"No necesitamos ayuda de nadie para ser rentables"
La gestación del mayor gigante de la historia de la automoción entra en una fase crítica. Rick Wagoner, el presidente de General Motors, tenía su propia estrategia para sacar a la compañía de sus abultados números rojos cuando su primer accionista, Kirk Kerkorian, lanzó a finales de junio un inesperado plan B: una gran alianza con Renault y Nissan, ya asociadas y presididas ambas por el ejecutivo francobrasileño Carlos Ghosn.
Wagoner (Wilmington, Delaware, 1953) tenía su plan pero aceptó estudiar el otro. Así que el miércoles, nada más aterrizar en París para asistir al Salón Mundial del Automóvil, acudió a reunirse con Carlos Ghosn, un duro reestructurador conocido por salvar a Nissan de la quiebra. Ambos han dado de plazo a sus equipos hasta el 15 de octubre para estudiar la conveniencia de un acuerdo destinado a aprovechar mejor las fábricas, ahorrar en las compras a proveedores y compartir costes de investigación y desarrollo.
"Lo que nos hace falta no es más tamaño, sino ejecutar nuestra propia estrategia con éxito"
"Si la alianza con Renault y Nissan no funciona, miraremos a otros fabricantes. ¿Por qué no?"
Al día siguiente de esa reunión, Wagoner seguía defendiendo su propio modelo de saneamiento para General Motors, el mayor fabricante de coches del mundo, que arrojó pérdidas de 10.600 millones de dólares (8.500 millones de euros) el pasado año. El plan pasa por la supresión de más de 30.000 empleos en el mundo, ninguno en España.
"Queremos dejar claro que tenemos una buena estrategia para la General Motors del futuro", explica Wagoner a EL PAÍS. "Estamos haciendo grandes progresos. No necesitamos ayuda de nadie para tener un negocio sano y rentable. ¿Quiere esto decir que no estamos interesados en trabajar con otros? En absoluto. Si podemos encontrar proyectos o relaciones que nos permitan cumplir nuestras metas mejor y más rápidamente estamos abiertos a ello".
El plan de Wagoner parte del convencimiento de que GM -con marcas como Chevrolet, Opel, Saab, Cadillac o Hummer- ya es suficientemente grande, así que lo que tiene que hacer es aprovechar mejor su capacidad de producción y su poder ante los proveedores a escala global, tras una etapa en la que los negocios estuvieron demasiado orientados a lo local. "El año pasado vendimos 9,1 millones de coches, más que ningún otro fabricante. Por tanto, no nos hace falta más tamaño. Lo que necesitamos es ejecutar nuestra estrategia con éxito", insiste. "Si podemos trabajar con otros para mejorar esas perspectivas, estaremos encantados de hacerlo", aclara.
Hasta dentro de dos semanas, cuando podría llegar la decisión final, las partes evitan entrar en detalles de las conversaciones. Lo que ha trascendido a la prensa en París son desacuerdos. En GM se piensa que Renault y Nissan ganaría más con el acuerdo, y debería compensar con dinero por ello, lo que se rechaza en París. Tampoco hay aproximación sobre un intercambio de acciones, como el que mantienen Renault y Nissan, que según los observadores reforzaría la influencia de Ghosn en Detroit. Una fusión está descartada.
El milmillonario Kerkorian, dueño de un 9,9% de GM, ha añadido presión en favor del acuerdo anunciando que aumentará su participación en vísperas de una decisiva reunión del consejo del grupo el próximo martes. La revista Automotive News asegura que el primer accionista de GM, desconfiado de sus gestores, propondrá que expertos independientes evalúen las ventajas de la alianza. Desde que Kerkorian propuso ese pacto la acción de GM ha subido un 21%.
Frente a las grandes concentraciones, a menudo problemáticas, Wagoner prefiere poner ejemplos de acuerdos limitados a proyectos concretos. "Ahora mismo hemos desarrollado transmisiones con Ford, estamos trabajando en sistemas híbridos muy sofisticados para vehículos grandes con DaimlerChrysler y BMW, tenemos fabricas conjuntas con Suzuki, con Toyota... Así que las alianzas no son nada nuevo para nosotros y las hemos tenido de distintos niveles, unas muy exitosas y otras que no lo han sido tanto. Precisamente por eso, sabemos bastante sobre qué es lo que hace funcionar una alianza. Y esto nos está ayudando en esta negociación", señala.
Pero un nuevo actor, Ford, se dispone a entrar en escena. Con problemas similares a los de GM -caída de ventas y falta de rentabilidad en EE UU y fuertes cargas financieras por los planes de pensiones y sanitarios para sus empleados-, Ford se ofreció como socio alternativo a Ghosn. Éste afirmó en París que su estrategia pasa en todo caso por tener un socio en América del Norte. No dijo ningún nombre, pero si no fuera GM, y dado que Chrysler ya está ligado a Daimler, no quedaría otro candidato que Ford.
¿Y GM también buscaría otros socios en ese supuesto? Su presidente no cierra ninguna puerta, "Miramos oportunidades regularmente. Si esta alianza no funciona, miraremos posibilidades de negociación con otros fabricantes. ¿Por qué no?". Lo único que descarta rotundamente es la venta de alguna de sus marcas, lo que sí baraja hacer Ford con enseñas como Jaguar o Land Rover.
Wagoner -en GM desde 1977, primer ejecutivo desde 2000 y presidente desde 2003- se defiende de las críticas recibidas desde Renault por una supuesta falta de reacción frente a Toyota, que está cerca de desbancar a GM como primer fabricante mundial de vehículos. ¿Se puede defender el liderato en ventas cuando la prioridad es volver a los números negros? "Estamos enfocados a la reestructuración para hacer a la compañía mejor y más rentable. Si seguimos como líderes mundiales seré más feliz, pero eso no nos va a apartar de nuestro camino".
"Futuro brillante" para Figueruelas
La fábrica española de General Motors no sólo se salva de la reestructuración, sino que tendrá más trabajo. Camino de París, Rick Wagoner visitó el martes el centro de Figueruelas (Zaragoza). Allí se monta desde este verano el nuevo Corsa, en el que GM ha depositado grandes esperanzas, además del monovolumen Meriva. A partir de febrero llegará la furgoneta Combo, procedente de la fábrica portuguesa de Azambuja, que cierra sus puertas. Una adjudicación que, para Wagoner, es "un voto de confianza".
En total Figueruelas ha recibido este año una inversión de 550 millones de euros. Sus 7.600 empleos quedan a salvo y se crearán 800 más entre directos e indirectos.
"Se ha hecho un buen trabajo al conseguir un buen arranque del nuevo producto", explica Wagoner sobre el Corsa. "Esta planta tiene una buena reputación dentro de GM. Hemos ido llevando mucho volumen a la fábrica y continuaremos haciéndolo. Nos gusta la fábrica y su gente. Vemos para ella un futuro brillante", explica.
Dicho esto, aclara Wagoner, "nadie recibe un pasaporte para toda la vida. Porque el mundo no se para". Surge entonces la pregunta de si España va a seguir siendo un destino competitivo para las inversiones frente a países de costes más bajos. "Yo he seguido muy de cerca a la planta durante sus casi 25 años de existencia y ha demostrado una buena capacidad de adaptación a la necesidad de ser competitiva", responde el presidente de GM.
"Obviamente, tenemos que fabricar coches que la gente quiera comprar. Y puedo asegurarle que hemos trabajado mucho en este último aspecto", añade. "Eso sí", advierte, "el personal tiene que seguir esforzándose para ayudarnos a subir el listón en lo que se refiere a la calidad, la seguridad y la productividad".
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