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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Late-night de tarde

Patrocinado por el quitagrasas Don Limpio, se estrenó El hormiguero (Cuatro), que aspira a desengrasar las tardes de domingo. La hormiga atómica del invento es Pablo Motos, que actúa de anfitrión, moderador y monologuista de la actualidad en un formato que es un late- night encubierto, incrustado en la parrilla de tarde. Hay unas hormigas-muñeco (que no parecen hormigas y que recuerdan a las cucarachas de Caiga quien caiga) que animan un plató predispuesto a colaborar con un humor para toda la familia, aunque para un tipo de familia más cercano a Los Simpson que a la de Médico de familia. Se canta, se rapea, se practica el humor poético (Luis Piedrahita), se dinamitan rotondas y se traslada a la tele algunos de los recursos del programa de radio de Motos.

Sale un científico llamado Flipy que, hasta donde puede entendérsele, dijo: "Hay mucha gente que no sabe si soy cómico o idiota" (en muchos casos, el humor de hoy consiste en que el espectador tarde en averiguar si está ante un ejemplo de comicidad o de idiotez). En este caso, el espectáculo contó con un falso Marilyn Manson o un experimento con un explosivo váter chino. "Parece el váter de Massiel después de una Nochevieja", dijo Motos. "

¡Monstruo del váter!", gritaba el escatológico Flipy para que el monstruo se manifestara en forma de volcán. Pese a los experimentos del falso científico (una mezcla de profesor chiflado de Regreso al futuro y de espíritu de Jackass), el patrocinador Don Limpio no acudió, quizá porque entendió que El hormiguero es un circo gamberro (como la sección El quiosco), con algunos tiempos muertos, y en el que Motos se desenvuelve mejor sin efectos especiales, como cuando, con simpatía cafre, teoriza sobre la japonización de España o recupera las dudas existencias de la radio (herederas de su pasión interrogante recopilada en el libro La sonrisa del mirón). Es, pues, una alternativa a otra de las costumbres más populares de los domingos por la tarde: sentir la tentación de tomarse de un trago varias botellas de Don Limpio.

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