el espacio expositivo, tal y como se ha planteado aquí.

Más interesantes son, sin

lugar a dudas, las propuestas desarrolladas por Muntean / Rosenblum y Julie Mehretu, dos excelentes exposiciones que muestran la vigencia y capacidad de la pintura para pensar y representar la realidad social de nuestro tiempo, sin dejar por ello de mantener un inteligente diálogo con la propia historia del género. La pareja artística Muntean /Rosenblum centra su trabajo desde hace años en una representación crítica de la adolescencia, a partir de elaboradas escenas de grupo de acentuado estatismo. Construyen, tanto sus cuadros como sus vídeos, a partir de la apropiación y combinación de referencias iconográficas extraídas a un mismo tiempo, tanto de la cultura popular estandarizada en revistas y anuncios como de la imaginería religiosa del renacimiento y el barroco. Jóvenes ensimismados que aparecen instalados en un eterno presente, en un limbo existencial, entre esperanza y desesperación, como si se tratara de un correlato de la inmovilidad de la historia y de la fractura entre el sujeto y la esfera social. Muntean / Rosenblum fijan así en sus obras, mediante la intersección de diversos elementos estéticos y culturales, un retrato de la sociedad contemporánea asentada en el valor de lo material y en la instrumentalización de las emociones y los arquetipos culturales.

De Julie Mehretu se presenta

una amplia selección de su obra, una veintena de piezas que ofrecen un completo acercamiento a una de las propuestas pictóricas más interesantes de los últimos años. La trayectoria de esta artista muestra la capacidad que tienen los elementos procedentes del lenguaje de la abstracción para hablar de nuestras realidades y cómo existe un fértil terreno de confluencia entre la abstracción y la figuración, pendiente aún de explorar en todas sus posibilidades. Ella lo hace mediante una compleja combinación y superposición de diferentes tipos de representaciones: dibujos arquitectónicos, urbanísticos, signos gráficos que remiten a la simbología política, social o ideológica, y sobre todo la representación cartográfica, los mapas. Mehretu conecta e interrelaciona así la realidad física del territorio y la naturaleza de los diferentes espacios con los sistemas de representación de los mismos, dando cuenta con ello de las complejas relaciones políticas e ideológicas que gobiernan nuestras sociedades. Una cartografía imaginaria pero posible, que registra y visualiza dónde reside la capacidad de poder y de resistencia en nuestra época: los flujos, las redes, los intercambios, representados en esas líneas que atraviesan la superficie del cuadro estableciendo conexiones y rupturas. Mehretu conecta inteligentemente espacio social y pictórico, representación del mundo real y proyección estética del mismo.