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Columna
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Víctimas

En España es necesario decir cosas evidentes para que no te condenen de inmediato. Así que ahí va: apoyo a las víctimas, creo que hay que ayudar a sus familiares, estoy en contra del terror y de quienes lo sustentan, creo que deben ser condenados todos los que han cometido cualquier delito y que deben cumplirse las leyes. Una vez establecido lo obvio puede uno decir que la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) está dirigida por un grupo de fanáticos que trabajan al dictado de la táctica política del PP y que viven profesionalmente de esta supuesta labor altruista. Para colmo, quienes dirigen la AVT no son víctimas, sino familiares de víctimas, que no es lo mismo. No da igual Irene Villa que Francisco José Alcaraz. Teresa Jiménez Becerril es la hermana de un concejal vilmente asesinado, pero no por ello tiene más derechos que los demás españoles ni tiene capacidad de veto a la hora de decidir lo que hay que hacer en política antiterrorista. Las víctimas y sus familiares pueden tener una capacidad moral para hablar, pero nada más. Encima, esa autoridad la dilapidan en una serie de manifestaciones que no conducen a otra cosa más que a buscar el beneficio electoral del partido que las promueve, el PP, sin que importe lo más mínimo el interés general de España. No quisiera darle importancia al incidente con el ex ministro Bono, pero me parece paradigmático de un sector de manifestantes exaltados que participan en estos actos no por apoyo a las víctimas o repudio a la violencia, sino como rechazo al gobierno de Rodríguez Zapatero.

Otra evidencia: la AVT tiene todo el derecho a manifestarse. Hasta ahí podíamos llegar. Y la Delegación del Gobierno a regular ese derecho sin que se vea perturbada la vida ciudadana. Cosa bien distinta es la torpeza de querer delimitar decibelios, que al final se toma como un intento de menoscabar un derecho que, como se ha visto, no ha sido cercenado ni un milímetro, por mucho que se quiera convertir la anécdota en categoría. Con respecto a los lemas de la manifestación de Sevilla de ayer, ¿qué decir? Eso de "rendición en mi nombre no" es absurdo. No hay ninguna rendición, como se puede ver por las detenciones y por los procesos que continúan en la Audiencia Nacional. No se ha tomado más decisión que hablar con representantes de la banda terrorista para el final de la violencia. Lo demás es especular. En cualquier caso, resulta del todo testimonial, porque lo que haga el gobierno también lo hace en nombre de los que se manifiestan en su contra. Así funciona la democracia representativa, igual que Aznar y el PP nos llevaron a la guerra de Irak por mucho que una amplia mayoría no quisimos. En cuanto al deseo de saber la verdad, en esas estamos todos. Lo que ocurre es que la inmensa mayoría de los ciudadanos nos fiamos de lo que hacen la policía y los jueces, cuando nos gusta y cuando no. No vale elogiar a un juez cuando instruía el sumario de los GAL (Garzón) y criminalizarlo cuando lo que decide no se ajusta a intereses particulares. La verdad del 11-M está contenida en el sumario, y de ahí se extraerán las correspondientes resoluciones judiciales hasta que el caso se extinga y los imputados sean castigados. El resto son mentiras que, desgraciadamente, nos desacreditan a todos los periodistas, aunque las combatamos. Las elucubraciones y los delirios sirven para que El Mundo venda periódicos, pero no se sabe muy bien qué hace una asociación de víctimas del terrorismo y un partido que quiere gobernar España apoyando las actuaciones de este periódico a la hora de dar pábulo a la manipulación de documentos. Como se ha demostrado, el alguacil quedó alguacilado y los que pretendían descubrir una trama eran los que participaban en otra para desacreditar al Gobierno. A eso le dan cobertura la AVT y la mayoría de los participantes en la manifestación de ayer. Por cierto, una pregunta retórica: ¿se dedicarían El Mundo y la AVT a desacreditar la investigación policial y judicial del 11-M si el PP hubiera ganado las elecciones generales?

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