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Dushebáiev deja el banquillo del Ciudad Real y regresa a la pista

El pabellón Quijote Arena asistirá esta tarde a un momento único. Cuando su equipo, el Ciudad Real, salte a la cancha para enfrentarse al Teka, en la quinta jornada de la Liga Asobal de balonmano, el nombre de Talan Dushebáiev resonará de nuevo en los altavoces que cantan las alineaciones. Y no lo hará, como hasta ahora, como técnico del conjunto manchego. Con 38 años, y después de haber colgado la camiseta hace casi dos, Dushebáiev abandona el banquillo del Ciudad Real para vestir de nuevo la camiseta con la que tantos éxitos cosechó.

Lo hace obligado por las circunstancias, como él dice, "para dar descanso a Entrerrios cuando lo necesite". Entrerrios se ha quedado como único central manchego, después de que, en la pasada jornada, una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha dejara fuera de combate por seis meses al otro central, Uros Zorman. Tras rastrear el mercado sin éxito, a Raúl González, técnico ayudante y ahora su sustituto, se le ocurrió que Dushebáiev era el recambio ideal. "Necesitábamos a un jugador veterano, que hablase castellano y conociese nuestra Liga. No lo encontramos", apunta Dushebáiev, que, pese a todo, no perderá el mando del equipo. "Cuando me lo propusieron no me lo tomé en serio, pero luego lo pensé mejor y creo que puede ser una buena solución. Espero que no nos equivoquemos".

Dushebáiev, que llegó al Ciudad Real como jugador en 2001, abandonó la práctica del balonmano en 2004, tras los Juegos de Atenas. Pero el contacto con la pista y la rutina del equipo nunca la ha perdido. Ya como técnico, se ha seguido entrenando, mantiendo su rutina de pesas, corriendo, ejerciendo de sustituto en un entrenamiento cuando faltaba algún jugador. "Me preguntaban que por qué me seguía entrenando y yo, de broma, contestaba que me preparaba para cuando me destituyeran y tuviese que sustituir a alguno de ellos", cuenta. Nunca se imaginó que aquello podría ocurrir, aunque sea por seis meses. "No quiero que crean que vuelvo para llevarme galardones o ser de nuevo el líder. Ni me apetece ni me hace ilusión regresar; lo hago para ayudar al equipo", sentencia el que fue mejor jugador mundial en 1992 y 1996.

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