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Reportaje:

Contra la depresión, mercadotecnia

Carod y Puigcercós programan 150 pequeños actos en dos meses para contactar con 16.000 personas

Enric Company

¿Cómo sale un partido político de una depresión colectiva como la que a principios del verano se apoderó de Esquerra Republicana (ERC) tras ser expulsada del Gobierno catalán y perder el referéndum del Estatuto? No hay una receta única para estas situaciones. La dirección de ERC decidió afrontar la suya con métodos de mercadotecnia: organizó una variante de las reuniones tuperware, que casi todos los partidos han utilizado alguna vez, y aplicó en ellas el sistema DAFO.

Las reuniones tuperware son esos encuentros que alguien organiza en su casa con amigos, familiares y vecinos para presentar a alguien que pretende vender algo. Se ofrecen café y pastitas, y se escucha la oferta. Algunas empresas lo hacen en hoteles. La variante empleada por los republicanos, con el nombre Esquerra t'escolta, les ha permitido auscultar en dos meses el estado de ánimo de sus afiliados y simpatizantes más próximos. Desde mediados de julio, los dos principales líderes del partido, Josep Lluís Carod y Joan Puigcercós, han participado en 60 reuniones cada uno con grupos de entre 100 y 150 personas, que han expresado sus opiniones y han formulado propuestas para el programa electoral. Al final de la campaña habrán entablado contacto con unas 8.000 personas cada uno en 150 actos.

Un tercio del partido quiere pactar con CiU y otro tercio prefiere hacerlo con la izquierda

La campaña no ha sido un ejercicio de asamblearismo libre, sino que se ha desarrollado bajo un guión estrictamente pautado. Durante el primer mes, explica el jefe de la oficina de Carod, Rafael Niubó, las reuniones tenían por objeto averiguar cuáles eran, a juicio de los asistentes, los puntos fuertes y las debilidades del partido. Se les preguntaba sobre cuatro conceptos, cuyas iniciales forman el acrónimo DAFO: debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, referidos tanto a la propia ERC como a los partidos rivales. La segunda parte, todavía en curso, está dedicada a formular propuestas para el programa electoral.

Como sucede siempre que una organización social se interroga sobre sí misma, lo primero que afloró fue, según Niubó, un déficit de comunicación, tanto en el seno del partido como de éste hacia fuera. Pero esto no era lo más relevante. Las opiniones más repetidas dejaban claro que ERC se ve a sí misma como "muy ingenua" frente a los demás partidos, que "no ha sabido explicar" su labor en el Gobierno catalán y que "ha gestionado mal el proceso del Estatuto".

Con el disgusto por la ruptura con sus aliados en el Gobierno tripartito todavía reciente y con las elecciones a la vuelta del verano, los dirigentes han recibido también otros mensajes, en ocasiones contradictorios. "Unos me decían: 'No pactéis con Mas', y otros: 'No pactéis con el PSC", explica Joan Puigcercós. La división de opiniones se expresa así: aproximadamente un tercio del partido prefiere el pacto con la izquierda, otro tercio se inclina hacia el acuerdo con los nacionalistas de CiU y en el otro tercio hay varias posiciones, incluida la de quienes creen que ERC ha de ser un partido de lucha y oposición hasta lograr la independencia de Cataluña.

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La preocupación por las eventuales alianzas de gobierno descendió bruscamente, según Puigcercós, cuando Artur Mas dejó claro que aceptaría el voto de los diputados del PP para ser investido presidente de la Generalitat. Desde entonces han pasado a primer plano, asegura, preocupaciones como la del precio de la vivienda, la inmigración, la sanidad y el transporte.

En la reunión celebrada el jueves 21 en el centro cívico Escola de Palou de Granollers (Vallès Oriental), a la que pudo asistir EL PAIS, sólo una de las propuestas versó sobre las alianzas, para proponer, contra el criterio de la dirección, que ERC "deje claro desde el principio con quién pretende aplicar su programa". A esta reunión asistían unas 120 personas, de las que un tercio no estaban afiliadas. Se organizaron en 15 mesas de trabajo. En cada una de ellas había un dirigente del partido. El acto finalizó con una vibrante intervención de Carod, que animó a todos a "continuar la remontada" y recuperar la confianza de los electores, que "en algún momento ha podido flaquear". La tónica general de las propuestas era: más y mejores servicios públicos; ayuda a la pequeña y mediana empresa local; control de las multinacionales y retirada de ayudas a las que deslocalizan factorías, y apoyo a todo lo catalán, desde el idioma a las empresas. Quedó claro que hay una fuerte oposición al proyecto del Cuarto Cinturón de Ronda y un clamor por la mejora de la línea ferroviaria Barcelona-Vic-Puigcerdà.

"Todos los que aquí estamos tenemos un sueño", dijo Niubó al principio. "Pero hoy no hemos venido a soñar, sino a proponer medidas aplicables en un programa de gobierno". El sueño al que se refería es la independencia de Cataluña, de la que no se habló ese día. Pero eso no impidió que quedara claro que en Esquerra anida un espíritu rompedor orientado sobre todo a impulsar la primacía de lo catalán.

Además de los clásicos de ERC -un concierto económico como el vasco para Cataluña y la supresión de los peajes de las autopistas-, se formularon propuestas como éstas: que haya un código penal catalán, que acreditar un alto conocimiento del catalán desgrave en el IRPF, que se establezca un control sobre la radiotelevisión de la Generalitat para evitar su "desnacionalización", que Sant Joan se convierta en la "fiesta nacional de los países catalanes" y que se impulse la competición de selecciones deportivas catalanas con las de otras "naciones sin Estado". Al impulso del cine en catalán, de la prensa gratuita en catalán, de los productos agrarios e industriales catalanes, se añadió la promoción de artistas catalanes encargándoles que embellezcan las rotondas en las carreteras. Y puesto que se estaba en Granollers, se pidió una estación del AVE para la comarca del Vallès Oriental.

El ejercicio resultó reconfortante para todos y permitió que Carod cerrara el acto asegurando que "los malos momentos ya han pasado" y que Esquerra galopa para alcanzar los 650.000 votos.

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